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La alianza del Magariños: de Pedro y Pepu a presidente y candidato

Unidos por su pasión por el baloncesto, Sánchez y Hernández coincidieron en los 80 en la cantera del Estudiantes y ahora se unen para reflotar al PSOE en la capital

José Vicente Hernández y Pedro Sánchez, en 2015.
José Vicente Hernández y Pedro Sánchez, en 2015. ULY MARTÍN

Todo empieza en La Nevera y en el Magariños. Los balones de baloncesto rebotan contra el suelo de las dos canchas del Estudiantes cuando Pedro Sánchez y José Vicente Pepu Hernández inician el camino que hoy les sitúa como presidente del Gobierno y precandidato del PSOE a la alcaldía de Madrid. Corren los años 80. Sánchez es un juvenil de la camada del 72. Hernández ya destaca como técnico de la cantera. Y allí, entre las clases del instituto Ramiro de Maeztu y los entrenamientos del Estudiantes, se ponen los cimientos sobre los que hoy se asienta la sorprendente apuesta del PSOE para la capital. En palabras de Hernández, ambos dejan la etapa formativa marcados por "el espíritu del Ramiro". Una forma de entender la vida a través de los valores del deporte que explica la alianza política con la que Sánchez intenta reflotar al PSOE en la capital.

"El roce de Pepu y Pedro era diario. Coincidíamos todos a la vez en La Nevera, en el Magariños, entrenando, porque Pedro estaba en el juvenil B y Pepu entrenaba al juvenil A", recuerda Mateo Quirós, hoy integrante de Equo, y en los años 80 entrenador del juvenil B del Estudiantes, el de Sánchez. "Aparte de compañeros, fuimos rivales. A veces los dos equipos quedaban para pachangas [partidos amistosos], pero pachangas serias, porque entre compañeros del Ramiro no se reparten flores, se reparten otras cosas", bromea sobre la dureza de aquella sesiones. "Pedro era un jugador de equipo, entregado, sacrificado y disciplinado. Un trabajador que tiraba del equipo".

¿Y Hernández? "Pepu quería ser entrenador, y quería que se supiera. Le echaba muchas horas. Tenía mucha dedicación. Se dejó barba. Iba por ahí con pinta de jefe. Se me quedó grabado: si Pepu te entrenaba, es que ibas bien", contesta Pablo Martínez Arroyo, el base del equipo de la generación del 71, la de Alfonso Reyes y Joe Alonso, un equipazo que ganó el campeonato de España y cuyos integrantes llegaron mayoritariamente a ser profesionales. "Cuando muchos coincidimos en el primer equipo, con Pepu como segundo entrenador, había mucha gente con mucha sensibilidad para distintos temas. Se generaban debates en los viajes, de cultura, de política, de religión. Y Pepu entraba siempre ahí de los primeros. De lo que menos hablábamos era de baloncesto", sigue. "Estudiantes nos ha puesto a todos un apellido de mucha nobleza", remata sobre el club, donde casi todos se refieren al presidente del Gobierno como "Peter".

Sánchez, de 46 años, y Hernández, de 60, se reconocen unidos por ese lazo. Nunca pierden el contacto. En 2006, Sánchez sigue atentamente el discurso con el que el entrenador recibe el premio Príncipe de Asturias en nombre de la selección campeona del mundo. En 2008, tantea a Hernández para que se sume a una plataforma en apoyo a José Luis Rodríguez Zapatero. Y en 2014, el líder del PSOE pide al técnico que le presente en un desayuno informativo. El resultado resume cómo afronta el entrenador una campaña electoral a contracorriente.

Pedro Sánchez, con el número 11, y Mateo Quiros, con chándal negro.
Pedro Sánchez, con el número 11, y Mateo Quiros, con chándal negro.

