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CLÁSICA

Hermosísima catástrofe

El Liceo termina con 'El crepúsculo de los dioses' un 'Anillo del Nibelungo' de Wagner que comenzó en la temporada 2012-2013

Una escena de 'El crepúsculo de los dioses' en el Liceo.
Una escena de 'El crepúsculo de los dioses' en el Liceo.

Con una inmensa catástrofe catártica y expiatoria —todo debe ser destruido para que todo pueda recomenzar— termina El crepúsculo de los dioses, la obra que cierra El anillo del nibelungo de Wagner, un ciclo de casi 16 horas de ópera que se inicia con El oro del Rhin, sigue con La Valquiria y Siegfriedy que constituye uno de los esfuerzos creativos más colosales de la cultura occidental.

Poner en pie un Anillo es un enorme reto para cualquier teatro tanto desde el punto de vista técnico como artístico pues lo exige todo de todos.

GÖTTERDÄMMERUNG

De Richard Wagner. Producción de la Ópera de Colonia. Gran Teatro del Liceo. Barcelona, 28 de febrero

El Liceo empezó este anillo en la temporada 2012-2013, lo empezó bien y lo ha terminado ahora excelentemente en todos los aspectos. Con aquel Oro del Rhin Josep Pons se enfrentaba a su primera opera escenificada como director titular del teatro y a su primer Wagner escenificado, los resultados fueron buenos, pero los resultados obtenidos ahora con el Crepúsculo son excelentes y el sonido orquestal fue a menudo soberbio. Pons recibió algunos abucheos hace cuatro años en El Oro del Rhin, el domingo, en cambio, el publico se le puso en pie al final del Crepúsculo para saludar el enorme progreso.

La producción del Anillo procedente de la Ópera de Colonia firmada en la dirección escénica por Robert Carsen conceptualmente apunta hacia una actualísima lectura ecológica, social y política del tema: torpes políticos que por ambición de poder quedan atrapados en pactos que no podrán cumplir y acarrearan su destrucción y la de la naturaleza. Teatralmente la producción presenta una minuciosa y acertada dirección de personajes con hermosos hallazgos como presentar la escena entre Hagen y Alberich como un sueño del primero. Visualmente la producción es hermosamente fea a lo largo de las cuatro óperas y abunda en la ambientación de vertedero y los uniformes fascistoides. En El Crepúsculo de los dioses, sin embargo, la catástrofe final con Brünnhilde avanzando hacia la luz es visualmente hermosísima además de teatralmente potente y simbólicamente significativa además de coherente con todo el planteamiento. Vista en conjunto, una buena producción.

En la interpretación debe destacarse en primer lugar la inmensa, antológica, inolvidable Brünnhilde de Iréne Theorin. Por voz, por poder, por entrega escénica la soprano sueca debe ser hoy la mejor Brünnhilde del mundo. Su escena final quedará en la memoria de todos por muchos años.

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El resto del reparto ofreció prestaciones equilibradas a un nivel medio muy alto. Bien por entrega, por valentía, Lance Ryan en el papel de Siegfried, aunque su voz en algunos momentos no suene agradablemente. Enorme, por saber interpretativo y astucia teatral, Eric Halfvarson en Hagen (en substitución de Hans Peter König, enfermo) y plenamente convincente Samuel Youn como Gunther. Flojo Oskar Hillebrandt como Alberich.

Jacquelyn Wagner, debutante en el teatro ofreció muy buenas prestaciones como Gutrune y como Tercera Norna y potentísima, imponente, Michaela Schuster como Waltraute. Bien el coro y el resto de los secundarios.

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