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Mas llama a Rajoy a evitar la “colisión”

El presidente catalán presenta la consulta de autodeterminación como única alternativa al choque entre Cataluña y el resto de España. Montoro rebaja la tensión con la Generalitat

Miquel Noguer

Artur Mas puso en marcha este lunes la cuenta atrás para convocar una consulta de autodeterminación de Cataluña sin aclarar cómo lo hará para sortear las restricciones legales. El presidente catalán tomó posesión formal del cargo después de las elecciones del 25 de noviembre y lanzó una calculada advertencia al Gobierno central: impedir la consulta llevará al choque frontal entre Cataluña y el resto de España. “Hay dos barcos que van hacia la colisión y esto no es bueno para nadie. Todos debemos comprometernos a evitarlo”, dijo en el acto de toma de posesión al que asistió el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro.

El discurso de Mas estuvo marcado por el proceso soberanista que han pactado Convergència i Unió y Esquerra Republicana y que, esperan, culmine con una consulta de autodeterminación en 2014. De ahí que Mas, como ya hizo en su primera toma de posesión hace dos años, asumiera el cargo prometiendo “plena fidelidad al pueblo de Cataluña”.

Mas pidió al Gobierno que “intente no poner rejas en lo que es expresión de la voluntad de un pueblo”, destacó que Cataluña “se considera nación desde hace muchos siglos” y que su identidad “no nace de la Constitución ni de una derivada Estatutaria”. Admitió que con el cambio que propone hay riesgo de “colisión entre dos barcos”, algo que dijo querer evitar. Pero también afirmó que la solución no es dejar las cosas como están, “no hacer nada y quedar impasibles llevaría a Cataluña a la deriva”.

En un momento del discurso Mas se dirigió directamente al ministro Montoro. Fue para recordarle que la Generalitat tuvo su origen en la Diputación del General, organismo fundado en 1359 y que que se dedicaba principalmente a la recaudación de impuestos entre los catalanes para entregarlos después al Rey, siempre de forma “pactada” como se encargó de recalcar Mas.

Tanto el discurso del presidente como el protocolo y la escenografía del acto transmitieron la imagen de que la “transición” nacional catalana está en marcha. Mas no dejó de defender el derecho a la autodeterminación. Los servicios de protocolo de la Generalitat no sentaron esta vez al representante del Gobierno [Montoro] en la mesa presidencial como en otras ocasiones, sino que le situaron en la primera fila de autoridades, junto a los expresidentes Jordi Pujol y José Montilla. En anteriores tomas de posesión el representante del Gobierno se sentaba en la mesa presidencial, junto al presidente del Parlamento y al presidente de la Generalitat.

Tampoco pasó desapercibido que la fotografía del Rey, que ocupa un lugar central del Salón Sant Jordi, donde se celebraba el acto, quedara este lunes tapada por un telón negro que tampoco estaba allí en anteriores ocasiones. Un tercer elemento de protocolo que molestó a los representantes del PP fue que el presentador del acto relegó a un lugar secundario a la delegada del Gobierno en Cataluña, María de los Llanos de Luna. Pese a estos aspectos, Montoro y Mas se saludaron brevemente al término del acto. El ministro también entabló una breve conversación con el líder de CiU en el Congreso, Josep Antoni Duran i LLeida, así como con algunos consejeros del Gobierno catalán, que le recibieron con semblante serio.

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Más allá del mensaje soberanista, Artur Mas también intentó dejar claro que su Gobierno tiene el objetivo de superar la crisis económica. Se refirió al paro como “una de las realidades más graves” a las que se enfrenta Cataluña e insistió en los gestos sociales que su pacto con ERC le han obligado a adoptar. En este sentido habló de la necesidad de “repartir las cargas” de la crisis y de combinar los recortes con subidas de impuestos. Consciente del malestar que este aumento de las tasas ha causado entre muchos votantes de CiU y en las élites económicas catalanas, el presidente insistió en que estos sacrificios serán “temporales” y que los impuestos volverán a la “normalidad” cuando la Generalitat supere la grave crisis de liquidez en la que se encuentra.

Mas lanzó una última petición a la sociedad catalana: que no se precipite a la hora de juzgar su acción de Gobierno junto a ERC. Con ello busca evitar una oleada de opinión contraria al acuerdo similar a la que se generó contra el tripartito de la izquierda nada más comenzar a gobernar. “Los acuerdos se deberían juzgar en función de los resultados que se vayan produciendo y no por prejuicios que se tengan de antemano”, dijo al tiempo que insistía en la “legitimidad” de su pacto con ERC, tan cuestionado también por sectores de Unió y del empresariado catalán.

Montoro prefirió quedarse con la segunda parte del discurso a la hora de valorarlo en un posterior encuentro informal con periodistas. Aseguró el ministro que el discurso le pareció bien porque priorizaba la salida de la crisis y las cuestiones económicas por encima de otros aspectos. Y en un intento de rehuir la polémica aseguró que el Gobierno central no tiene intención alguna de fomentar la colisión entre Cataluña y el resto de España.

El resultado no tardará en verse. Si Mas cumple el calendario anunciado, en semanas debería convocar a todos los partidos que defienden el derecho a la autodeterminación, incluido el PSC, para impulsar su hoja soberanista.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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