"Me voy a atrever a exponer una serie de sensaciones y de convicciones con las que creo que tanto Pedro Sánchez como yo estamos muy identificados", arranca Hernández. "Del mismo modo que un joven jugador adquiere un gesto técnico y no sabe cómo y cuándo utilizarlo hasta que entra en competición, nosotros adquirimos en nuestra formación determinados valores que aflorarán cuando el reto, el desafío, nos lo exija", argumenta. "En ese momento lo rescatamos de nuestro bagaje: esfuerzo, humildad, juego y trabajo en equipo, que no siempre es lo mismo, solidaridad, amistad, determinación ante cualquier dificultad (...) Intentábamos ser líderes de nosotros mismos, que no es poco, para saber y poder liderar equipos y empresas, y alguno, por qué no, para poder ser líder de todo un país".

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Sánchez llevaba un año buscando al candidato al Ayuntamiento. Los noes de una pléyade de referentes del PSOE marcaron el proceso de selección de una de sus apuestas más personales. Si el 26 de mayo el resultado es bueno, Sánchez se llevará parte del mérito. Si no es así, cargará con gran parte de la responsabilidad.

"Al hablar de la candidatura de Pepu Hernández no puedo evitar que se me encienda una sonrisa. Quiero agradecerle su compromiso en primer lugar con la ciudad de Madrid y después con el proyecto del PSOE. Encarna un proyecto ilusionante y ya ha anunciado que se va a presentar a las primarias. Que nadie se olvide que yo soy afiliado al PSOE por Madrid y que voy a votar en esas primarias por la candidatura de Pepu Hernández", dijo ayer Sánchez.

Las expectativas electorales restaban atractivo a liderar la lista del PSOE. Además de resucitar a un partido que en 2015 obtuvo su peor resultado electoral en la capital —nueve concejales— Hernández tendrá que competir con Manuela Carmena por el voto progresista. La historia también pesa, y mucho: Juan Barranco fue el último alcalde socialista, y de eso han pasado 30 años. Frente a quienes critican en la federación madrileña que Hernández sea un independiente, como Ángel Gabilondo, el candidato a la Comunidad, sus defensores subrayan que "los que antes dijeron que no a Sánchez eran del partido".

Comunicación fluida

Las negativas en los últimos meses de Josep Borrell, Cristina Narbona, Margarita Robles, Fernando Grande-Marlaska y Alfredo Pérez Rubalcaba fueron reduciendo las opciones. El calendario de primarias incluso se retrasó hasta primeros de marzo. El escenario era tan complejo que hasta hace dos semanas Sánchez ya solo manejaba una terna de candidatables formada por Reyes Maroto, ministra de Industria; Beatriz Corredor, presidenta de la Fundación Pablo Iglesias; y José Manuel Rodríguez Uribes, delegado del Gobierno en Madrid. Pero por unas razone u otras, ninguno reunía todos los requisitos. Con el paso de los días, la opción del independiente se impuso: el as que el presidente se guardaba en la recámara en el más absoluto de los secretos era Hernández.

Para entonces, la comunicación ya era fluida. Una vez confirmado que Hernández se había desvinculado de su colaboración con la CEOE para la formación de equipos, Sánchez se decidió. "No es que tuvieran una relación diaria, pero sí lo suficientemente estrecha y de confianza como para que haya sido determinante para la elección de Pepu", explican fuentes gubernamentales.

Los motivos que terminaron por convencer al presidente del Gobierno y líder del PSOE trascienden el efecto mediático y el conocimiento de Hernández entre el gran público por sus años en la elite del deporte. En Moncloa, donde han llevado el fichaje de Hernández con especial celo, creen que reúne valores como la humildad, el esfuerzo y el trabajo colectivo. Condiciones sin las que el éxito no es posible, argumentan. Como dijo ayer la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, Hernández "aporta" al proyecto socialista "que sabe competir y sabe ganar". Con las primarias socialistas como primer examen, el técnico se enfrenta a su gran final: reflotar al PSOE en Madrid.

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