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Cuando el 092 se queda sin atender

Algunos municipios se enfrentan a bajas masivas de sus agentes como medida de protesta

Coches patrullas en el aparcamiento de la Policía Local de Moralzarzal.
Coches patrullas en el aparcamiento de la Policía Local de Moralzarzal.santi burgos

Bajas masivas y de última hora pueden convertirse en la tónica general en algunas plantillas de policías locales. Este fenómeno de enfermedades repentinas suele tener detrás problemas laborales, como subidas de sueldo o mejoras en los horarios. Los afectados siempre lo niegan y aseguran que se trata de “hechos puntuales”, pero algunos municipios como la propia capital o Valdemorillo los ha padecido.

El último episodio se está viviendo en Moralzarzal, donde 10 de los 26 agentes de la Policía Local están de baja médica (un 38,5%), con los consiguientes problemas para confeccionar los cuadrantes de servicio. El Gobierno municipal (Vecinos por Moralzarzal y PSOE) teme que se trate de una huelga encubierta. Los agentes lo niegan y descartan un conflicto laboral, aunque reconocen que este porcentaje de absentismo es “extraño”.

Moralzarzal (12.500 habitantes) dedica al año 1,3 millones de euros a las nóminas de la policía. Cada agente cobra 32.400 euros brutos anuales, sin contar horas extras. La tesis municipal es que algunos de ellos se ausentan para protestar. Cuando llegó el nuevo equipo de gobierno en 2015, detectó que los agentes estaban siendo compensados desde hacía al menos una década con tres días libres por festivo trabajado, una jornada más de lo reconocido en el convenio suscrito en 2010. El Ayuntamiento decidió entonces rebajarlo a dos días.

“El cambio molestó entonces, pero eso ya queda lejos. El número de bajas es una coincidencia de factores, entre ellos que la gestión de los recursos no es buena. Nadie nos ha llamado para hacer huelga, que sería ilegal”, explica Ignacio González, policía local y miembro del Grupo de Funcionarios de Moralzarzal, sindicato mayoritario en la localidad. González es uno de los últimos agentes que ha engrosado la lista de bajas, lesionado en un hombro tras un accidente doméstico. “Hay personas que llevan más de un año sin trabajar, con enfermedades que se han complicado”, destaca el sindicalista. Este descarta que las bajas respondan a “la crispación instalada en el cuerpo, no solo con el Ayuntamiento”.

Valdemorillo sufrió el mismo problema el año pasado. En febrero la mitad de su plantilla se encontraba de baja por "motivos psicológicos". El origen era el estrés y la ansiedad que sufrían los agentes por las “presiones y coacciones” para que aceptaran unas nuevas condiciones laborales. “No hubo acuerdo con el Ayuntamiento y la gente se fue recuperando poco a poco. Ahora seguimos de baja dos o tres agentes, algo residual en una plantilla de 35”, afirma Víctor Valduvievo, el entonces delegado sindical del Colectivo Profesional de Policía Municipal (CPPM) en Valdemorillo.

Miguel Ángel Alonso, secretario de Organización de CPPM en la Comunidad de Madrid, explica que no existen estadísticas de bajas en las plantillas de los distintos municipios, pero reconoce que un porcentaje tan alto no es habitual. “Hay un parte de un facultativo y no hay más que añadir”, mantiene Alonso. De la decena de bajas en Moralzarzal, siete son por enfermedad común y otras tres por accidentes no laborales.

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En otros municipios como Móstoles o San Sebastián de los Reyes, los agentes han aprovechado los festejos patronales para protestar por sus condiciones laborales, como ocurrió el pasado septiembre. Una sentencia obligaba al Ayuntamiento de Torres de la Alameda a expulsar a nueve de los 16 agentes, al haberse utilizado en la oposición de acceso el mismo test calcado que habían utilizado dos academias. Ahora plantean cómo solucionar el problema para no quedarse sin policías. En Galapagar más de la mitad de los 51 agentes pidieron permutar sus puestos en otras localidades “ante las malas condiciones de trabajo” que dijeron que estaban sufriendo.

La capital lo sufrió en pleno Orgullo

La capital también ha sufrido los problemas de las bajas masivas de agentes. El último y más grave fue a principios del pasado julio, cuando Madrid acogía la celebración del Orgullo Gay, una de las fiestas con más proyección internacional de la ciudad.
Los policías municipales que tenían que reforzar la vigilancia en todo el centro durante esos días se dieron de baja médica, como medida de presión ante la negociación del acuerdo del cuerpo. Eso obligó al resto de funcionarios que estaban de servicio a prolongar su jornada laboral y seguir horas de pie con un sofocante calor veraniego.
Las bajas en Madrid han sido continuas en actos que han requerido gran presencia como el maratón o algunas fiestas patronales, con el consiguiente riesgo para la seguridad.

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