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Padres, comerciantes y pequeños empresarios, los más afectados por las elecciones en día laborable

Las empresas y comercios se organizan para hacer compatible el derecho a voto con la jornada laboral

Las primeras horas del 21-D han sido muy concurridas. Imagen del Instituto Jaume Balmes, en Barcelona.Foto: atlas | Vídeo: Samuel Sánchez | ATLAS
Josep Catà Figuls

Las elecciones catalanas probablemente más cruciales de los últimos años han caído en día laborable, lo que las hace todavía más inusuales: no sucedía desde las elecciones generales de 1982. Acostumbrados a votar en domingo, los ciudadanos han pasado de compaginar el voto con la fiesta a intentar organizarse para hacer compatible la jornada electoral con el trabajo. Los más afectados han sido los padres y madres que, además de votar y trabajar, han tenido que ingeniárselas para estar con sus hijos, que no han asistido a clase porque la jornada se ha declarado "no escolar". Entre los trabajadores, los que han visto más trastocado su día laborable han sido los comerciantes y los pequeños empresarios.

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"Yo me he tenido que pedir fiesta, porque con las cuatro horas no me basta para organizarme", explica José Antonio junto con sus dos hijos, que hace cola en un colegio del barrio de la Barceloneta de la capital catalana. Este votante se refería al permiso que los trabajadores, en día de elecciones, tienen derecho a pedir a la empresa. El máximo son cuatro horas, aunque depende de la coincidencia de la jornada laboral con el horario de apertura de los colegios.

En general, este permiso ha sido muy demandado en la administración pública y en las grandes empresas, mientras que las pequeñas compañías y los comercios se han organizado para poder votar sin tener que cerrar el negocio. Según PIMEC, la celebración de los comicios en día laborable tiene un coste de 230 millones de euros por la reducción de la productividad, aunque la patronal asegura que la mayor parte de los trabajadores no han pedido el permiso completo. Los sindicatos tampoco han registrado ningún incidente.

En grandes empresas como Seat, con miles de trabajadores, los sindicatos han llegado a un pacto con la dirección para cerrar cuatro horas en cada turno. Según UGT, la firma automovilística dejará de producir 1.000 coches solo en el día de hoy. En el área pública la tónica también es acogerse a los permisos que establece la ley, explican los sindicatos. El objetivo es garantizar el derecho a voto y a la vez poder dar el servicio, especialmente si es de cara al público. En otros casos, sin embargo, la consecuencia de que se puedan pedir permisos es que se vacían las oficinas. "Trabajamos por la mañana, pero todos se han cogido el permiso de cuatro horas", explica un trabajador del departamento de Justicia. 

Es en los pequeños comercios donde la solución no está tan clara: dejar el puesto de trabajo cuatro horas implica tener que cerrar, si solo hay una persona a cargo. Es el caso de Rosa Maria, que regenta una pequeña tienda de ropa y complementos al lado del Palau de la Música, y que ha optado por votar a primera hora, antes de abrir. Esta era la recomendación de la patronal de comerciantes RetailCat. "Creo que es mejor votar en laborable que en domingo, porque así votaremos más gente, normalmente nos vamos de fin de semana", dice, añadiendo que espera que "salga el resultado más sensato": la crisis política, afirma, es la responsable de que en su pequeña tienda las ventas hayan caído en picado desde octubre.

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"Yo tengo toda la tarde para votar, no podemos dejar esto cerrado", explica Juan, propietario de un quiosco al inicio de La Rambla. La mayor parte de los comerciantes han votado después de su turno de trabajo, como Jordi, empleado en un bar del barrio Gótico, que delante de una pancarta en la que se lee "democracia" asegura que irá a votar "sí o sí", aunque será después de trabajar. También los trabajadores de una obra en el Paseo de Gracia han optado por acudir a los colegios después del trabajo. "Tenemos que avanzar con la obra, no podemos irnos a medio día, aunque plegaremos una hora antes", explican Jonathan y Jordi, que terminan el bocadillo de mediodía.

La participación de los trabajadores, a pesar de las dificultades, se prevé de récord, y prueba de ello es que por la mañana se encontraban colas delante de muchos colegios barceloneses. Un presidente de mesa de un colegio del barrio de Sant Pere explica que, según le han contado los interventores, esta vez se han imprimido y repartido muchos más justificantes para el trabajo que cuando los comicios son en domingo. "Nos lo pide bastante gente, y esto puede ser uno de los motivos de que se alarguen las colas", afirma.

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Sobre la firma

Josep Catà Figuls
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

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