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MÚSICA

La leyenda de Albert Hammond

El legendario compositor británico actúa mañana en el Palau de la Música

El cantante Albert Hammond, en Madrid en 2010.
El cantante Albert Hammond, en Madrid en 2010.SAMUEL SÁNCHEZ

Es difícil ponerle la más mínima objeción a un tipo como Albert Hammond (Londres, 1944). Su álbum de regreso, Legend, solo incluye un tema nuevo, cuenta con una nómina de colaboradores de lo más discutible (Ron Sexsmith, Al Stewart o Cliff Richard, pero también-glups-Dani Martín, Rosario o David Summers) e incurre en esa autocomplacencia que tan bien casa con las campañas de marketing de los grandes almacenes. Pero el venerable músico británico lo explica todo con tanta naturalidad, tan libre de sentirse en la obligación de justificarse, a sus respetabilísimas 67 primaveras, que no cuesta mucho entender esta suerte de auto homenaje, cuya próxima parada es mañana sábado en el Palau de la Música valenciano: “Lo hago porque no necesito nada, ya lo hice todo en la vida. En realidad, por amor al arte”, nos explica en su correctísimo castellano gibraltareño, por teléfono desde Sotogrande, “entre Marbella y Algeciras, cerca de la playa”, en un día que califica como “frío pero lindo y de cielo azul.”

El creador de Never Rains In Southern California, compositor a sueldo alejado de los focos desde hace décadas, explica que el mono de escenario le vino porque “tras quedarme en casa desde que mi hijo nació, componiendo y produciendo a otra gente”, llegó un momento en el que “al pasar 31 años y verle sobre un escenario, dije qué bonito es eso, yo tengo ganas de volver a hacerlo también. Y llegué a una edad que si no lo hago ahora, no lo voy a hacer nunca. Todavía canto bien, todavía estoy en forma, tengo la energía, y solo era cuestión de meterme en un estudio y grabar.” El hijo al que se refiere es Albert Hammond Jr., guitarrista de The Strokes, la célebre banda neoyorquina de la que se confiesa no solo fan (no podía ser de otra forma), sino hasta avalista personal: “Yo llevaba la música de los Strokes, cuando empezaron, a las compañías, y ellos me decían que “si estos son los próximos Rolling Stones, eso es que no tenemos ni idea de música”, y yo les decía que no sabía por qué estaban en la música, con esa falta de conocimiento.

Los llevé a Sony y a varias compañías, que no la entendían.” De modo que no fue hasta que les llegó el éxito en el Reino Unido que los Strokes comenzaron también a ser profetas en su tierra, algo que Hammond inscribe en esa constante iniciada con gente “como Buddy Holly, Everly Brothers o Jimi Hendrix, quienes hasta vivían en Inglaterra ante su falta de aceptación en su país”.

Reacio a editar material nuevo a su nombre (“ahora mismo estoy preparando un álbum de versiones de Joe Cocker o Diana Ross”, confiesa), el último trabajo compositivo del gibraltareño fue el segundo álbum de la británica Duffy, una experiencia a cuyo hilo trata de desmentir la fama de producto prefabricado de la joven, ya que “ella dicta por donde quiere ir, de forma que uno no le dice lo que tiene que hacer. Escribimos todo el LP en España, menos un tema. No fue un éxito tan grande como el primero, pero eso pasa mucho en el mundo de la música. Y fue muy lindo trabajar con una chica 40 años menos que yo.” No le molesta que casi todo el mundo aquí le asocie a It Never Rains In Southern California, porque “fue la primera canción mía que la gente conoció en España” y considera que “no es ni antigua ni vieja, es como los árboles a los que nunca se les caen las hojas, los evergreens”, esos clásicos “por los que te eligen para el Hall Of Fame” al igual que, y aquí se le ensombrece la voz por única vez en toda la charla, “el trabajar con gente que ya no está, como Johnny Cash o Roy Orbison, a los que yo recuerdo todos los días.”

Sobre su concierto del Palau, solo avanza que “serán dos horas de éxitos, en dos idiomas. Interpretados como si estuviéramos en el salón de mi casa”, rematando su argumentación con la seguridad de que “la música salva vidas, y quiero compartir el escenario con el público”. Pues que así sea.

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