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13 septiembre 2023

Sara García Alonso, la científica del espacio

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Es biotecnóloga y ha logrado formar parte de uno de los equipos de investigación del cáncer más punteros del mundo. Y, de repente, también ha decidido ser astronauta. Habrá a quien le parezca raro. Pero, para ella, hubo un momento en el que todo le encajó. “La investigación en microgravedad abre un mundo de posibilidades para generar conocimiento y nuevas aplicaciones que no se pueden reproducir en la Tierra”, explica Sara García Alonso (León, 1989). “Hay múltiples ejemplos de aplicaciones e investigaciones llevadas a cabo en la Estación Espacial Internacional (ISS) relacionados con investigación oncológica: cristalización de proteínas, nuevas formulaciones de fármacos contra el cáncer, sistemas de monitorización de tumores, o modelos de tumores como organoides”.

La investigación en microgravedad abre un mundo de posibilidades para generar conocimiento y nuevas aplicaciones que no se pueden reproducir en la Tierra”, explica Sara García Alonso. Crédito: ESA /P. Sebirot

De cerca, esta científica transmite una gran determinación. Y sus explicaciones sobre las razones que la han llevado a dar este importante giro a su vida lo corroboran. Aunque el trabajo de astronauta le resultaba algo llamativo per se, nunca se lo había planteado hasta que vio la convocatoria de la Agencia Espacial Europea (ESA) y descubrió qué operaciones hacen los astronautas en sus misiones en el espacio. “Sorprendentemente encontré muchas analogías con lo que yo buscaba en el ‘trabajo ideal’ y que creía haber encontrado en la investigación: sacar adelante proyectos científicos inspiradores, promover el desarrollo tecnológico y colaborar en ambientes multidisciplinares y multiculturales. Y lo que me aportaba a mayores este otro trabajo era la oportunidad de hacer todo eso desde el espacio, con la aventura y fascinación que eso despierta”.

“Los estudios sobre cómo afecta la microgravedad a la degeneración muscular y esquelética de los astronautas se están aplicando en tratamientos de la osteoporosis y rehabilitación, especialmente de personas mayores”

Sara García Alonso estudió Biotecnología en la Universidad de León, donde fue la primera de su promoción, obteniendo dos premios a la excelencia académica.  Dice que siempre quiso hacer un trabajo dedicado a avanzar en el conocimiento y a contribuir con ello a la sociedad. Por eso escogió la investigación oncológica. “Me atraían las profesiones STEM (las que pertenecen a los ámbitos de la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) desde pequeña porque entrañan un sinfín de oportunidades y aplicaciones para mejorar la sociedad y el mundo que nos rodea. Por otro lado, la biología era una de mis asignaturas favoritas en el instituto y cuando descubrí la carrera de Biotecnología sentí que era idónea para mí, ya que implicaba utilizar la biología para mejorar nuestro entorno, con aplicaciones en todo tipo de sectores, desde la agricultura hasta la biomedicina”, recuerda.

García Alonso sigue trabajando en el Grupo de Oncología Experimental del CNIO para desarrollar fármacos que promuevan la degradación de la proteína RAF1 involucrada en el cáncer de pulmón y páncreas. Crédito: Laura M. Lombardía/CNIO

Su ejemplo demuestra cómo los avances en los conocimientos científicos pueden tener aplicaciones tremendamente transversales, como acabamos de ver con el desarrollo de la vacuna contra el Covid-19, en lo que influyeron en gran medida investigaciones previas realizadas en otros campos, como el de la oncología. Esta científica recuerda otros ejemplos. “El avance en el conocimiento es algo intrínsecamente bueno. Las aplicaciones vienen después. El ejemplo del Covid-19 es claro, pero hay otros muchos: la investigación básica de Francis Mojica derivó en la tecnología CRISPR, que ha revolucionado completamente la biología; el establecimiento de bases en la Antártida contribuyó al descubrimiento del agujero en la capa de ozono; los estudios sobre cómo afecta la microgravedad a la degeneración muscular y esquelética de los astronautas se están aplicando en tratamientos de la osteoporosis y rehabilitación, especialmente de personas mayores. Hay que invertir en ciencia porque es una apuesta segura”.

“El avance en el conocimiento es algo intrínsecamente bueno. Las aplicaciones vienen después. Hay que invertir en ciencia porque es una apuesta segura”

Hasta que llegue el momento de que participe en una misión espacial, Sara García Alonso sigue trabajando en el Grupo de Oncología Experimental que lidera Mariano Barbacid en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). “Una de las líneas de investigación que llevamos a cabo en el grupo busca desarrollar fármacos que promuevan la degradación de una proteína involucrada en el cáncer. El grupo de Barbacid lleva años estudiando las vías de señalización que participan en distintos tipos de cánceres promovidos por mutaciones en el oncogén KRAS, como el adenocarcinoma de pulmón y el adenocarcinoma ductal de páncreas”, explica la investigadora. Estos estudios son realizados en modelos de ratón modificados genéticamente que mimetizan estas patologías humanas y ya han descubierto que la eliminación genética de la proteína RAF1 causaba regresión tumoral en los tumores de pulmón y, combinada con la eliminación de la proteína EGFR, también en los tumores de páncreas. “Pero para poder trasladar estos hallazgos a un escenario clínico, es necesario desarrollar medicamentos capaces de hacer desaparecer la proteína RAF1 de las células. Ese es nuestro objetivo”, explica esta científica.

