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El asesino de los Agentes Rurales les remató cuando ya estaban en el suelo

Las autopsias también confirman que los disparos se realizaron a corta distancia

Compañeros de los agentes trasladan el féretro de una de las víctimas en su funeral.
Compañeros de los agentes trasladan el féretro de una de las víctimas en su funeral.Albert García

Ismael Rodríguez, el asesino confeso que mató a sangre fría a dos Agentes Rurales en Aspa (Segrià) el pasado 21 de enero, les remató cuando ya estaban en el suelo, según las autopsias practicadas por los forenses a los cuerpos de Xavier Ribes de 43 años y David Iglesias, de 39. Los cuatro disparos a los dos agentes se realizaron entre 1,5 y 6 metros de distancia.

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Según el informe forense, uno de los agentes presentaba dos heridas, una cerca del esternón que le afectó al corazón y era “incompatible con la vida”. Este disparo se habría hecho a entre 3 y 4’5 metros de distancia. El otro disparo, en la zona parietal posterior derecha del cráneo, fue hecho a poco más de un metro y medio y de arriba abajo. Esta verticalidad del disparo es lo que hace concluir al forense que se hizo cuando el agente ya estaba abatido en el suelo.

En el mismo sentido se manifiesta el forense que practicó la autopsia del otro cuerpo. Este agente presentaba más heridas porque el primero de los disparos, realizado entre 3 y 6 metros, impactó primero en la muñeca del agente, la atravesó y acabó entrando por su mandíbula. Precisamente este hecho hace que desde la Asociación Profesional de Agentes Rurales de Catalunya (ASPARC) se destaque que “el hecho de intentar protegerse la cara levantando el brazo responde a un acto reflejo al ver como el cazador le apuntaba. Esto indica, con toda probabilidad, que si él o su compañero hubieran llevado arma corta, hubieran podido tener una opción de defenderse al ver venir la amenaza”.

El forense concluye en su informe que de las características de las lesiones encontradas “se deduce el orden de producción de las heridas”. Así, mantiene que éste fue el primer disparo, porque la gravedad de la lesión que causó “no permitiría que después moviera el brazo para interponerlo delante de la cara”.

En cuanto al segundo disparo que recibió, entre 2 y 3 metros de distancia, impactó en la región cervical, entró por un lado del cuello y salió por el otro. “La dirección del trayecto es casi perpendicular al eje longitudinal del cuerpo, por lo que se puede deducir que este segundo tiro se tuvo que haber producido encontrándose el cuerpo ya en el suelo, y no durante la caída” concluye el forense. Esto confirma que Ismael Rodríguez remató a ambos agentes cuando ya estaban en el suelo, algo incompatible con la versión de los hechos que dio, ya que mantiene que disparó desde unos 15 metros a los agentes en un acto reflejo y sin saber por qué lo hacía.

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Varios testigos han pasado esta semana por el juzgado que lleva el caso. Uno de ellos ha confirmado que la semana antes del crimen, el 14 de enero, Rodríguez había estado cazando con él en el coto de Aspa con la escopeta que se convirtió en el arma del crimen y para la que no tenía el necesario permiso de armas tipo E.

El juzgado espera todavía el informe de balística. Este deberá determinar si la escopeta del asesino no había sido modificada, y por lo tanto pudo hacer los 4 disparos seguidos, o si por el contrario ya estaba modificada y sólo podía hacer tres disparos y para hacer el cuarto, y rematar al agente, tuvo que cargarla de nuevo.

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