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El puerto anclado en el pasado

A 60 kilómetros de Madrid, el Puerto de Navacerrada sufre décadas de abandono La Comunidad de Madrid invirtió en el último plan tres de los 10 millones de euros previstos

Esther Sánchez
Vista de una de las residencias abandonadas en Navacerrada.
Vista de una de las residencias abandonadas en Navacerrada.SANTI BURGOS

El puerto de Navacerrada, emblema de la sierra del Guadarrama a 1.858 metros de altitud y cuna de la práctica del esquí en España, languidece víctima de décadas de abandono. Mala gestión y desidia administrativa son las razones que barajan los vecinos y empresarios de este paraje con unos valores naturales innegables y a tan solo 60 kilómetros de Madrid. El resultado es visible en las ruinas del club Alpino Guadarrama que saludan al visitante desde la ladera de Guarramillas, o, un poco más adelante, en el albergue Álvaro Iglesias con sus puertas cerradas a cal y canto; o en la Residencia Navacerrada (conocida como La Cucharilla), propiedad de la Comunidad de Madrid, que cerró en noviembre de 2011 el servicio de comedor “por ser deficitario”, indica la Consejería de Educación, o en la denuncia de los propietarios de los apartamentos situados en la parte baja por carecer de servicios mínimos como el de limpieza.

“Es un paraje al que siempre se va pero nunca se conoce”, sostiene el geógrafo Álvaro Blázquez, autor del estudio Explorando el puerto de Navacerrada. “Más allá de Venta Arias, de la carretera de subida o de la propia estación de esquí existen albergues y edificios de viviendas infrautilizados o abandonados, mezclados con algunos que mantienen su actividad como las residencias militares”, prosigue.

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No siempre fue así. “Hubo momentos en los que parecía Austria”, evoca Juan Antonio González, conocido como Peloncho, uno de los más veteranos profesores de esquí del puerto. La época dorada se concentró entre los años sesenta y principios de los ochenta. "Ahora seguimos porque somos unos románticos y nos encanta ver a los chavales por aquí, cualquier otro habría cerrado”, remacha Julián Velasco, Piri para los amigos, otro conocido instructor de esquí en el edificio de la antaño próspera escuela, que, a pesar de los tiempos, consiguen sacar adelante con gran esfuerzo, algún patrocinio “muy bienvenido” y ofreciendo actividades relacionadas con la montaña además del esquí.

La falta de nieve, los cambios de hábitos de los esquiadores que prefieren estaciones con más longitud de pistas, junto con el reparto de la propiedad del suelo entre la Comunidad de Madrid (ayuntamientos de Cercedilla y Navacerrada) y la Junta de Castilla y León (Real Sitio de San Ildefonso) han complicado la situación. En una vuelta de tuerca más, los propietarios de los edificios dependen de una concesión administrativa que caduca en 2019, fecha en la que los terrenos revertirán al Ayuntamiento de Cercedilla.

“El puerto está situado en monte de utilidad pública y fue la forma en la que se pudieron autorizar las construcciones”, aclara Blázquez. Pero con fecha de caducidad. Este es uno de los motivos, para Francisco Sanchís, concejal popular de Cercedilla, municipio sobre el que recae la gestión administrativa del paraje, “por los que todo se encuentra parado hasta ver qué ocurre". "Estamos hablando con la Comunidad de Madrid y los propietarios para encontrar una solución”, añade.

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En 2009, el Gobierno Regional anunció un ambicioso plan con una inversión prevista de 10 millones hasta 2012 bautizado como Restablecimiento del antiguo esplendor del puerto de Navacerrada dándole un carácter nuevo. De los que, según datos del PSOE, se ha llegado “como mucho” a invertir tres. La Consejería de Medio Ambiente no da cifras, pero considera un éxito la intervención, que ha finalizado con la plantación de 18.000 árboles y arbustos, la mejora de la senda Arias y de varios taludes, renovación del aparcamiento y de los accesos al telesilla de Guarramillas, nuevo mobiliario, aseos públicos, entre otras mejoras.

Por el camino quedó la creación de un centro de interpretación —que el Ayuntamiento de Cercedilla reclama para el pueblo— o el derribo del club Alpino Guadarrama, debido a una decisión de última hora de Esperanza Aguirre, expresidenta de la Comunidad de Madrid. En mayo de 2010, a pie de puerto y con la maquinaria a punto, preguntó, ante la perplejidad de su propio equipo, periodistas y público en general: “¿Y por qué queréis demoler eso?”. Y no se tiró. Se adjudicó a la empresa Inergia, S.L. con la misión de construir un hotel de lujo con 25 habitaciones y spa. De momento, las ruinas del edificio continúan ahí impertérritas.

Los socialistas han criticado el cambio de planes. Antonio Fernández Gordillo, portavoz de Medio Ambiente del grupo socialista de la Asamblea de Madrid, considera que se han vulnerado procedimientos administrativos y ambientales en la transformación de uso de albergue a hotel. “No se han valorado toda una serie de infraestructuras y recursos hídricos, sobre todo cuando se autoriza una ocupación de 6.800 metros cuadrados, prácticamente el doble de la anterior”, sostiene.

