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Nueva vida para La Rotonda del doctor Andreu

El edificio modernista de la avenida del Tibidabo reabrirá en septiembre con uso de oficinas y comercial

Blanca Cia
La cúpula de l'edifici.
La cúpula de l'edifici.Albert Garcia

Después de años de estar oculto entre lonas y redes, el edificio de La Rotonda, la casa de Salvador Andreu (el doctor Andreu) que también fue hotel y hospital en sus más de cien años de vida, ha descubierto sus fachadas. Una, la histórica, con el templete que la corona en el vértice de la avenida del Tibidabo con el paseo de Sant Gervasi, después de un largo proceso de rehabilitación y reconstrucción; y la nueva, en la esquina con Lleó XIII, un edificio que contrasta vivamente con el conjunto recién restaurado. Toda la obra ha sido realizada por la constructora de Núñez y Navarro que lo compró en 1999 y una década después inició una reforma que no ha estado exenta de polémica.

Una plataforma vecinal, “Salvem La Rotonda”, se opuso frontalmente al derribo del edificio de la esquina de Lleó XIII, obra del arquitecto Enric Sagnier, que finalmente fue al suelo porque, a diferencia del frente histórico, no estaba protegido. Además, la primera propuesta de reforma suponía mayor edificabilidad, algo que también se modificó. Con todo, la nueva Rotonda tiene una superficie construida de 11.000 metros cuadrados con cinco plantas de aparcamiento subterráneo. El uso del edificio reformado será de oficinas y locales comerciales que todavía no se han empezado a comercializar, según apuntaron fuentes de la constructora. El final de la obra está previsto para setiembre, cuando se hará una jornada de puertas abiertas.

Las lonas que han cubierto el edificio en obras se retiraron esta misma semana y han permitido contemplar el brillo de los mosaicos y de la decoración modernista de la cúpula de La Rotonda, obra del ceramista Lluís Bru i Salellas, el mismo que hizo la cúpula de la Casa Lleó i Morera, de otro maestro del modernismo, Lluís Domènech i Montaner. Curiosamente, en el devenir de los años, los dos edificios modernistas, La Rotonda y la Casa Lleó Morera, han ido a parar a manos de Núñez y Navarro, otrora constructor que condenó a la piqueta a decenas de edificios del Eixample. Y algunos modernistas como la Casa Trinxet, de Josep Puig i Cadafalch, y otros que se salvaron in extremis, como la Casa Golferichs, que la constructora compró para convertirla en pisos en los setenta y cuyos derribos fueron parados por la movilización vecinal. Ahora, la constructora Núñez y Navarro se presenta como regeneradora del patrimonio arquitectónico de la ciudad: “La Rotonda se suma a una veintena de otros proyectos en los que el Grupo Núñez y Navarro ha recuperado para Barcelona parte de su patrimonio arquitetónico”,sostiene una nota de prensa.

La constructora ha invertido en la rehabilitación de La Rotonda 70 millones de euros en unas obras que son perceptibles, especialmente, en las fachadas que han recuperado elementos que estaban muy dañados, como algunos pináculos, y otros que habían sido eliminados y se han reproducido. En el interior de la primera, segunda y tercera planta –las originarias de La Rotonda- se han recuperado las vigas de hierro y las jácenas. Pero una parte muy importante de toda la obra se ha concentrado en el refuerzo de la estructura, según explicaban en la visita de obras.

La Rotonda, cuyos primeros planos, de 1900, se levantaron para la construcción de una caseta por encargo del empresario farmaceútico Salvador Andreu, es un claro ejemplo de las múltiples vidas de un edificio en Barcelona. Los primeros planos los firmó el arquitecto Adolf Ruiz Casamtijana y él mismo, pocos años después, en 1906, presentó el proyecto de lo que finalmente fue el hotel de La Rotonda con la cúpula que ha sido una de las señas de identidad al pie de la avenida del Tibidabo. El doctor Andreu quiso ampliar y en 1918 encargó el nuevo proyecto al arquitecto noucentista Enric Sagnier que fue el que construyó el edificio adosado de la calle Lleó XIII, derribado ahora y construido de nueva planta como un inmueble puramente funcional.

Durante años La Rotonda fue el Hotel Metropolitan, un uso que alternó en diferentes etapas con el de Clínica. Fue precisamente en la década de los cincuenta, cuando el arquitecto al cargo del edificio era Josep Maria Sagnier –hijo de Enric- los años en los que se eliminaron los elementos modernistas y se edificaron dos alturas más. Siguió con uso de hotel hasta la década de los sesenta y uno de los lugares habituales de celebración de bodas y bautizos. En 1975, los propietarios, la familia Andreu, plantearon el derribo total de La Rotonda y se salvó por la movilización vecinal que forzó, un año después, que fuera catalogada y protegida, aunque solo en sus fachadas y el templete. En la década de los 80 acogió una clínica de enfermos terminales de la Fundación Sociosanitaria de Barcelona. La ebullición pre olímpica le fue útil a La Rotonda y su fachada y la cúpula fue sometida a una operación de maquillaje que no evitó, años después, que entrara en una fase de deterioro progresivo que pedía a gritos el rescate.

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Sobre la firma

Blanca Cia
Redactora de la edición de EL PAÍS de Cataluña, en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en diferentes secciones, entre ellas información judicial, local, cultural y política. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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