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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El club

A los únicos a quienes interesa el congreso regional del PSOE andaluz en Almería, previsible e insípido, es a los suyos

Los partidos son microambientes ecológicos autosuficientes y ensimismados, menos interesantes cuando más débiles son, lejanos, y a los únicos a quienes interesa el congreso regional del PSOE andaluz en Almería, previsible e insípido, es a los suyos. José Antonio Griñán les decía hace una semana a Vera Gutiérrez Calvo y Luis Barbero en este periódico que la gente “se desentiende” de la política porque tiene la impresión “de que da lo mismo elegir a uno u otro político si van a hacer todos lo mismo”. Y es verdad: parece que hacen todos lo mismo. Unos, “por imperativo legal”, como Griñán, que se ve obligado a aplicar lo que llama las “medidas aberrantes del PP”; y otros, por ley, como el Gobierno Rajoy. Pero todos apelan a las circunstancias, es decir, a su irresponsabilidad final.

Hay frases que los partidos repiten maniáticamente. No se cansan de expresar su voluntad de comunicarse con el exterior del partido, el exterior, planeta incógnito de difícil atmósfera. Cuanto más repite un partido que quiere conectar con la sociedad, más se aleja de la sociedad, más se le va la conexión y, como el PSOE andaluz, pierde elecciones, municipales, generales, autonómicas, aunque gobierne siempre, pesada roca institucional. Otra frase clásica repite automáticamente que las elecciones no se pierden porque se gobierna mal, sino porque no se explica bien a los ciudadanos por qué se gobierna así. Se trata, en el fondo, de llamar a los ciudadanos idiotas: no entienden lo que pasa, no ven, ni oyen, ni padecen, y hay que explicarles la naturaleza de las cosas indescifrables que los gobernantes sí podrían explicar mejor.

Para la mayoría los partidos son empresas privadas dedicadas a gestionar la Administración pública de acuerdo, en primer lugar, con sus propios intereses. Bajo esa luz resultan más comprensibles los casos de ayudas a empresas y expedientes de regulación de empleo (ERE) que la Junta tramitó esencialmente a favor de entidades e individuos próximos. El último disturbio político, el manejo de datos en poder de la Administración Pública para beneficio privado de un partido, lo ha protagonizado el PP: todo apunta a que el entorno de la ministra de Empleo, Fátima Báñez, mandó a un periódico información sobre el ERE del PSOE federal, partido de la competencia, enemigo, abrumado monetariamente por la pérdida de elecciones y subvenciones y sueldos institucionales. Los partidos funcionan como empresas y, por necesidades técnicas, económicas y organizativas, el PSOE ha decidido limpiar la plantilla y el capítulo de gastos, ateniéndose a la Reforma Laboral del Gobierno Rajoy, contra la que el PSOE lucha denodadamente a la vez que la aplica.

El mismo día que empezaba en Almería el congreso del PSOE andaluz, el magnate de los coches de carreras Flavio Briatore inauguraba en Marbella el Club Billonaire, una discoteca en la que dicen que la entrada más barata valdrá 30 euros y el pase para la fiesta de apertura costaba mil. ¡El Billonaire! Eso sí que es un planeta remoto y apasionante, y no un partido político, rutinario como el libro de contabilidad de una empresa. Los clubes de Briatore son una cadena selecta, de sólo cuatro eslabones, en Cerdeña, Estambul, Montecarlo y, ahora, Marbella, muy exclusiva. En la sucursal de Cerdeña los Porteros del Infierno no dejaron entrar a Bruce Willis. ¿Ya no se acuerda nadie de quién es Bruce Willis? En el Billonaire, como en los partidos, sólo entran los del clan. Y, como los partidos, las discotecas se ponen de moda y decaen: hubo un tiempo en el que el PSOE estuvo de moda, como Bruce Willis. Pero la educación política recibida en la última década ha logrado que la mayoría encuentre mucho más interesante al Club Billonaire que a ese PSOE que este fin de semana una vez más se concentraba en sí mismo.

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