_
_
_
_
_

Anatomía de una ballena varada

Voluntarios de la Sociedade Galega de Historia Natural reconstruyen el esqueleto de un gran cetáceo encontrado en 2004 en Ponteceso

De sumergirse a grandes profundidades en aguas atlánticas a colgar del techo del Museo da Natureza de Ferrol con sus poderosas mandíbulas de 200 kilos preparadas para la inmersión. Es uno de los esqueletos de ballena de aleta más grandes que se conservan y el más completo de España, con unas dimensiones que cuesta imaginar a flote desde los 530 kilos que pesa su cráneo hasta la última de las 59 vértebras en que termina su cola pasando por las dos filas de su costillar.

En la transición que sacó al cetáceo del mar para dejarlo suspendido en el aire hay toda una década de trabajo voluntario de la Sociedade Galega de Historia Natural (SGHN) para despiezar el cadáver de la ballena de aleta o rorcual común (Balaenoptera physalus) que embarrancó el 19 de marzo del 2004 en la playa de Niño do Corvo, en Ponteceso. Cuenta Javier Couto, de la agrupación local de Protección Civil, que el animal llegó vivo al arenal pero sin posibilidades de sobrevivir embarrancada en A Costa da Morte, que también fue su camposanto.

Era una hembra adulta y famélica de 18 metros de largo de las que nadan nada en grupo bajo las aguas frías del Atlántico, bastante lejos de la plataforma continental como a unos 500 kilómetros de la costa gallega. Los ecologistas, leyendo su necropsia, presumen que enfermó y vagó desorientada hasta tropezar con la arena donde sirvió unos días como atracción turística con los escolares montados a horcajadas.

La trocearon con sumo cuidado para poder sacarla del cajón de piedras y arena en el que se había atascado el cadáver de una inmensa ballena que pronto comenzó a descomponerse al sol. A la titánica tarea -que documentaron en vídeo y muestran al público en el museo- se sumaron un par de helicópteros de la Xunta, varias palas y muchos viajes en camión para trasladar el costillar hasta Ferrol.

La mayor parte de la carne fue a parar a la incineradora de Sogama y los huesos los sepultaron bajo tierra en una parcela municipal de los montes de Brión para una “descomposición controlada” que iban calibrando mediante catas, explica Juan Ignacio da Silva, uno de los miembros más activos de la SGHN ferrolana.

“Teníamos mucha ilusión por poder montar el esqueleto completo”, confiesa, más que satisfecho por el resultado de un trabajo cooperativo con mas voluntad que medios. No fue nada fácil, cuentan en esta entidad ecologista, porque el gasto de remover el rorcual desde el puerto de Santa Mariña de Brantuas (Ponteceso) a Ferrol les ha supuesto unos 23.000 euros, algo más de lo que les proporcionaron la Diputación coruñesa y el Ayuntamiento ferrolano para financiar la reconstrucción. El cráneo, por ejemplo, explica Da Silva, estaba fragmentado en 74 trozos grandes y pequeños que han tenido que ensamblar como un puzle de cetáceo marino después de desinfectar a conciencia unos huesos rugosos como lijas que se pueden palpar.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

El armazón de huesos -tonelada y media de ballena varada- se expone desde el viernes en el primer piso de la antigua Casa del Coronel de Canido, el barrio alto de Ferrol, donde reubicaron los fondos de un museo tan valioso como maltratado por las Administraciones.

“Es la ballena más grande en el sitio más pequeño”, ironiza Ignacio da Silva. Es una forma humorística de lamentarse por el escaso eco que tiene el buen hacer de esta entidad, fundada en 1973 y que se nutre de donaciones, voluntariado y las cuotas de los socios y que tienen un marcado carácter didáctico para niños y mayores.

El esqueleto de la ballena que ahora baila en el techo del museo aguardó durante años en un gran baúl, por llamarle así dice Da Silva, esperando el momento y el espacio para desplegarse, como otros huesos y fósiles que tienen inventariados y escondidos por falta de sitio donde exhibirlos. La Sociedade Galega de Historia Natural de Ferrol atesora entre sus fondos una de las mayores colecciones de cetáceos marinos de España: guardan restos de 17 de los 25 especies que nadan frente al litoral de Galicia y un rarísimo ejemplar de tiburón duende, una especie casi prehistórica y difícil de ver en cualquier otro museo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_