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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

¡Al rico programa!

Debe de ser la primavera, pero lo cierto es que todos los partidos nos presentan estos días “su” modelo para salir de esta crisis tan larga y profunda. Así, hemos podido oír al lehendakari hablando del “modelo vasco para salir de la crisis”, a Urkullu presentando la propuesta del PNV para una “nueva política económica” y al bloque Bildu-Amaiur aprovechando el 1 de Mayo para anunciar que están preparando un programa económico de “transformación social y soberanía”.

Las tres propuestas parecen partir de la tesis de que la crisis es menor en Euskadi porque: a) en Euskadi tenemos todavía un tejido industrial poderoso y capaz de exportar, y b) el sector público vasco está mas saneado y tiene mejor funcionamiento que el español.

A partir de ahí las propuestas divergen: mientras que para López el modelo vasco es exportable al resto de España, para el PNV se trata de apartarnos de la marca España porque es perjudicial para nuestra economía. Por supuesto, para Bildu-Amaiur la independencia nos daría unas alas que nos llevarían al cielo del bienestar, la justicia y el progreso.

Pero, ¿somos tan diferentes? Es cierto que todavía disponemos de un tejido industrial significativo y mayor que el español y que está mostrando una cierta capacidad exportadora en estos rudos momentos. Pero no parece difícil comprobar que es un tejido industrial muy poco diversificado, concentrado en los sectores tradicionales (siderometalurgia, neumáticos, papel,...) y con muy poca presencia en los sectores que tienen mejor futuro (energías renovables, biomedicina, informática). Incluso un hecho diferencial tan favorable como que nuestro sector de la vivienda es cuantitativamente mucho menor que en España, lo que hace que su crisis tenga un efecto global menor, se ve empañado por el hecho de que la burbuja de precios de la vivienda vasca es mucho mayor que en España.

Una Euskadi independiente apenas si recaudaría 700 millones de euros más

Tampoco es tan evidente la supuesta superioridad del sector público vasco. No debemos olvidar que la peculiaridad del Concierto Económico y del mecanismo del Cupo hace que el verdadero déficit vasco no aflore en nuestra contabilidad, sino en la contabilidad del Estado. Y es que el 6,24% del déficit estatal, aproximadamente 2.000 millones de euros en este año 2012, es, en realidad, un déficit vasco, que nos permite disminuir el Cupo a pagar a Madrid en esa misma cantidad. Esa ingeniería político-contable permite presentar una hacienda vasca con déficits relativamente asumibles —unos 2.000 millones en 2011—, pero que, en realidad, tiene un déficit mucho más importante de 4.000 millones de euros.

O dicho de otra manera. En este momento, nosotros ya recaudamos prácticamente todos los impuestos existentes —si fuéramos independientes apenas si recaudaríamos 700 millones más que los actuales 12.117 millones que ya recaudamos— y, sin embargo, tendríamos que hacer frente a todos los gastos que hoy el Estado soporta y que se valoran en aproximadamente 3.000 millones de euros. Si por esos gastos del Estado solo pagamos aparentemente los 511 millones que figuran en el Cupo, es porque la mayor parte de esos gastos del Estado los pagamos con esos 2.000 millones de euros que nos tocan del déficit estatal. Es decir, que si fuéramos independientes, nuestro actual presupuesto presentaría un déficit adicional de 2.000 millones de euros. Y, claro, ya no podríamos estar tan orgullosos de nuestra hacienda.

También parecen olvidar nuestros políticos que la economía vasca tiene una debilidad poco comentada: nuestra decadencia demográfica. Hoy vivimos en la CAV apenas 36.000 habitantes más que los que vivíamos en el año 2001, ultimo censo realizado, y ese pequeño aumento demográfico se ha conseguido gracias a la llegada de muchísimas decenas de miles de inmigrantes. Mientras tanto, en España la población ha aumentado en 5,3 millones, también gracias a la inmigración, de manera que ya solo representamos el 4,5% de la población española.

Este colapso de nuestra población joven favorece que nuestra tasa de paro sea baja y que nuestra renta per cápita se mantenga más alta, pero no puede ocultar las tensiones que esta falta de población joven genera sobre el sistema de pensiones vasco. De hecho, los últimos datos reflejan que dicho sistema tiene un déficit de 700 millones de euros y que crece de forma acelerada, por la falta de cotizantes suficientes y por la presencia masiva de prejubilados y jubilados de oro. Por supuesto, ese déficit de las pensiones vascas se sostiene con inyecciones provenientes del resto del Estado, pero ¿hasta cuándo?

Por eso, antes de presentarnos como modelo para otros o antes de amagar con proyectos independentistas, convendría dar a conocer las variables de fondo de nuestra economía, no vaya a ser que nos llevemos alguna sorpresa. Yo veo que estas cuestiones de déficit, pensiones, etcétera, se están discutiendo en Escocia en el marco del debate sobre la posible independencia y que esa discusión se hace con la suficiente objetividad como para que las dos partes coincidan sustancialmente en las cifras. Si aquí tuviéramos esa misma madurez política para discutir a partir de hechos sólidos —y si el proceso escocés nos termina de aclarar la cuestión de si la secesión de Escocia (Euskadi) le coloca o no fuera de la Unión Europea y debe pedir (o no) su reingreso—, estaríamos en condiciones de abordar con seriedad programas políticos que nos propongan el abandono de la marca España o la pura independencia. Y es que, sin datos reales, todo suena a aquello de ¡al rico programa!

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