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La Generalitat redujo un 51% la inversión en guarderías durante la crisis

La Fundación Bofill alerta de desigualdades territoriales en la oferta de plazas: en municipios con más paro, hay menos escolarización de menores de tres años

Jessica Mouzo
Perchero de una guardería
Perchero de una guarderíaREUTERS

Uno de cada tres niños catalanes menores de tres años va a la guardería. Se trata de un alto porcentaje de escolarización si se compara con la media estatal pero más discutible si se mira con lupa. Las cifras bailan mucho entre los municipios y, según un informe de la Fundación Bofill, la desinversión de la Generalitat y la falta de un liderazgo público en el sector han complicado el acceso y la cobertura del servicio a las familias más desfavorecidos. Para empezar, la aportación del Gobierno catalán a las guarderías se ha reducido un 51,4% desde 2009 (pasó de destinar 1.800 euros por niño en el curso 2010-2011 a 875 en el año 2012-2013).

El informe constata que, ante los recortes de la Generalitat —también eliminó las ayudas para la escolarización de niños en situaciones desfavorecidas y redujo las subvenciones a guarderías privadas—, las familias y los ayuntamientos han tenido que asumir el peso del servicio. Los consistorios locales asumieron dos tercios de los recortes y traspasaron el resto a las familias en forma de un aumento de las cuotas escolares. Según el estudio, las cuotas de las guarderías en Barcelona pasó de 134 euros en 2009 a 161 en 2014. El precio del comedor aumentó también un 21%.

En los municipios con menor nivel educativo y más paro, hay más déficit de guarderías.

A falta de un control y liderazgo institucional claro —no hay un sistema público de guarderías pese a que la Generalitat tiene la competencia exclusiva de la educación infantil—, los ayuntamientos han tomado las riendas de la situación, cada uno a su manera. En los últimos 15 años, Cataluña ha pasado de tener 327 centros públicos a disponer de 925. Pero el reparto ha sido desigual. "La cobertura de las guarderías varían notablemente entre territorios, moviéndose entre el 21% de escolarización en Santa Coloma de Gramenet y el 61% de Esplugues de Llobregat", reza el informe.

Detrás del código postal se esconden las fuertes desigualdades que existen en el acceso a las guarderías catalanas. En la ciudad de Barcelona, por ejemplo, sólo se ha podido atender al 56% de la demanda. "En los grandes municipios urbanos hay un déficit de plazas grave y el exceso de oferta se concentra en municipios pequeños y medianos que, tras la crisis y la bajada de la natalidad, tienen dificultades para mantener abiertas las guarderías", señala el informe.

Pero las desigualdades no se quedan sólo en un vacío entre la oferta y la demanda. Aunque la guardería se ha configurado también como un instrumento para reducir las desigualdades sociales, el estudio pone de manifiesto que, en la práctica, esta premisa no se cumple: en los municipios con menor nivel educativo y más paro, hay más déficit de guarderías. "Entendemos que hay más necesidad en aquellos municipios en los que la población tiene un bajo nivel educativo y paro elevado, es decir, adultos en mayor riesgo de exclusión social y económica, y por tanto, con mayor probabilidad de transmitir estas dificultades a sus hijos", apunta la investigación. Sin embargo, el estudio alerta de que "hay indicios cualitativos" que señalan que los niños que van a las guarderías públicas podrían estar sobrerepresentando a las familias de clase media alta.

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Sobre la firma

Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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