Dos años de inhabilitación para los técnicos por el accidente del ‘Péndulo’
Los condenados deben indemnizar a las víctimas con un total de 1,8 millones de euros
El juicio por el accidente mortal de la atracción El Péndulo del Tibidabo concluyó ayer con una condena a dos años de inhabilitación para ocho de los 12 técnicos que trabajaron en la construcción, instalación y mantenimiento de la atracción. Los trabajadores, culpables de un delito de homicidio imprudente, otro de lesiones con secuelas, y uno de heridas leves, recibieron una pena de prisión igual a su condena de inhabilitación.
La instalación se derrumbó el 17 de julio de 2010, provocando la muerte de una joven de 14 años, y lesiones en los otros tres ocupantes que se encontraban a bordo de la atracción. Una de las víctimas, Laia T., padece una discapacidad del 57% en una pierna, como resultado del accidente.
La sentencia pactada con las partes, y por tanto irrecurrible, que dictó la titular del Juzgado de lo Penal 22 fija en cambio un año y medio de inhabilitación para Carlos R; en el caso de José Antonio M., la condena asciende a un año y nueve meses. Dos de los técnicos, Norbert T. y Noriega P., quedaron libres de cargos, al considerarse su responsabilidad en los hechos secundaria
La sentencia exime a los penados de pasar por la prisión si carecen de antecedentes penales. La Fiscalía, que inicialmente solicitó penas de tres años y medio de cárcel para los 12 imputados, admitió la rebaja de la condena después de que los imputados aceptaran indemnizar con 1,8 millones a las víctimas.
Los técnicos han recibido una pena de prisión igual a su condena de inhabilitación
La mayor cuantía, 1,2 millones, se dedicará a compensar la familia de Laia T., para hacer frente a “los gastos por las secuelas del accidente”, explicó Josep Riba, letrado de la defensa. El monto restante se repartirá entre las familias de las otras víctimas. Los allegados de la joven fallecida recibirán 500.000 euros.
Enrico F., propietario de Far Fabbri, la empresa que construyó la atracción, fue condenado también a dos años de prisión e inhabilitación. Durante el juicio, pidió disculpas a las víctimas por “las consecuencias que pudieran haber causado los eventuales errores” en el diseño de la atracción.
El informe pericial del accidente apuntaba a la debilidad de los anclajes de la instalación como una de las causas del suceso, junto con la mala mezcla del hormigón que conformaba su base. La atracción, además, tenía una estructura de acero inadecuada, según el documento. De unos 40 metros de altura, contaba con un brazo articulado de 25 metros de longitud del cual colgaba una góndola a la que subían los pasajeros. El brazo balanceaba a los visitantes describiendo un movimiento pendular, que alcanzaba los 100 kilómetros por hora.