“Hay talento femenino y muchísimas mujeres exitosas, pero no salen tan a menudo en los libros de texto y en los medios de comunicación como los varones”

Esa pasión que ella desprende por la ciencia sigue despertándose en muchas menos niñas que niños. “Creo que no tener al alcance ejemplos de mujeres exitosas o no tener completamente normalizado que una mujer se dedique a una carrera científica o tecnológica puede desalentar a muchas niñas a intentarlo. Y cuando eres tan joven es difícil pensar que tú puedes ser la primera en conseguir algo o simplemente llegar a donde muchas mujeres parece que no llegan y eso hace que nos auto limitemos. Hay talento femenino y muchísimas mujeres exitosas, pero no salen tan a menudo en los libros de texto y en los medios de comunicación como los varones”, resalta la investigadora. Su consejo a las jóvenes es “que no se pongan límites, porque con esfuerzo y pasión se puede llegar muy lejos si realmente estás convencido de ello. Si la ciencia es su vocación, les animo a perseguirlo porque es una profesión preciosa, tremendamente gratificante y en la que nunca te aburres”.

La bióloga se ha convertido ya en un ejemplo: a la primera fase de la selección de nuevos astronautas de la ESA se presentaron 23.000 candidatos y consiguió ser una de los 17 finalistas. Crédito: ESA /P. Sebirot

Sara García Alonso opina que aunque cada vez somos más conscientes de la importancia de la equidad de género en los campos de la ciencia y la tecnología para el progreso social y económico, hay que ser conscientes de que los cambios de calado tardan tiempo en implementarse por completo. Y propone algunas medidas en las que hay que seguir trabajando: “Fomentar el interés de las niñas en la ciencia y la tecnología desde una edad temprana, facilitar la participación de mujeres científicas y tecnólogas exitosas como modelos a seguir y mentores, eliminar sesgos en el proceso de selección de personal, ofrecer políticas de trabajo flexibles para facilitar la conciliación, etcétera”.

“Aunque cada vez somos más conscientes de la importancia de la equidad de género en la ciencia y la tecnología, hay que serlo de que los cambios de calado tardan tiempo en implementarse por completo”

Ella misma se ha convertido ya en un ejemplo para esas niñas. A la primera fase de la selección de nuevos astronautas de la ESA se presentaron 23.000 candidatos y, finalmente, quedaron 25 en la última, de los que fueron seleccionados 17. La científica recuerda que lo más difícil “fueron los test de inteligencia de Hamburgo, Alemania, y lo más duro, lidiar con la incertidumbre sobre cómo y cuándo iban a ser las pruebas y si habrías estado a la altura de las mismas”.

Me gustaría llevar a cabo experimentos que expandan los límites de nuestro conocimiento, ya sea sobre temas de biomedicina o sobre el origen de nuestro planeta y sistema solar. Crédito: NASA/ESA/ATG Medialab

Un momento muy importante de su carrera científica fue cuando tomó la decisión de contactar con Mariano Barbacid y trasladarse a su equipo como investigadora postdoctoral. “Antes de eso estaba obcecada con otra idea profesional que no estaba funcionando, pero que me negaba a dejar escapar. Ahora estoy muy feliz por cómo ha evolucionado mi carrera profesional como investigadora. En este período hemos conseguido grandes avances científicos, hemos formado un grupo de investigadores brillantes a los que tengo el privilegio de supervisar y he conseguido entrar a formar parte del cuerpo europeo de astronautas, en calidad de reserva. Es posible que nada de eso hubiera ocurrido si no me hubiese atrevido a buscar un camino alternativo al que yo pensaba que era el canónico”.

“Me gustaría llevar a cabo una misión espacial centrada en investigación oncológica o biomédica en ausencia de gravedad, que pueda dar una nueva perspectiva y generar datos que ayuden a avanzar en tratamientos, prevención o diagnóstico de enfermedades”

Al preguntarle por sus deseos en esta nueva etapa profesional de su vida se ve su mente científica en todo. “Soy incapaz de soñar con imposibles, de modo que, para que sea verosímil, me gustaría tener una misión a la Estación Espacial Internacional y, puestos a pedir, una segunda misión a la Luna, dentro del programa Artemis. Me gustaría llevar a cabo experimentos que expandan los límites de nuestro conocimiento, ya sea sobre temas de biomedicina o sobre el origen de nuestro planeta y sistema solar”.

La investigación oncológica o biomédica en ausencia de gravedad puede dar una nueva perspectiva y nuevos datos. Crédito: Luka Dakskobler/SOPA Images/ Getty Images

Y, por si fuera poco, en el campo de la investigación, sueña con cerrar la línea de investigación abierta a raíz de los descubrimientos de su grupo y desarrollar un degradador de RAF1 que pueda administrarse a personas con cáncer de pulmón y de páncreas. “Más a medio y largo plazo, me gustaría llevar a cabo una misión espacial centrada en investigación oncológica o biomédica en ausencia de gravedad, que pueda dar una nueva perspectiva y generar datos y conocimiento que ayuden a avanzar en tratamientos, prevención o diagnóstico de enfermedades”. Vista su tenacidad, no cabe duda de que lo conseguirá.

Susana Peréz de Pablos

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