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El rap de la integración

Ocho jóvenes de Leganés forman un grupo musical cuyos vídeos ya acumulan miles de visitas

Los integrantes del grupo Buscando Fortuna 917 durante un ensayo.
Los integrantes del grupo Buscando Fortuna 917 durante un ensayo. JAIME VILLANUEVA

Ezequiel, Naim, Samir, Antonio, Roa, Rubén, Enrique y Guillermo son los integrantes del grupo de rap juvenil Buscando Fortuna 917 (los números son las tres cifras finales del código postal de Leganés), un proyecto de intervención sociocultural impulsado por la asociación Garaje y que comenzó siendo financiado por Obra Social La Caixa. Todos los jóvenes tienen entre 11 y 14 años y pertenecen al barrio de La Fortuna (12.850 habitantes), componen sus propias letras y han publicado varios temas como Barrio (en el que intentan quitar los perjuicios de la gente hacia el lugar en el que viven) o Madres (para resaltar la importancia de la familia en sus vidas). Han grabado varios videoclips que están en Youtube y acumulan miles de visitas.

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El proyecto Buscando Fortuna se inició a finales de 2015 e inicialmente estaba pensado para jóvenes de entre 17 y 23 años, según el responsable pedagógico de la asociación Garaje, Javier Taboada. Desde que terminó la financiación de Obra Social La Caixa en 2016, la iniciativa ha proseguido gracias a la autogestión de la organización. “Es un grupo de chavales de La Fortuna que tienen muchas expectativas y en ocasiones las propias condiciones del barrio no les permiten desarrollar sus gustos e intereses. Ellos ya estaban familiarizados con el rap porque les gustaba y hacían batallas callejeras, por eso se interesaron por la iniciativa”, explica.

“Aprobar es importante y aprender mucho más, todos somos únicos con algo de especial. Lo ves puedo aprobar sin que te importe mi apariencia”, canta concentrado Samir Azizar, de 14 años, en el estudio. Enrique, Ezequiel y Guillermo observan a su compañero desde fuera mientras repasan su parte del tema. “En cuanto escribimos la letra ya la metemos directamente en la cabeza”, explican los tres. Estos jóvenes no descuidan su profesionalidad, ya que todos tienen un nombre artístico, la mayoría de ellos “puestos por otros raperos mayores del barrio”, cuentan. “Para elaborar los temas nos ayudamos entre todos y ponemos empeño porque estamos haciendo lo que más nos gusta”, cuenta Jet Paint 7, o mejor dicho, Ezequiel Fernández.

A su lado, su compañero Antonio Vaca, conocido artísticamente como Kid Flow, afirma que mucha gente del barrio le dijo que le ha empezado a gustar el rap gracias a la labor que hacen con el grupo. “Mis temas favoritos son Madres y Feliz, que habla sobre hábitos saludables y cosas positivas. Con esto de cantar creo que hasta le caigo mejor a una profesora a la que el rap le parece interesante”, dice entre risas.

Después de grabar su parte en el estudio y salir con una sonrisa de satisfacción, Guillermo Díaz, conocido en el grupo como Rhyme Storm, confiesa que rapear le ayuda a transmitir más fácilmente sus sentimientos. “A mí me cuesta expresar lo que siento y cantando es más fácil. Gracias al rap puedo hablar acerca de mis problemas sin molestar a nadie”, asegura.

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Una gran parte de lo que ha conseguido Buscando Fortuna 917 es gracias al rapero Arturo Álvarez, más conocido como Artes, y Jessica, la educadora social de Garaje. Álvarez, que se dedica sobre todo al hip-hop y tiene varios discos en el mercado, es quien enseña a rapear a los chicos, les da indicaciones mientras graban en el estudio y les ayuda a rimar. “El entorno en el que viven está claro que no es el ideal y para muchos es hostil. Para mí el proyecto se resume en intentar transmitir aprendiendo, porque yo les enseño pero ellos también a mí”, cuenta.

Por su parte, Jessica comenta que los comienzos con los jóvenes fueron un poco complicados por las edades que tienen. “Costó empezar porque no había confianza ni habíamos tenido trato, los chicos me conocían de vista porque me veían por el barrio. Luego todo fue rodado, tenemos un vínculo muy fuerte y es un proyecto que me llena en todos los sentidos”, afirma. La relación es tan cercana entre los chicos del grupo y la educadora, que algunas veces ellos han acudido a ella cuando estaban en problemas y la veían por las calles de La Fortuna.

Este grupo de jóvenes no se pone límites y lo que tienen claro es que el grupo es algo que les llena y sin lo que no pueden vivir. Sin embargo, algunos como Roa, son cautelosos. “Yo sé que algún día me cansaré de rapear y lo dejaré para dedicarme a otras cosas, pero de momento quiero seguir con el proyecto todo el tiempo que pueda”, explica con ilusión.

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