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Recetas del PP contra Vox: toque de corneta y Blas de Lezo

Los alcaldes de los bastiones populares, como el de Boadilla, redoblan sus mensajes patrióticos

Juan Diego Quesada
Antonio González Terol (PP), presidiendo el desfile de la Armada ayer en Boadilla del Monte.
Antonio González Terol (PP), presidiendo el desfile de la Armada ayer en Boadilla del Monte. Santi Burgos

El desfile de la tropa encaró una avenida desierta. Dio la vuelta al llegar a una rotonda y regresó sobre sus pasos, donde le esperaba, a medio camino, el palco de autoridades. La jefatura saludó con solemnidad al cortejo, que se perdió por una calle vacía. Los pocos presentes ondeaban una pequeña bandera española que había repartido la organización. La megafonía anunció un vino español con el que concluía el acto.

Fue un baño de patriotismo. El alcalde de Boadilla, Antonio González Terol, en los últimos días antes de que se imponga la prohibición de realizar inauguraciones de cara a la campaña electoral, sacó toda la artillería para desvelar una placa en una rotonda. La orquesta tocó cuatro veces el himno de España y una la salve marinera. Se loaron las hazañas de Blas de Lezo y de Hernán Cortes. La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, los actores españoles por sus bromas en la gala de los Goya y los independentistas catalanes se llevaron lo suyo por haber puesto alguna vez en duda la honorabilidad de algún militar español.

El acto, en este nuevo barrio a las afueras de Boadilla, lo presidió el almirante jefe de Estado Mayor de la Armada, Teodoro López Calderón, quien llegó en un coche blindado pasadas las doce de la mañana. Desveló la placa bajo el ancla, donado por la Armada y que a partir de ahora presidirá la rotonda. El desfile lo formó casi un centenar de militares, quizá un número mayor que el de asistentes. Seis de ellos izaron una bandera al tiempo que la orquesta entonaba el himno. Terol, hijo de marino, dijo que este "humilde homenaje a la Armada" no reparaba las afrentas recibidas pero servía como justa compensación a los héroes de la patria. Después de un toque de corneta, el alcalde entonó a pleno pulmón: "¡Viva el Rey! ¡Viva España!".

Esto ocurrió ayer por la mañana en el paraíso terrenal del PP. Un cuadrado que forman en el noreste de Madrid cuatro ciudades: Pozuelo, Boadilla, Majadahonda y Las Rozas. No importa que este sea el epicentro de la operación Gürtel; los populares arrasan en las urnas. Los cuatro municipios exhiben las rentas más altas y las menores tasas de paro en España. Con resignación, los contrincantes políticos, derrotados de antemano, suelen decir que el PP ganaría aquí aunque presentasen a una piedra.

Sin embargo, la irrupción de Vox ha hecho sonar algunas alarmas. Terol, cercano a Pablo Casado —al que afilió al PP cuando se conocieron de adolescentes en un colegio mayor—, es conocido por sus bravatas patrióticas. Ha llenado el municipio de banderas y convoca con alegría juras de bandera de civiles. Le gusta presidir actos rodeado de la Guardia Civil y el cura del pueblo, que siempre le guarda alguna lectura en la misa de los domingos. Pero hasta ahora no había hecho un despliegue como este, en el que estaba presente uno de los cargos más altos del ejército español, para dar la bienvenida a unos vecinos e inaugurar una de las decenas de rotondas que hay en el municipio.

La portavoz del PSOE en el lugar, Isabel Carmona, cree que lo de ayer fue una respuesta. "En 2015 no vimos ni una mesa de Vox, y ahora tienen más que el PP. Y están más concurridas que las suyas. Intuyo una fuga de votos que a ellos seguramente les tiene que preocupar", explica Carmona. Ángel Galindo, concejal de Alternativa por Boadilla, añade: "Terol es un síntoma más de la decadencia del PP: su modelo de banderas y ladrillo está agotado".

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"Por aquí no pasa ni un rio", ironizaba un miembro de la organización del evento de la Armada al ver el enorme secarral que rodea a las nuevas urbanizaciones de Boadilla del Monte, un nombre poco marino. Ahí, en medio de una rotonda, es donde se ha colocado una enorme ancla, proveniente de un buque marino, donado por el Ministerio de Defensa. La explicación tiene que ver con los orígenes del alcalde, que no tienen ningún vínculo con el municipio que preside. Su designación fue una de las muchas que hizo a dedo la exdirigente conservadora Esperanza Aguirre, que llenó la política municipal de paracaidistas de su entorno. González Terol, nacido en Cartagena de Indias, residió al llegar a Madrid en el colegio mayor Jorge Juan, residencia de estudiantes para hijos de miembros de la Armada Española. Le viene de familia. La influencia se ha extendido al callejero. Las calles del nuevo desarrollo tienen su impronta: Blas de Lezo, almirante Cervera, Jorge Juan, Hernán Cortés...

Si Casado hubiera apostado por la experiencia, por presumir de los logros en la gestión del partido en la Comunidad de Madrid desde los años noventa, su candidato hubiera sido Ángel Garrido, el actual presidente, un político tranquilo y moderado. La elección de Isabel Díaz Ayuso le lleva por otros derroteros: los de la confrontación y el mensaje duro. Terol se sitúa a medio camino: viene desde el gobierno, pero no rehuye ni se amilana en el cuerpo a cuerpo. Sus mensajes van directos a la espinilla del contrario. Como repiten en la derecha: "Sin complejos".

Y con un mensaje global. Al micro, poco antes de que se le volaran los papeles del discurso, recogidos con buen sentido de la oportunidad por dos atentos militares, habló de afrentas a los grandes hombres de nuestra historia: "Pese a representar los más altos valores de nuestra nación, han sido denostadas y menospreciadas por quienes pretenden desunir nuestra democracia". Arrancó entonces con elogios a Blas de Lezo, genio estratega, de quien los independentistas habían pedido retirar su estatua de la plaza de Colón en Barcelona. "Supuestos intelectuales lo definieron como un conquistador en la pasada gala del cine español". ¿Suena conocido? Lo dijo Santiago Abascal, presidente de Vox, a principios de febrero tras esa polémica: "Si hicieran alguna película sobre Blas de Lezo los españoles volverían al cine".

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

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