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La fatiga de decidir: por esto eres prudente por la mañana y haces elecciones pésimas de noche

No puedes huir de la responsabilidad de elegir cada día entre miles de alternativas, pero optimizar el proceso sí es posible

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RyanKing999 (Getty Images/iStockphoto)
Mariana Gálvez

Ya es tarde y no sabes si tomarte un descanso para el almuerzo, no tienes tiempo. Miras tu teléfono y ves una larga cola de tareas por resolver antes de terminar la jornada. Demasiadas. Todos esperan que aportes tus propias ideas para el nuevo proyecto, pero tú ya estás perdido, estás seco, solo tienes ganas de irte a dormir. Tu capacidad mental está agotada... y queda mucho trabajo por delante. Lo peor es que no crees haber trabajado hasta la extenuación. ¿Cómo es posible?

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Puede que hayas tomado demasiadas decisiones durante el día, desde las más intrascendentes hasta las más determinantes. Si es el caso, seguramente luego has preferido que alguien más tome esa importante decisión por ti, ya sea en el ámbito familiar, laboral o recreativo. Te podrías arrepentir pero ya no te importa, no te apetece decidir nada más, lo único que deseas es irte a la cama mientras el mundo arde a tu alrededor. Resulta que tienes fatiga por decisión, un término acuñado al psicólogo estadounidense Roy Baumeister. Se da ”tras un periodo de tiempo prolongado de tomar un gran número de decisiones, esto afecta a su calidad y a nuestra propia fuerza de voluntad para llevarlas a cabo”, explica Lidia Asensi, psicóloga sanitaria del Centro Psicológico Cepsim Madrid.

Esta circunstancia explicaría por qué las personas normalmente prudentes y responsables se enojan con sus amigos o familiares sin una razón aparente; o por qué compran grandes cantidades de comida y bebida chatarra en el supermercado a pesar de tener hábitos alimenticios sanos, por qué entran en relaciones amorosas tóxicas y furtivas, por qué terminan a altas horas de la noche gastándose medio presupuesto mensual en compras online compulsivas. “Las decisiones que tomamos están influidas por diferentes variables, como nuestra capacidad de atención y nuestro estado emocional, y esto puede llevarnos a tomar muy malas decisiones”, dice Asensi. En otras palabras: no importa lo racional y formal que seas, simplemente no puedes tomar una decisión tras otra sin que esto acarree estragos mentales.

Por otra parte, y dejando de lado las múltiples tareas del día a día, nuestra personalidad también juega un papel muy importante en la fatiga que causa la acumulación de decisiones. “Aunque el cerebro esté predispuesto a la multitarea, las personas impulsivas son más susceptibles a estímulos como las redes sociales, la hiperconectividad. Esto hace que nuestro cerebro vaya más rápido y, por ende, se toman muchas más decisiones sin darnos cuenta”, dice Blanca Villa, psicóloga del Centro de Salud Delicias, en Valladolid.

Lo peligroso viene cuando elegir mal afecta significativamente a los demás. Ahí es cuando tenemos que poner más atención; no hay por qué arruinarle la vida a nadie. Por ejemplo, en un estudio publicado en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences, los psicólogos examinaron los factores que influyen en si un juez aprueba o no una petición de libertad condicional. Lo que observaron fue que las decisiones que tomaban no se veían tan afectadas por el tipo de delito que las personas habían cometido como por el momento del día. A primera hora, el juez concedía la libertad en un 65% de las veces, al final de la jornada, cuando llega la fatiga por decisión, el fallo favorable se reducía a cero.

Optimizar, planear y desconectar

No podemos parar de tomar decisiones en un mundo donde se nos juzga por nuestra capacidad y rapidez mental, pero sí podemos optimizar esas decisiones. Tanto Asensi como Villa recomiendan evitar tomar las importantes en momentos de cansancio o malestar emocional. También parece recomendable estructurar nuestras tareas diarias y soltar aquellas que no son prioritarias, así como las que no nos pertenecen, ya que en ocasiones solemos decidir y actuar por los demás.

Crear una rutina bien pensada es primordial. Barack Obama y el creador de Facebook, Mark Zuckenberg, por ejemplo, han confesado que cada día visten con el mismo tipo de ropa porque así tienen una decisión menos que tomar (tú no tienes que llegar a este extremo). Y hay que tener en cuenta que el día a día nos lleva a un modo de piloto automático en el que únicamente reaccionamos a los estímulos externos, sin pararnos a pensar y a reflexionar, por eso lo más importante es desconectar el cerebro y descansar: así evitaremos complicarnos la vida con cosas que tienen solución. O no. Tú decides.

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