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Brassaï: la mirada sin filtros sobre París

La Fundación Mapfre de Madrid dedica hasta septiembre una retrospectiva de 200 obras al fotógrafo más importante de la Europa de entreguerras

'Montmartre', tomada entre 1930 y 1931.
'Montmartre', tomada entre 1930 y 1931.BRASSAÏ SUCCESSION, PARIS

La ciudad de París ha sido motivo de inspiración permanente en la obra de una gran parte de los artistas del siglo XX, independientemente del medio de expresión que utilizaran. Su arquitectura y sus pobladores han fascinado a pintores, escultores o fotógrafos. Puede que, entre estos últimos, ninguno haya conseguido un retrato tan perfecto y completo como el realizado a lo largo de décadas por el húngaro Gyula Halász, conocido como Brassaï y al que Henry Miller apodó “El ojo de París”. Sus imágenes diurnas o nocturnas, pobladas de prostitutas, maleantes, policías o enamorados conformaron el mito literario que aún pervive sobre la capital francesa. Una parte esencial de la ingente obra realizada por Brassaï, unas 200 piezas (fotografías de época, varios dibujos, una escultura y material documental) integran la exposición que la Fundación Mapfre dedica al artista desde este miércoles 30 de mayo hasta el 2 de septiembre. La muestra, procedente de Barcelona, viajará en otoño al Museo de Arte Moderno de San Francisco.

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Nacido en 1899 en Brassó, Transilvania (hoy Rumanía), como Gyulá Halász, adoptó el nombre de Brassaï en la firma de sus primeros trabajos. Hijo mayor de un profesor de literatura francesa, su amor por París arrancó cuando su padre le llevó a la capital francesa para celebrar su cuarto cumpleaños, y en 1924 se instaló definitivamente para tomar clases de pintura, su primera vocación. Pablo Jiménez Burillo, director cultural de Mapfre, explica que en esos años las fotografías estaban sustituyendo a las ilustraciones tradicionales en periódicos y revistas, de manera que el joven espabilado que era Brassaï no dudó en dejar aparte la pintura para montar su propia agencia de servicio de imágenes.

Sin embargo, tal como se ve en la exposición comisariada por Peter Galassi, exconservador jefe del Departamento de Fotografía del MoMA de Nueva York, Brassaï no fue nunca un reportero. Le interesaba narrar la vida de la ciudad, pero sin la captura improvisada de imágenes que movía la cámara de sus colegas europeos o americanos. El estilo Brassaï consistía en hacer que la ciudad posara para su objetivo. Los protagonistas de sus bellísimas imágenes, trasnochadores de cafés, prostitutas bailando o desatascadores de pozos negros, sabían siempre que estaban siendo retratados e incluso se solían prestar a formar parte de la composición. Para él, la espontaneidad era algo ajeno a su mundo. Lo suyo eran las imágenes nítidas, pensadas y estables. “Sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial”, explica Peter Galassi, “huye del reporterismo y trabaja para revitalizar la rica mitología de personajes que ya existía en la literatura”. Aunque tampoco altera la realidad, salvo en una de las imágenes donde su ayudante se hace pasar por cliente de un burdel.

'Chez Suzy' (1931-32), otra de las fotografías de la muestra.
'Chez Suzy' (1931-32), otra de las fotografías de la muestra.BRASSAÏ SUCCESSION, PARIS

Gallassi concluye asegurando que Brassaï fue el auténtico pintor de la vida moderna parisina. Al igual que antes hicieron Rembrandt, Goya o Toulouse-Lautrec, lo que hace el fotógrafo es dar un carácter universal a personas cuya vida es ordinaria: “Cuando vemos a un trabajador del Mercado de Les Halles, a un personaje travestido o a un cofrade en Sevilla, no vemos tipos individuales, sino que ante nosotros tenemos a un colectivo dignificado. Ese es el gran talento de Brassaï”.

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