Cautelas socialistas
La primera prevención es sobre la propia organización de los procesos de primarias
El secretario general de los socialistas valencianos, Ximo Puig, se ha apuntado un significativo tanto en la Conferencia Política del PSOE, al conseguir, en tándem con los socialistas andaluces, que las distintas federaciones puedan elegir al candidato socialista a sus respectivos gobiernos autonómicos mediante primarias abiertas a los simpatizantes siguiendo su propio calendario. Estos procesos, que pueden abrirse antes que los de la elección, también por primarias, del próximo candidato socialista a la Presidencia del Gobierno de España y probablemente de su secretario general, supondrán una pequeña inyección de democracia para intentar revitalizar la enfermiza vida política de todo el Estado español. Sin embargo, la salud democrática española es tan débil que cabe albergar razonables dudas sobre los resultados del tratamiento.
La primera de las cautelas que se abre es sobre la propia organización de los procesos de primarias. Si el sistema de recogidas de avales para poder presentarse es tan excluyente como el utilizado en Andalucía, que dejó fuera de la liza a todos menos a la designada por el aparato, la frustración está garantizada. Un proceso como el que permitió a Susana Díaz alzarse con el santo y la peana es percibido por la ciudadanía, con toda la razón, como una pantomima. En casos así, la supuesta medicina no produce siquiera el efecto placebo de echarle en cara al PP y a UPyD lo oligárquico de sus métodos internos para elegir dirigentes y candidatos. Pero además de garantizar la concurrencia de unos y otros, los procesos de elección de las candidaturas autonómicas no deberían quedar limitados a asegurar que en las listas hay una igualdad de mujeres y hombres, sino que también deberían posibilitar el emplazamiento en ellas de los que han obtenido más apoyos. De forma que no sea sólo el elegido y su aparato quien conforme el resto de miembros de la lista y su lugar, sino que estas deberían integrar, en función de los apoyos de militantes y simpatizantes, al resto de candidatos. En el caso del PSPV-PSOE, de aplicarse un procedimiento rigurosamente democrático, se impediría la laminación por el aparato de dirigentes con reconocimiento y apoyo social, como son Ana Noguera y Manolo Mata, por citar dos ejemplos evidentes de marginación del talento en aras de la fidelidad sectaria.
Otro gran problema para la regeneración democrática de la organización socialista es que en la conferencia política no prosperó la propuesta de extender las primarias abiertas a los simpatizantes en la elección de los candidatos a alcaldes y concejales. La iniciativa también de Ximo Puig, aunque limitada a los ayuntamientos de más 20.000 habitantes, hubiera dado juego, contribuyendo a la participación democrática de muchos ciudadanos, que pese a sus convicciones progresistas, cada vez se sienten más distantes del PSOE.
Con todo, es de temer que el talón de Aquiles que atenaza la separación de los políticos de los ciudadanos es la deuda de los partidos con los bancos. Una vez en el poder se producen condonaciones, pero estas nunca son gratis y al final, como siempre, quien paga, manda. Así que mucho cuidado con lanzar las campanas al vuelo, porque a veces tocan a muerto.
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