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Barcelona se consolida como puerto base para los turistas de cruceros

Un estudio de la patronal CLIA muestra que en 2016 cada crucerista generó una facturación de 518 euros, un incremento de un 20% en dos años

Josep Catà
El crucero 'Harmony of the seas', el año pasado en Barcelona.
El crucero 'Harmony of the seas', el año pasado en Barcelona.Joan Sànchez

Los cruceristas empiezan a ver Barcelona no tanto como un lugar en el que hacer escala y visitar unas horas, sino como una ciudad donde poder pasar unos días y después embarcar. Este cambio de tendencia lo ha percibido la patronal Cruise Lines International Association (CLIA), que ha presentado este martes un estudio elaborado por la Universidad de Barcelona en el que se detalla el impacto económico que tiene esta actividad turística, a menudo señalada como culpable de la presencia masiva de visitantes en la ciudad.

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Según el informe, la actividad como puerto base en Barcelona ha incrementado un 28%, llegando a más de 961.000 cruceristas, mientras que los pasajeros que solo hacen escala han disminuido un 1%, aunque todavía son mayoría, 1.127.000 turistas. “La actividad de puerto base es la que todos los puertos desean, aunque no nos podemos olvidar de la actividad de tránsito”, ha explicado Alfredo Serrano, director de Clia España.

Los responsables de la patronal han recordado que ser puerto base implica que los turistas dejan más dinero en la ciudad y que la visita se reparte más en el territorio, lo que mitiga la masificación del centro de Barcelona. Uno de cada cuatro cruceristas no visita la ciudad, pero los que pernoctan antes o después de embarcar, un 27% del total, se pasan una media de 2,8 días en la ciudad, duermen en buenos hoteles y gastan 230 euros al día.

Los turistas que se apean, embarcan o desembarcan en Barcelona fueron en 2016 2,1 millones de personas, un 14% más que en 2014. Aunque representan solo el 8% de los turistas vacacionales que pasan por la ciudad, su alto poder adquisitivo hace que el 20% del gasto turístico venga de su bolsillo. En 2016, cada crucerista generó 518 euros de facturación, un 20% más que dos años antes.

El autor del estudio, Jordi Suriñach, ha detallado que el impacto directo de los pasajeros, tripulantes y navieras fue ese año de 619 millones de euros, entre hoteles, comida, comercios y suministros para los barcos o agencias de viajes. Si se le suma el impacto económico indirecto (industria, transportes, servicios), la cifra asciende hasta los 1.083 millones.

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Además, la actividad de los cruceros dejó 206 millones de euros en impuestos, y 1,6 millones corresponden a la tasa turística (el 6,7% del total de la recaudación de Barcelona). El sector también contribuye a la creación de empleo: según el estudio, los 2,1 millones de cruceristas de 2016 generaron 9.056 empleados.

Al ser un estudio bianual, los responsables de Clia han evitado valorar la actividad de los cruceros en los últimos meses, marcados por el atentado en la Rambla en agosto, y por las movilizaciones por el proceso independentista en otoño, que llevó a varios cruceros a buscar un desvío en los días de más agitación. Serrano se ha limitado a recordar que el sector necesita “estabilidad”.

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Sobre la firma

Josep Catà
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

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