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La agresión fantasma de Tetuán

Ni “apuñalamiento a un dominicano”, ni “inmigrante chileno”. Una guerra de falsedades entre ‘okupas’ de ideología opuesta incendia la red y el distrito madrileño

Patricia Ortega Dolz
Asamblea de vecinos del distrito de Tetuán celebrada el lunes para expulsar a los okupas de extrema derecha del barrio.
Asamblea de vecinos del distrito de Tetuán celebrada el lunes para expulsar a los okupas de extrema derecha del barrio. jaime villanueva

Esta es la historia de un supuesto inmigrante agredido brutalmente el pasado miércoles que en realidad es un joven español de 22 años que vive con sus padres adoptivos en un lujoso piso del barrio de Salamanca. Y también la de un dominicano de 41 años supuestamente apuñalado que en realidad se cayó el pasado domingo por la noche y se cortó con los cristales rotos de una litrona de cerveza. Esta es la historia de una gran patraña que ha convertido el barrio de Tetuán en un polvorín en cuestión de semanas, después de que esos hechos fuesen interpretados por colectivos de okupas del barrio y por los propios vecinos como “ataques racistas” de “neonazis” y “xenófobos” y señalaran a los últimos inquilinos de la zona —también okupas pero de extrema derecha— como los autores de las supuestas agresiones.

Las últimas tensiones se vivieron la noche del lunes, cuando un grupo de cinco inmigrantes de origen dominicano —según los policías que controlan la zona— atacaron con botellas de cerveza llenas de gasóleo —a modo de cócteles molotov— el edificio de oficinas de la calle de Juan de Olías en el que desde el 18 de agosto se instalaron cinco jóvenes simpatizantes de MSR, el partido neonazi Movimiento Social Republicano, con la excusa de llevar a cabo una acción social para “ayudar a las familias españolas del barrio”.

Entretanto, ayer por la tarde, O. J. E., el supuesto chileno que colgó sus fotos en Twitter después de recibir una brutal paliza, estaba con sus padres y con su perro en su casa. Todavía se apreciaban en su rostro las secuelas de la agresión sufrida y se limitaba a decir: “Muchas de las cosas que se han publicado no son ciertas”.

El supuesto “apuñalado” reconoce que no fue agredido

Lo cierto, según fuentes cercanas a la investigación, es que este joven (nacido en Chile pero adoptado por unos padres españoles) no fue capaz de dar detalles sobre sus supuestos agresores a los que calificó de “neonazis” inicialmente. Lo cierto es que, con el argumento de que es “un anarquista, que no cree ni en el Estado ni en el sistema”, se negó a declarar nada más ni a dar más detalles del supuesto ataque del que fue objeto y, en consecuencia, no ha sido posible comprobar la identidad de sus presuntos atacantes.

Por otra parte, R. D. P., el dominicano supuestamente atacado, no fue apuñalado sino que se cortó al tropezar cuando corría “porque había oído a alguien gritar: ‘¡Que vienen los nazis!”, así lo declaró a los policías el lunes por la mañana, tal y como explicaba ayer la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes, y después de reconocer que nadie le había agredido, ni tipos con máscaras blancas —como supuestamente se dijo inicialmente— ni nadie.

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El llamado “chileno” es un joven español del barrio de Salamanca

Las máscaras blancas son precisamente el símbolo corporativo de los okupas de extrema derecha recién instalados en el corazón del barrio de Tetuán. De ahí que, al difundirse esa supuesta declaración del ciudadano dominicano, se les relacionase casi automáticamente y se les acusase de ser los supuestos “autores de su apuñalamiento”. Sin embargo, varios vecinos fueron testigos del incidente y han asegurado que “el hombre estaba muy borracho” y que por esa misma razón se tropezó y se cortó y clavó los cristales. Fueron esos mismos vecinos los que avisaron al servicio de emergencias para que le atendieran la noche del pasado domingo en plena calle.

Las redes sociales —de uno y otro bando— hicieron el resto. Todo se leyó y se contó en clave de “xenofobia” y de “racismo” en ese popular barrio coincidiendo con el asentamiento de esos nuevos okupas que se definen como “patriotas”, cuyo lema es: “Ayudas sociales para nacionales”, y que envuelven con la bandera española cualquiera de las actividades que desarrollan, hasta el reparto de bocadillos.

Manifestaciones de repulsa contra esos nuevos inquilinos y sus provocaciones —se asomaron a las ventanas con las máscaras blancas puestas el día de la protesta—, asambleas vecinales para lograr su expulsión del barrio —el pasado lunes—, pedradas y botellazos contra ventanas —casi a diario—, insultos y enfrentamientos verbales, mayor presencia policial en la zona, reuniones de vecinos con la presidenta de la Junta de Distrito —prevista para hoy mismo—, otra pendiente con la delegada del Gobierno, órdenes de desalojo de los edificios a la espera de que las tramite el juez... Pese a la falsedad de las primeras interpretaciones, los enfrentamientos entre okupas de extrema izquierda —que viven en el centro social del barrio de La Enredadera desde hace años— y los nuevos —que han bautizado su sede como Hogar Social Ramiro Ledesma en honor al histórico falangista— se suceden en una enloquecida espiral de violencia y en un distrito de más de 155.000 almas de las que el 17% son inmigrantes.

Pendientes del desalojo

P. O. D.

Las tensiones, agresiones e incidentes generados por la fuerte rivalidad entre dos colectivos de okupas antagónicos ideológicamente y vecinos —separados por cinco calles— en el distrito de Tetuán tiene los días contados. Serán exactamente los que tarde el magistrado del juzgado de Instrucción número 48 en resolver el informe presentado en la mañana de ayer por la policía para solicitar el desalojo de los últimos en llegar, el grupo de extrema derecha que ha bautizado su nueva sede en el número 11 de la calle Juan de Olías como Hogar Ramiro Ledesma en honor al histórico falangista y lo ha coronado con una bandera española.

Las investigaciones llevadas a cabo por los agentes, las manifestaciones en su contra y la repulsa manifestada por los vecinos, que los ven como “foco de desestabilización” del barrio, anuncia que “los patriotas” —como se definen— serán los primeros en salir.

Los del colectivo de extrema izquierda, ubicados en el centro social La Enredadera, ya fueron desalojados el pasado mes de octubre pero volvieron a ocupar su espacio. Se trata de un edificio con dos espacios convertidos en “centros sociales” y comunicados por una galería por un pasadizo. Hasta la fecha, esa especie de salvoconducto les ha permitido bascular entre uno y otro y esquivar las órdenes de desalojo para continuar con sus actividades sociales. Pero no está claro que no sean los siguientes en volver a ser desalojados tras los hechos —falseados y reales—) ocurridos en últimas semanas.

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Sobre la firma

Patricia Ortega Dolz
Es reportera de EL PAÍS desde 2001, especializada en Interior (Seguridad, Sucesos y Terrorismo). Ha desarrollado su carrera en este diario en distintas secciones: Local, Nacional, Domingo, o Revista, cultivando principalmente el género del Reportaje, ahora también audiovisual. Ha vivido en Nueva York y Shanghai y es autora de "Madrid en 20 vinos".

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