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El independentismo llena las calles de Barcelona en la Diada más dividida

Cerca de medio millón de personas, según EL PAÍS, salen a la calle para reclamar el sí en el referéndum. La Guardia Urbana cifra en un millón los asistentes

Miles de personas se concentran en Barcelona por la Diada.Foto: atlas
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La celebración de la Diada en Barcelona quedó monopolizada por el movimiento independentista, que volvió a salir a la calle en defensa del referéndum ilegal del 1 de octubre y del a la secesión. La concentración llegó en un clima de máxima división política tras la aprobación exprés de la ley del referéndum y la de transitoriedad jurídica en el Parlament. Los convocantes de la manifestación, la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural, no consiguieron, sin embargo, su objetivo de convertir la de ayer en la manifestación más importante de su historia. La participación se quedó por debajo de las manifestaciones de 2014 y 2015. Con todo, aprovecharon la movilización para pedir al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, que se declare insumiso a los tribunales.

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A 19 días para la consulta que ha convocado Carles Puigdemont y que ha suspendido el Tribunal Constitucional, centenares de miles de personas se volvieron a manifestar por las calles del centro de Barcelona por sexto año consecutivo. En este caso lo hicieron para reclamar el voto afirmativo al referéndum de secesión, una consulta que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha prometido que no se celebrará. Fueron más de un millón de manifestantes, según la ANC (Asamblea Nacional Catalana); alrededor de un millón en opinión de la Guardia Urbana de Barcelona; medio millón según los cálculos de EL PAÍS; y 350.000 personas con la estimación de la Delegación del Gobierno en Cataluña. Las cifras quedan lejos de las manifestaciones de otros años, como la de 2015, cuando la Guardia Urbana cuantificó la asistencia en 1,4 millones, por lo que el independentismo no logró ayer su objetivo de superar las citas anteriores.

La ANC y Òmnium, entidades convocantes de las masivas manifestaciones que tienen lugar cada 11 de septiembre desde 2012, bautizaron la cita como la Diada del Sí y dispusieron una nueva forma de concentración: un signo positivo formado en las calles del barrio del Eixample por los manifestantes con cuatro pancartas que cruzaron la manifestación por sus cabezas y salieron de cada uno de los extremos de la cruz. Una con el lema Referéndum es democracia y una enorme urna; otra con Pau i llibertat (Paz y libertad) y una gran paloma de la paz, y otras dos pancartas con un escrito en diversos idiomas. Después se incorporó una enorme bandera estelada (la independentista).

Las lonas, de 16 por 16 metros, confluyeron en el cruce del paseo de Gràcia con la calle de Aragón, en el corazón de Barcelona. En la manifestación se habilitó una fila cero en la que se dieron cita, entre otros, el presidente de la Generalitat, prácticamente todos los consejeros de su Gobierno, la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, y todos los líderes independentistas y diputados en el Parlament y el Congreso, como el parlamentario de ERC Gabriel Rufián.

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No acudió la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que horas antes había asegurado que haría “todo lo posible” para que se pudiera votar en la ciudad el 1 de octubre. La concentración volvió a reunir a personas de todas las edades, en muchos casos familias enteras de tres generaciones, ataviadas en esta ocasión con camisetas de un color amarillo fluorescente.

Ambiente festivo

La ANC aseguró que había vendido más de 300.000 camisetas para la concentración. De nuevo, la marcha transcurrió en un ambiente festivo, sin ningún incidente y con pancartas de todo tipo a favor de la secesión, la reclamación de que se celebre el referéndum y críticas al Gobierno del PP. Soraya no fas por (Soraya no das miedo) decía una de ellas en referencia a las críticas vertidas por la vicepresidenta del Gobierno contra el Govern y los dirigentes independentistas.

La manifestación se inició con un minuto de silencio en recuerdo de las víctimas de los atentados de Barcelona y Cambrils el pasado 17 de agosto y con el que se homenajeó el trabajo realizado por los Mossos d’Esquadra y los servicios de emergencia. Después de que las cuatro lonas coincidieran en el centro de la manifestación se iniciaron los discursos. “Hemos ganado de nuevo la calle a pesar de las amenazas”, empezó Jordi Sànchez, presidente de la ANC, antes de agradecer la actuación de Puigdemont, Forcadell, el Gobierno catalán y los grupos parlamentarios de Junts pel Sí y la CUP. “Gracias, no nos habéis fallado”, dijo, en referencia a la aprobación la semana pasada de la ley del referéndum, que suspendió el Tribunal Constitucional horas después, y la de ruptura, que seguirá el mismo camino en las próximas horas o días.

Sànchez insistió en que en los días que quedan hasta el 1 de octubre las entidades independentistas acompañarán al Gobierno catalán. Tras la querella de la fiscalía contra Puigdemont y todo su Gobierno, desde hoy empezarán a aplicarse las decisiones judiciales para impedir el 1-O y la respuesta del secesionismo parece que será la desobediencia. El presidente de la Generalitat dijo el domingo en su discurso institucional de la Diada: “Sólo el Parlamento de Cataluña puede inhabilitar al Gobierno que yo presido. No hay ninguna otra instancia judicial o política que pueda hacerlo”.

Al acabar la manifestación de ayer aseguró que seguirá abierto a negociar con Rajoy “hasta el último minuto” los términos del referéndum. El president destacó que los partidarios de la independencia habían vuelto a salir “de forma masiva”. “[A pesar] de los augurios de aquellos que querían que pincháramos en el compromiso insobornable del talante con el que los catalanes hemos decidido encarar esta situación, de manera absolutamente pacífica y democrática”, añadió.

En la misma línea de desobediencia trazada días atrás por Puigdemont se pronunció ayer el presidente de la ANC. “Nuestra ley es la ley de nuestro Parlamento y nuestra obediencia es la de nuestro Gobierno. Y e1 1 de octubre votaremos”, insistió, antes de reclamar expresamente la desobediencia a la justicia. “Nos hemos de declarar insumisos a todos los tribunales y las leyes que solo buscan la indivisible unidad de su patria”, dijo.

Críticas a la oposición

Desde su tribuna de orador, Sànchez cruzó una línea respetada hasta ayer y cargó contra todos los grupos de la oposición en el Parlament (Ciudadanos, el PSC, Catalunya Sí que es Pot y el PP). Citó a los líderes de estas formaciones por su apellido y les espetó: “No os escondáis, escuchad al pueblo de Cataluña y dejad que hablen las urnas”.

Es una estrategia que coincide con la que han seguido en los últimos días otros líderes independentistas, con Puigdemont al frente, que el viernes reclamó a los ciudadanos que se encaren con los alcaldes de sus municipios que no cedan locales para la consulta y les pregunten por qué no les dejarán votar el 1 de octubre.

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