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Los científicos hallan 46 excrementos de lince en el oeste de Madrid

La Universidad Complutense cree que el felino se ha asentado en la Comunidad

Esther Sánchez
Un lince liberado en la zona de las Guarrizas, Jaén.
Un lince liberado en la zona de las Guarrizas, Jaén.PACO PUENTES

Un estudio de la Facultad de Biológicas de la Universidad Complutense desvela que los científicos han encontrado ADN de lince en 46 de los 88 excrementos recogidos en 2016 en el oeste de la Comunidad, aunque no se ha determinado a cuántos individuos corresponden, según adelanta hoy EL PAÍS. En marzo de 2015 se detectó por primera vez en 40 años el paso de un lince que provenía de los montes de Toledo y formaba parte del programa de reintroducción de la especie. De todas formas, la Complutense está convencida de que hay ya linces asentados en Madrid. Desde el programa Life+Iberlince mantienen que, si esto no es aún así, sucederá en breve.

“Todo empezó con un proyecto de fin de máster de un alumno en 2015”, explica Germán Alonso profesor del Departamento de Ecología de la Facultad de Biológicas de la Universidad Complutense de Madrid y director del proyecto. Querían comprobar si existía lince o no en Madrid, porque la especie había sido dada por extinta. En ese primer estudio localizaron nueve muestras de heces del félido en cuatro lugares del suroeste madrileño.

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Ante el éxito que, Alonso califica como “sorprendente”, continuaron con la investigación durante 2016. Ampliaron el área de búsqueda por todo el oeste de la región, excepto el Valle del Lozoya, y pusieron como límites las carreteras de Burgos y Andalucía. Realizaron un total de 21 recorridos (transectos) en primavera y otoño por terrenos de utilidad pública de unos cinco kilómetros cada uno. En el rastreo encontraron 88 muestras probable, de las que 46 dieron ADN de lince en los laboratorios. También obtuvieron “testimonios de observaciones del felino”, concretan.

Análisis comprobados

“Hemos recogido heces no solo en la puntita oeste de la Comunidad, donde se circunscribe habitualmente a la especie, sino en otros lugares”, añade Alonso. Son zonas poco frecuentadas, pero no inhóspitas, por las que pasan excursionistas. El lince es un animal que se mueve habitualmente durante el crepúsculo.

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Los análisis de ADN realizados han sido corroborados por dos laboratorios ajenos a la Facultad: el del Instituto de Investigación de Recursos Cinegéticos (IREC), que depende del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y el de la empresa Genyca Innova. Alonso y su equipo están convencidos de que el lince ya se ha asentado en la Comunidad de Madrid e, incluso, que nunca ha dejado de estar.

En 2006, Emilio Virgós, profesor de Ecología de la Universidad Rey Juan Carlos, aseguró haber hallado ADN de este felino en unos excrementos encontrados en la zona de especial protección de aves (ZEPA) de los ríos Alberche y Cofio, al suroeste de la región, en una zona próxima a la carretera de los pantanos. Pero la Comunidad de Madrid puso en duda el descubrimiento, porque “no existen indicios contrastados”. En ese momento estaba a punto de comenzar la duplicación de la carretera M-501 y la existencia del lince podía poner la obra en peligro.

Ahora, doce años después, la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid está realizando un estudio desde el año pasado, cuyas conclusiones se finalizarán a lo largo de 2018.

El Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente corrió a cargo de la financiación del proyecto de la Complutense a petición del Gobierno de Cristina Cifuentes. Pero se trató de una aportación puntual porque la administración competente en la conservación de la especie es la comunidad autónoma, informan desde el ministerio.

Ramón Pérez de Ayala, responsable del proyeto Life+Iberlince de WWF, indica que ellos no tienen constancia de que ninguno de los linces que controlan se encuentre por tierras madrileñas. Tienen noticia de un ejemplar que fotografiaron los participantes en una montería en Guadalajara, al que están intentando localizar. En todo caso, aclara, es cuestión de tiempo que las crías de los linces que se han ido reintroducido en los Montes de Toledo desde 2014 se dispersen y que alguna de ellas se asiente en Madrid. En 2016 tuvieron nueve cachorros y el año pasado 16. “Podría ocurrir el año que viene”, puntualiza.

En marzo de 2015, Kentaro, un ejemplar radiomarcado y que fue liberado en esa zona, se adentró en los términos municipales de Aranjuez y Fuentidueña tras cruzar tres autopistas, en un periplo que le llevó a recorrer 3.000 kilómetros en dos años. Murió atropellado en octubre de 2016 en una carretera cerca de Oporto, sin haber encontrado un lugar donde asentarse.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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