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La Gran Vía atasca el Ayuntamiento

Una serie de declaraciones, correcciones y matices manifiesta la falta de entendimiento del gobierno local en la reforma de la calle

La Gran Vía de Madrid en octubre de 2017.
La Gran Vía de Madrid en octubre de 2017.Carlos Rosillo

Una cadena de declaraciones, desmentidos, correcciones y matices de los diversos miembros del gobierno municipal de Ahora Madrid están convirtiendo el debate sobre el futuro semipeatonal de la Gran Vía en una especie de culebrón. El grado de incógnitas (cuándo se cerrará a los no residentes, cuándo comenzarán las obras, cuántos carriles quedarán para el tráfico privado, si bicicletas y autobuses compartirán el mismo carril...) ha llegado a despertar la ironía de la oposición. "No pasa nada por rectificar. Rectificar es cosa de sabios", dijo este miércoles la socialista Mercedes González leyendo las declaraciones del edil de Urbanismo, José Manuel Calvo, sobre este eje y sus propios desmentidos 24 horas después.

En estos meses el Ayuntamiento ha lanzado todo tipo de anuncios sobre la Gran Vía; plazos previstos para el fin de las obras que se han ampliado y reducido en menos de una semana (la última versión habla de finales de 2018...); gastos aún por aclarar pero que podrían fluctuar hasta un 80% más de lo estimado: de cinco a nueve millones de euros. Y, además, una consulta ciudadana que sirvió para legitimar la puesta en marcha de la "semipeatonalización", pero que entre sus preguntas no contempló la demanda de si los ciudadanos querían o no cerrar el tráfico a los no residentes.

"En un primer momento, la propia alcaldesa habló de peatonalización, luego se pasó a semipeatonalización, sin aclararnos bien qué significa esto", remarcó este miércoles la concejal socialista. Y concluyó: "Al final podemos resumir que la repetida semipeatonalización de la Gran Vía se traduce en una calle con cuatro carriles de circulación, lo que parece no estar muy de acuerdo con la primera definición". Calvo, presionado por las preguntas de la oposición, respondió que él "no había rectificado nada", por lo que recibió las miradas sorprendidas de los asistentes.

Todos estos anuncios y desmentidos reflejan la falta de coordinación interna con respecto a la puesta en marcha de la reforma. Después de que Calvo afirmara en una entrevista en Onda Madrid que el cierre al tráfico sería permanente desde enero ("No tendría mucho sentido abrir la Gran Vía al tráfico después de Navidad para empezar las obras un mes después. Lo que haremos será mantener esa estructura para que puedan empezar a operar las empresas que harán la obra", dijo), la junta de gobierno le obligó a desdecirse públicamente.

Aquel enfrentamiento puso de manifiesto el desencuentro entre los dos ediles responsables del futuro de la Gran Vía. Calvo, un joven dirigente de Podemos y concejal de Urbanismo, comparte con Inés Sabanés, concejal de Medio Ambiente y una política cercana al núcleo de la alcaldesa Carmena, muchas de las competencias de la vía. Sin embargo, fuentes del gobierno de Ahora Madrid revelan el "malestar" de Sabanés ante los anuncios de Calvo. Por un lado por no estar pactados previamente, y luego porque de esta manera dejan a la edil la carga más "antipopular": los atascos.

La propia alcaldesa propuso antes del verano aunar las competencias de movilidad en la cartera de Sabanés. La idea, sin embargo, se topó con las "geometrías variables" de las fuerzas que componen Ahora Madrid y se suspendió. Calvo es el único dirigente cercano a Pablo Iglesias con una cartera de peso, y la pérdida de parte de ella no está bien visto en Podemos.

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Este miércoles, Calvo intentó poner un poco de orden al asunto. Detalló que su intención siempre había sido explicar que la Gran Vía no se cerrará al tráfico privado a partir de enero, sino mantener las restricciones de los carriles (de seis a cuatro) en los meses siguientes. Esta última versión implica que los no residentes podrán seguir circulando por la arteria hasta junio de 2018, cuando entre en vigor la gran área de prioridad residencial de Centro.

Calvo también añadió que las aceras se remodelarán, pero que no se rebajará su altura a la calzada, como estaba previsto. La "plataforma única" formaba parte del diseño originario, pero el gobierno local se dio cuenta de que de ser así las personas con movilidad reducida habrían tenido problemas al subir en los autobuses. Esbozó que el Ayuntamiento trabaja en un proyecto internacional para las reformas de las seis plazas aledañas, que todavía no ha detallado. Pero evitó contestar a las preguntas del concejal del PP Álvaro González sobre si el Consistorio tiene los "informes sectoriales para la obra".

La Gran Vía, que debería ser el proyecto estrella del gobierno de Carmena, corre el riesgo de convertirse en una cadena de declaraciones y desmentidos sobre un plan que, entre otras cosas, prevé desviar unos 40.000 coches diarios que "tendrán que buscar alternativas", según Calvo.

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