El plan tampoco ha obtenido el aprobado del presidente de la Asociación de Vecinos del Puerto de Navacerrada, Andrés Francisco Pino, que lo describe como “otro lavado de cara más, pero solo a la parte de arriba”. Pino representa a los propietarios de los 346 apartamentos de los 10 edificios de entre cinco y ocho plantas que se levantaron en la zona baja entre 1967 y 1990. Vive allí desde 1988 y sabe “perfectamente” que no es la Gran Vía. “Pero ¡qué menos que un servicio de limpieza!”, exclama. Asegura que, de momento, solo recogen la basura. “Antes asfaltaban las calles de vez en cuando. Cercedilla nos dijo que lo haría en octubre; ahora lo ha retrasado a la llegada del bueno tiempo. Ya veremos”, ironiza.

“La parte alta del puerto, lo que todos conocemos, funciona por los excursionistas y sobre todo los fines de semana”, explica Blázquez. Otra cosa es la parte baja, donde se levantan los bloques, que se ha convertido en un núcleo infrautilizado. La asociación de vecinos calcula que habrá unos 25 apartamentos ocupados de forma permanente. “O menos”, contesta Ignacio, un informático que reside desde hace nueve en uno de los edificios y que no ha visto “ninguna variación a mejor”. “Es muy complicado vivir aquí y menos con familia. No limpian, no hay casi transporte público, unos cuantos trenes y algún autobús. Yo cojo el coche todos los días y lo dejo en Villalba, de ahí tomo el Cercanías a Madrid”, explica.

Las intervenciones y proyectos fallidos se han sucedido a lo largo de los años sin dar los frutos esperados. La gestión de la estación de esquí y del albergue Álvaro Iglesias pasó de ser privada a pública en 1981, cuando la Diputación Provincial de Madrid adquirió la empresa Tagsa, que se encontraba en quiebra. En 1993 cambió el nombre por Deporte y Montaña. Ese año la Asamblea de Madrid aprobó, con los votos a favor de PSOE, PP e IU, un proyecto que proyectaba un túnel para atravesar la sierra y un aparcamiento subterráneo de tres plantas. Plan que se quedó en la instalación de 58 cañones de nieve. Las pérdidas se acumulaban y la Comunidad de Madrid decidió volver a privatizar la estación. En 2007 la empresa Inversiones Río, S.A. resultó adjudicataria del 99,27% de las acciones por 328.700 euros.

Ahora luchan por sacar adelante la estación. “De momento, no tenemos beneficios pero, mientras consigamos lo comido por lo servido, seguimos adelante. Hay que tener en cuenta que cuando salió a concurso las instalaciones estaban abandonadas y vamos recuperando poco a poco”, explica Aurora Guerrero, directora financiera de la estación. Lo que tienen claro es que es un lugar perfecto para iniciarse en la práctica del esquí y que seguirán invirtiendo. “Tenemos 15 cañones en la parte baja y queremos instalar en la parte alta, además de ofrecer otras actividades como paseos con raquetas, rutas, el telesilla de Guarramillas para subir a la Bola del Mundo …, porque no se puede vivir solo de la temporada de esquí”, concluye. A pesar de sus esfuerzos, la temporada pasada (2011-2012) visitaron la estación en torno a 20.000 personas, un 50% menos que el periodo anterior.

“Lo que necesitamos es una estación moderna, con buenos servicios de accesibilidad y mejora del transporte público”, aporta el socialista José Luis Vázquez, alcalde del Real Sitio de San Ildefonso, municipio propietario del terreno que ocupa el aparcamiento. “Y de la zona esquiable, que es segoviana y no madrileña como piensa todo el mundo. Vamos que nosotros ponemos el valor añadido y Madrid recoge los beneficios”. En su intención de mejorar la movilidad y quizá, obtener algún beneficio, Vázquez sacó a concurso la gestión del parking. Con la polémica añadida de cobrar por aparcar. “La empresa concesionaria está negociando con la Comunidad de Madrid y la estación de esquí establecer unos bonos para los usuarios, con lo que supongo que se empezará a cobrar en Semana Santa”, aclara.

Ecologistas en Acción apunta directamente a unos políticos “mediocres y sin visión”, que, en opinión de Ángeles Nieto, “invierten en el puerto con acciones descoordinadas sin un objetivo de conjunto que a lo único que favorecen es a la estación de esquí”. Algo que considera incomprensible teniendo en cuenta que cada vez hay menos nieve y las temperaturas son más altas con lo que es “no es viable ni con cañones”. Como solución plantea la elaboración de un plan serio que incluya la demolición de los edificios inservibles, reutilizar las instalaciones existentes que se puedan salvar y favorecer los usos alternativos. “¿Por qué el puerto de Cotos —a seis kilómetros de Navacerrada—, donde se desmanteló la estación de esquí, está lleno los fines de semana y Navacerrada vacío?", lanza el guante a la espera de una contestación.

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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