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Yoga al aire libre

La vida de esta cantante zaragozana, con nuevo disco a la venta, se evapora entre teterías árabes y los metros que separan un estudio de música y la casa de una amiga

Carmen París, en el restaurante Basha.
Carmen París, en el restaurante Basha.Luis Sevillano

1. Esquina de Olmo con Calvario. Cuando llegué a Madrid conocí al pianista Chano Domínguez en el Candela. Él me produjo más tarde mi disco Incubando (2008). Su estudio estaba entre estas dos calles, donde también vive una amiga. Así que me pasé varios meses sin salir de este cruce, pasando casi todo el tiempo en los pocos metros que los separaban.

2. Restaurante árabe Basha. Vengo habitualmente. Me encanta la gastronomía árabe desde que fui por primera vez a Egipto, hace 13 años. Luego volví en enero de 2012 y vi cómo estaba todo después de acabar con la dictadura. Aquí lo recuerdo pidiendo una shisha o narguile y un té (Plaza de Matute, 7).

3. Entrevías. Es donde vivo desde hace unos años. Enfrente de casa tengo un parque y me da la vida. Hay un mirador y se ve toda la ciudad. Me da la sensación de estar en un pueblo como en el que me crié. Es una zona a unos minutos del centro, pero puedes hacer allí toda tu vida.

Improvisando la jota

Carmen París (Tarragona, 1966) se crió en Zaragoza y se estableció en Madrid. Esa mezcla geográfica la ha aplicado también en lo musical, donde mezcla música andalusí y flamenco o jota con jazz, como en su último disco, Ejazz con Jota.

4. Zenedhu Wellness. Es un centro de terapias alternativas. Donde acudo a desintoxicarme del día a día y a recibir tratamientos naturales. Es curioso, porque está en plena calle de Atocha, que es muy ruidosa, y cuando entras te metes en una burbuja, en un espacio de paz (Atocha, 43).

5. Sala Galileo. No solo he dado mis mejores conciertos, sino que también he acompañado a muchos. Era raro el mes que no actuaba. Me decían de broma que era una fija. Y siempre acababa cerrando el bar. Es el escenario donde presento mi nuevo disco, EJazz con Jota (Galileo Galilei, 100).

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6. Café Central. Aunque no he cantado nunca, he colaborado mucho y me encanta. Tiene un programa muy bueno y espero que ahora, con el álbum de jazz, me salga algo… (Plaza del Ángel, 10).

7. Populart. Tampoco he tocado, pero he ido a ver muchos conciertos. Espero que dure mucho, porque con la desaparición del festival de jazz, la subida del IVA y el ataque a la cultura lo tiene difícil. Conforma —junto al Café Central y al BoggieJazz, en Barquillo— la Santísima Trinidad del jazz. Son lugares sagrados que deben mantenerse (Huertas, 22).

8. Templo de Debod. Hace mucho que no voy, pero le tengo mucho cariño. No sólo porque sea uno de los sitios típicos, sino porque estuve un año yendo a sus jardines a tomar lecciones de yoga kundalini. Era al aire libre, incluso en invierno. Durante aquella temporada, me pasaba el día esperando a que llegara la hora de las clases (Paseo del Pintor Rosales, 2).

9. Bar Sevilla. Está en Entrevías, cerca de casa. Voy cada mañana a desayunar y leer el periódico. Es un bar familiar y tiene de todo: cafés, picoteo, cañas, fútbol… A la hora que yo voy se juntan todos los trabajadores del barrio. Allí me codeo con maestros de los colegios de alrededor, albañiles de las obras o cajeras de los supermercados (Campiña, 20).

10. Círculo de Bellas Artes. He ido a todo tipo de cosas: conciertos, exposiciones, reuniones, obras de teatro y reivindicaciones en contra de la pérdida de presupuesto destinado a mantenerlo. Es un lugar de Madrid que no puede bajar su actividad. Sería un drama para la ciudad, como la pérdida de salas de teatro o de cine y la desaparición de actos culturales o festivales. No podemos permitir que se destroce así la cultura (Alcalá, 42).

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