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La licencia de obras de la Sagrada Familia, en punto muerto

La torre de Jesús ha llegado a los 84 metros de los 172 con los que culminará en 2022

Blanca Cia
Plataforma de la torre de Jesús de la Sagrada Familia a 82 metros de altura actualmente.
Plataforma de la torre de Jesús de la Sagrada Familia a 82 metros de altura actualmente.PEP DAUDE

La Sagrada Familia sigue trepando por el cielo barcelonés exactamente igual que lo ha hecho desde hace más de un siglo: sin licencia de obras del Ayuntamiento de Barcelona. Hace un año, tanto el consistorio como los responsables de la Junta del Templo se emplazaron para afrontar la cuestión de cómo poner fin a la anomalía, algo que comportaría necesariamente el pago de la licencia de obras que, según la previsión municipal, se liquidaría en 2017. De momento, las dos partes reconocen que todavía no han llegado a acuerdo sobre la regularización urbanística y menos, todavía, sobre el coste.

La visita de obras que suele hacer anualmente el templo de la Sagrada Familia en vísperas de las jornadas de puertas abiertas —lo serán los días de las fiestas de La Mercè— evidenció que el ritmo de construcción del templo que ideó Gaudí sigue a toda máquina y que el hecho de que siga siendo un edificio fuera de normativa no altera, en absoluto, el calendario fijado. Con dos fechas en rojo; 2022 como el año en el que se concluirán las torres que faltan —la de Jesús (172 metros), la de María (138) y las cuatro de los evangelistas (135)—y que 2026 como el fin de toda la obra arquitectónica del conjunto del templo, con excepción de la fachada de la Glòria.

“Desde hace un año se está trabajando con el Ayuntamiento con el fin de tener la licencia y regularizar las obras. Para eso se tiene que hacer un plan especial previo que determine la volumetría del edificio. Nosotros hemos hecho una propuesta y estamos esperando la respuesta municipal”, explicaba el arquitecto director de las obras Jordi Faulí al ser preguntado por la licencia de obras. Repreguntado sobre si existía desacuerdo en cuanto al coste de la licencia, Faulí insistió en que no se trataba del coste solamente sino de planeamiento urbanístico global. Otras fuentes conocedoras de las negociaciones entre el templo y el Ayuntamiento apuntan, sin embargo, que el escollo es, precisamente, el pago de la licencia.

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El consistorio, por su parte, no se mueve del terreno de la ambigüedad. Hace un año se determinó que se formaría una comisión con técnicos municipales y del templo. Una mesa de trabajo que se ha reunido en “diversas” ocasiones. No aclara tampoco cuál es el estado de las negociaciones, solo que se encaminan a “un plan especial que dé cobertura a la licencia”. Tampoco aclaran qué pasará con el hecho de que la fachada de la Glòria —la de la calle de Mallorca— esté adelantada sobre la alineación de la acera, una situación que denunciaron los vecinos de la Sagrada Familia ante el propio consistorio. Un adelantamiento que se volverá a repetir en la calle de Provença cuando el templo construya la capilla de la Assumpta que sobresale de la alineación de la acera de esa calle. “Es muy poco, apenas 30 centímetros”, confirmaron portavoces del templo. Esas dos anomalías son, de acuerdo con su versión, dos de las cuestiones que están sobre la mesa de negociación con el consistorio.

Y si la regularización de lo ya construido sobre la manzana que ocupa el templo sigue sin alcanzarse, los planes que tenía la Junta de continuar con la gran escalinata sobre la calle de Mallorca no saldrán del cajón en un buen tiempo: “Eso requeriría un segundo planeamiento urbanístico y entendemos que es mejor dejarlo para más adelante”, concretaba Faulí. Ese planeamiento, de aprobarse, comportaría un reguero de expropiaciones y de realojamiento de las familias afectadas en pisos que, hoy por hoy, están sin construir.

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Las obras del templo avanzan según las previsiones de los responsables de la junta constructora. Ahora, las torres de Maria, de Jesús y las de los cuatro evangelistas— Marc, Mateo, Lluc y Joan— se encuentran en planos parecidos, especialmente la de María, que mide 78 metros, en relación con la de Jesús, que está en 82. Las restantes se encuentran entre los 83 y los 80 metros. La progresión de las torres, especialmente la de Jesús que ahora está tapada por la de María, se apreciará más en el skyline de la ciudad a partir del año próximo. En 2019, la de Jesús llegará a los 116 metros y un año más tarde trepará a los 139.

