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Una brigada para los sin papeles

El Espacio del Inmigrante, situado en el Raval, presta atención sanitaria, legal y psicológica a personas en situación irregular. El colectivo, de carácter aconfesional y sin ayudas públicas, cumple tres años de labor en Barcelona

Una brigada de voluntarios recorre las calles de Barcelona
Una brigada de voluntarios recorre las calles de Barcelona

No son brigadas militares, pero todos los jueves, desde hace tres años, patrullan las calles del centro de Barcelona. Cargados de folletos informativos, estas "brigadas callejeras" ofrecen asistencia legal, médica y psicológica a los inmigrantes irregulares. Son más de una quincena de voluntarios, pero empezaron siendo tan solo tres. Dos médicos, dos psicológos y un abogado conforman la cuadrilla principal a la que se suman un educador social y pedagogo y una artista musical. La mayoría de estos voluntarios son inmigrantes, hoy afincados en Barcelona, que han vivido en primera persona las trabas y dificultades de dejarlo todo atrás y empezar de cero en un país nuevo. Su experiencia les llevó a crear el Espacio del Inmigrante, una asociación aconfesional que no percibe ninguna ayuda pública y con un objetivo: empoderar a un colectivo que no tiene voz, los sin papeles.

"Surgimos como una indignación hacia el decreto ley que dejó sin atención sanitaria a los inmigrantes irregulares", explica Elvira Parafita, una de las dos médicos que colabora en el Espacio del Inmigrante. Parafita se refiere a la entrada en vigor del Real Decreto Ley 16/2012, impulsado por el Gobierno del PP y aprobado con mayoría absoluta en el Congreso. El decreto recoge que los extranjeros sin papeles quedarían excluidos de la atención sanitaria normalizada.

"Muchos no iban al médico porque, o no se les atendía o se les cobraba dinero, pero también por miedo a ser descubiertos en situación irregular", indica Elvira. "Hace poco acudió a nosotros una mujer embarazada que quería dar a luz aquí, en el Espacio", recuerda. Para evitar que se repitan situaciones similares, los voluntarios realizan acompañamientos a los ambulatorios, informando a los inmigrantes de sus derechos y revisando que se les atienda.

Este espacio, situado en el barrio del Raval, presta también acompañamiento emocional. Douda, un senegalés de 31 años, acudió aquí buscando ayuda psicológica. Sufre depresión y ataques de ansiedad desde que en 2012 le denegaron la renovación de sus papeles. Llegó en patera a Tenerife, con 23 años, y consiguió empleo en Jaén en pocos meses. Largas jornadas de trabajo en el campo dieron su fruto, y Douda conseguía en 2011 la residencia española. Sin embargo, el sueño duró poco. Después de pagar mil euros a un abogado, su expediente quedó archivado y la renovación de sus papeles, denegada. Douda se desplazó a Barcelona, donde vive su hermano, y donde entró en contacto con la asociación. Ahora se gana la vida recogiendo chatarra, con la venta ambulante y arreglando móviles. En su tiempo libre, colabora como voluntario. "La situación de angustia y miedo a ser deportado acabó consumiéndome", relata. "Mis abuelos lucharon en la Primera y Segunda Guerra Mundial contra el fascismo. Yo ahora lucho por una vida digna que parece no llegar".

La asociación acoge cientos de historias de supervivientes. Entre ellas, la de Inder Jeet. Este joven sij de 27 años fue víctima de las mafias de la inmigración. "Soy de casta baja y en India, para conseguir un visado necesitas mucho dinero, así que opté por la vía ilegal", recuerda Inder. Pagó más de 10.000 euros, muchos de sus compatriotas pagaron hasta 20.000. La mafia les robó el dinero y todas sus pertenencias. Con 16 años emprendió un viaje de tres años por África, hasta que consiguió llegar a Ceuta, escondido en el transfondo de un coche y previo pago de 5.000 euros. "He sido deportado en más de 16 ocasiones y he visto más cárceles de las que puedo recordar. Pero soy afortunado, muchos amigos míos murieron en el desierto durante nuestro viaje", explica.

Ocho años de su vida en blanco, después de pasar un año en el CETI y cuatro más vivendo en el monte del Renegado, en ambos casos en Ceuta. Inder consiguió los papeles gracias en Barcelona, gracias a un empresario alemán que conoció mientras era voluntario de una asociación para personas con discapacidad. Actualmente trabaja como cocinero en un restaurante italiano y es voluntario del colectivo. "Asociaciones como el Espacio del Inmigrante permiten a muchas personas como yo compartir su historia. Es un lugar donde, a pesar de estar solo y tan lejos de la familia, podemos crear lazos afectivos, y sentirnos, en cierto modo, como en casa".

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La atención a los irregulares varía en cada comunidad

C.Gil

En Cataluña, el Departamento de Salud ha flexibilizado los requisitos para que las personas en situación administrativa irregular puedan acceder al sistema sanitario de forma gratuita, un derecho otrora reconocido pero enterrado desde la entrada en vigor en 2012 del decreto español que eliminaba de una tacada la universalidad excluyendo a este colectivo de la red asistencial normalizada. La normativa de 2012 sí permitía la atención sanitaria en tres supuestos: las urgencias (por enfermad o accidente); la atención a menores de edad y la atención al embarazo (parto y postparto). La Generalitat, más indulgente que el Gobierno central y contraria a la norma, prometió no dejar a nadie sin asistencia y sacó una instrucción inicial que acordaba mantener la tarjeta sanitaria a las personas expulsadas del Sistema Nacional de Salud (SNS) que llevasen más de tres meses empadronadas en Cataluña. Sin embargo, las entidades sociales denuncian que aún así, muchos todavía se quedan fuera. La nueva instrucción amplía los supuestos para dar atención sanitaria gratuita y permite el acceso al SNS a cerca de 70.000 personas, excluidas según la orden española.

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