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El tesoro verde de Canillejas

La Quinta de Torre Arias, tras décadas cerradas, reabrió sus puertas en 2016 gracias a la presión vecinal

Interior de la quinta de Torre Arias, en San Blas.
Interior de la quinta de Torre Arias, en San Blas.álvaro garcía

Siempre estuvo ahí, oculta tras las tapias de la calle de Alcalá. En la Quinta de Torre Arias, una finca del siglo XVI, ya no viven aristócratas. Tampoco se crían vacas, ni gallinas, ni se cosecha. Sin embargo, en 2014 germinó una semilla que dos años más tarde llevó al Ayuntamiento de Madrid a abrir las puertas del parque al público: la presión vecinal. A pesar de la conquista, la Quinta de Torre Arias, que estuvo cerrada a cal y canto durante décadas, sigue siendo una gran desconocida. “Recuerdo colarme de niño y ver el arroyo rebosante de agua”, afirma un vecino sexagenario del distrito de Canillejas. En el barrio había una necesidad vital de volver a entrar; la Quinta es parte de su historia.

Tras la muerte de la condesa de Torre Arias, Tatiana Pérez, el Consistorio heredó la finca en 2012. La aristócrata mantenía el usufructo de los terrenos, pero ya había entregado su propiedad al Consistorio en 1986. En 2014, el PP aprobó un plan especial que contemplaba la demolición de varios de sus inmuebles, pero el Tribunal Superior de Justicia de Madrid lo anuló en 2016. Ana Botella había barajado la posibilidad de ceder la gestión de los terrenos a la Universidad de Navarra. Pero la idea contó con la oposición de sindicatos, partidos políticos y vecinos, que crearon una plataforma en febrero de 2014. Desde entonces, se manifestaron todos los domingos del año a las puertas de la finca.

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“Torre Arias supone un gran triunfo para los vecinos. Es un lugar repleto de tesoros”, reconoce Agustina Serrano, vicepresidenta de la plataforma. El día de la inauguración, cientos de ciudadanos guardaron cola para entrar al parque. Ni el frío ni la lluvia les disuadió de recorrer sus caminos de piedra y arenisca. De momento solo se puede visitar el 30% de sus 17 hectáreas. El resto está delimitado por unas cuerdas que, aunque no permiten pasar, dejan vislumbrar su glorioso pasado. “Mucha gente mayor se acercaba a la puerta y nos preguntaba cuándo iban a abrir, porque sus padres habían trabajado ahí”, relata Daniel Liébana, jardinero municipal que trabaja en la Quinta desde 2014.

Construcciones históricas

“En 2016 se hizo un intenso trabajo en el arbolado y en la protección de los espacios que podían ser problemáticos. Ahora se consolidan los edificios, que están en ruinas”, explica Isabel González, jefa de la Unidad de Parques Históricos. El 28 de julio, el Gobierno municipal aprobó un nuevo plan especial que permitirá conservar 13 construcciones históricas y medio centenar de elementos singulares. Además, se redacta un plan director para recuperar el carácter agropecuario de la Quinta. Aunque no se pueden visitar, por riesgo de derrumbe, Torre Arias cuenta con un imponente patio de caballerizas, una vaquería, un matadero y dos invernaderos: “Uno está imposibilitado, pero el otro lo utilizamos para cultivar plantas de temporada”, certifica Liébana.

Edificio principal de la quinta de Torre Arias.
Edificio principal de la quinta de Torre Arias.álvaro garcía
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Que Torre Arias era una zona agrícola lo refrenda el riego por atarjeas, canales elaborados con ladrillo y distribuidos por arquetas, que servían para regar los cultivos. Antes de la apertura de la finca, en 2014, los jardineros municipales solicitaron la creación de huertos: se plantaron 250 metros cuadrados de tierra y la producción se cede a un banco de alimentos para familias necesitadas del barrio. Un año más tarde, los trabajadores inauguraron una nueva huerta, esta de semillas de variedades autóctonas con las que han logrado abastecer tanto a Torre Arias como a otros huertos urbanos de la capital.

Cerradura de la quinta de Torre Arias.
Cerradura de la quinta de Torre Arias.álvaro garcía

Minada de encinas, cedros y laureles, en la Quinta florecen medio centenar de especies. “Es un buen sitio para desconectar”, opina Ángel, de 83 años. Por ahora, el parque recibe pocas visitas, lo que lo hace un lugar ideal para el recogimiento. Con un alto valor paisajístico, el calor es sofocado por las imponentes sombras que proyectan árboles centenarios.

A Puri y a su hijo Sergio les gustaría visitar el interior del palacio, estructura central de la finca. El edificio, revestido de ladrillo visto y de corte victoriano, fue terminado en 1602 bajo el reinado de Felipe III. Antes de quedar en manos de los Torre Arias, perteneció a varias familias de la nobleza y en él se alojaron personajes como el archiduque Carlos, que disputó el trono de España a Felipe V durante la Guerra de Sucesión. Un enjambre de andamios metálicos domina ahora la fachada del palacio, delimitado por una valla y un cartel: “Prohibido pasar”. Los vecinos siguen sin darse por vencidos.

EL PARQUE EN DATOS

  • Superficie: 17 hectáreas
  • Administración: Ayuntamiento de Madrid
  • Horario: En verano, de 10.00 a 20.30. En invierno cierra a las 17.30. No abre los lunes
  • Entrada: Gratuita
  • Puntos de interés: Palacio de Torre Arias, patio de caballerizas, vaquería, invernaderos, Casa de las patatas y matadero, entre otros. Están cerrados al público por riesgo de derrumbe.
  • Cómo llegar: En Metro, estación de Torre Arias (línea 5). En autobús, los números 77, 105, 140 y 153.

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