Un vistazo desde la altura actual de la torre de Jesús deja empequeñecida la torre de las Aguas que levantó Jean Nouvel junto a la plaza de las Glòries. Un efecto visual que será completamente cierto cuando esa torre del templo esté terminada ya que sus 172 metros —los que tendrá cuando se coloque la cruz que la coronará— hay que sumarle otros 30 de la diferencia de cota entre ambos puntos de Barcelona, según explicaba uno de los responsables del equipo. Cuando esa torre esté concluida se podrá subir por ella por escaleras o por un ascensor de estructura de cristal que ocupará el tronco central.

También se podrá pasear por los brazos de la cruz más largos que tendrán 15 metros de longitud, de acuerdo con los detalles explicados en la visita de obras. Asimismo, se podrá transitar por los puentes que existirán entre las torres de Jesús y María, una estructura de paso que ahora ya es perceptible en medio de los andamios.

Fachada del Naixement

La torre de María, en primer plano con las aristas azules.
La torre de María, en primer plano con las aristas azules.

La torre de María será un espacio vacío por el que se proyectará la luz al altar. Otros detalles de esa torre son los elementos de las aristas de los paneles de piedra que son azules y que evocan al color de la mantilla de la Virgen. Todas las torres se están construyendo con el mismo sistema; grandes paneles de piedra que ya vienen montados desde las canteras y que se montan uno a uno formando las paredes de la estructura que se irá estrechando a medida que crezca en altura. En cierta medida, el avance en la construcción de esos anillos va marcado por la disponibilidad de los permisos del transporte de las grandes piezas que hacen camiones que regula la Guardia Urbana e Barcelona.

Cuando concluyan las torres, restarán todavía otros cuatro años para terminar el resto de las edificaciones del templo — una sacristía en el frente de la calle de Provença y una capilla y un baptisterio en el frente de la calle de Mallorca— y el perímetro que lo cerrará. ”Se terminará lo que consideramos el proyecto arquitectónico”, precisó Faulí. Un ritmo de trabajo intenso que responde a una entrada de ingresos millonarios. El año pasado pasaron por caja del templo 4.561.848 visitantes lo que supone un incremento de un 7% respecto a 2015. El 72 % de los visitantes lo hacen por considerar que es un monumento imprescindible de la ciudad y el resto lo hace por motivaciones religiosas. Por nacionalidades, los franceses representan el 12 % de los extranjeros, seguidos por los de nacionalidad americana en un porcentaje que se acerca mucho al 12 %. Italianos son el 8,5 %, los japoneses representan el 6,5 % y los españoles el 6 %. De este último grupo, un 46 % son de Cataluña.

Un volumen de ingresos que les ha permitido un presupuesto para este año de 78 millones de euros, de los que 48,9 se dedican a seguir con la construcción del templo.

La Sagrada Familia también está preparando el plan director para la intervención en la fachada original de Gaudí, la del Naixement de la calle de Marina. Una restauración para la que ya han iniciado los trabajos previos, como el escaneado de toda la estructura, los datos topográficos y 14.000 fotografías que se han tomado punto por punto de las cuatro torres que la forman.

La intervención en esa fachada necesitará de la aprobación de Patrimonio de la Generalitat y también se deberá informar del proyecto a la Unesco ya que se trata de la única parte del templo construida por Gaudí que fue declarada Patrimonio mundial de la Unesco en 2005.

Controles de seguridad visuales y con detectores

Tres agentes de seguridad privada se encargan de revisar los bolsos y mochilas —que no están vetadas— del público que visita la Sagrada Familia por los dos accesos de la fachada del Naixement, en la calle de Marina. A pie de escalera, unode los vigilantes pasa el detector manual por las ropas de algunos, especialmente hombres. Pocas mujeres son sometidas a los detectores. En el interior del templo se ven tres agentes de la misma compañía de seguridad. Y ése es, al menos aparentemente, el dispositivo de seguridad de un templo que ha sido señalado como posible objetivo de un atentado terrorista.

Las obras de los dos edificios del control de accesos, homologadas a las de los aeropuertos con arcos de seguridad y escaners, se empezaron a construir hace nueve meses y tardarán un año más en finalizar, según aclararon ayer los responsables del templo.

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Sobre la firma

Blanca Cia
Redactora de la edición de EL PAÍS de Cataluña, en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en diferentes secciones, entre ellas información judicial, local, cultural y política. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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