Si todas las canciones del verano te suenan igual es porque son iguales

Analizamos musicalmente ese ritmo sincopado que nos sigue trayendo locos desde el ‘Papi Chulo’ de Lorna

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Instantánea de la canción del cocodrilo. Si no sabes cuál es, lo sabrás pronto.
Instantánea de la canción del cocodrilo. Si no sabes cuál es, lo sabrás pronto.

Hace tres meses, cuando aún las olas de calor solo eran una amenaza, Enrique Iglesias lanzó El perdón, su candidata a canción del verano. Desde entonces acumula más de 136 millones de reproducciones, todavía lejos de los más de 900 millones que ha conseguido con Bailando, su hit estival de 2014, uno de los clips más vistos en la plataforma YouTube el año pasado. A la espera de alcanzar un nuevo récord, el cantante ha apostado por repetir estrategia: alianza con un artista latinoamericano poco conocido en España; adelantarse al verano para empezar a hacer mella en los cerebros antes de que la maquinaría discográfica lance los one hit wonders propios de esta época; y repetir estilo musical, el reguetón. Tan fiel ha sido a la fórmula que la base de ambas canciones es la misma: negra con puntillo + corchea.

Este ritmo sincopado que llegó a este lado del Atlántico con el Papi Chulo de Lorna, entre otros conquistadores, y que hasta que Enrique Iglesias cambió su acento parecía patrimonio de Pitbull, se ha convertido en la melodía de los últimos veranos en España. La mordidita de Ricky Martin, La gozadera de Gente de Zona y Marc Anthony, El cocodrilo de King África o El taxi de Osmani García y Pitbull se aprovechan de este estilo musical que comenzó en Centroamérica para después extenderse por el mundo.

Este es el análisis rítmico de los temas que sonarán una y otra vez durante los próximos meses y de los que no podrás escapar por muy rápido que seas.

- Ritmos sincopados: A excepción de El cocodrilo de King África, el resto ha apostado por el clásico ritmo de reguetón. Más o menos camuflada, esta cadencia se repite en todas las canciones. Aunque la mayoría de artistas sean latinoamericanos, las canciones que idean para el verano se alejan de las danzas más tradicionales de su región, con excepciones. Algunos tienden a volver a sus raíces con géneros como la bachata, el merengue o la salsa.

- La fusión: Otro aspecto que vemos es que si bien en los inicios del reguetón este ritmo básico era de una cadencia mucho más lenta, con el tiempo se ha ido acelerando, quizá debido a su fusión con otros estilos musicales y el dominio de la EDM, la música electrónica de baile, enemiga a batir. ¿Llegará el día en el que veamos una batalla entre el DJ David Guetta y Enrique Iglesias?. Según un estudio de musicólogos y filólogos del Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana: “El aporte sustancial desde el punto de vista musical radica en las tomas y apropiaciones que realizan los creadores profesionales para crear un repertorio diverso y generar un nuevo tipo de híbrido o fusión entre esta especie caribeña, las más autóctonas expresiones nacionales y algunas foráneas”.

- Todo va más rápido: Todos estos temas mezclan de una forma similar estilos más latinos y bailables lo que ha provocado que el ritmo reguetonero se acelere. Lejos queda ese ritmo lento y básicamente sin instrumentación del Papi chulo o Yo soy tu gatita. Excepto en el caso de El taxi: cuanto más básica es la canción, más lenta es.

- Los antecedentes: A pesar de que el clásico patrón rítmico sincopado y el reguetón se sitúan como originarios de Panamá y Puerto Rico, hay que buscar su antecedente en las clásicas habaneras. Este tipo de estructura musical llegó a los escenarios más cultos, como sucedió con la habanera de Carmen de Bizet, o a través de los cantes flamencos de ida y vuelta, aquellos palos que fueron de España a América para volver enriquecidos y transformados por las músicas del otro lado del Atlántico. En Cuba, de hecho, estos ritmos –en origen, base de la timba- siguen siendo ejemplo de la música popular patrimonial de la isla. Curiosamente el reguetón, que hoy a veces abusa de letras machistas y de una erótica explícita, tuvo en su día una función de denuncia y de reflejo de la realidad del pueblo caribeño y una intención reivindicativa de demanda de derechos.

- El orden de la música: Otro de los aspectos que ha variado con la globalización del reguetón es el orden de sus partes. En el original, lo tradicional era comenzar con el estribillo que luego va dando va paso a las estrofas. Pero la música occidental no funciona así, y por eso en casos como el Pégate de Ylenia –con marcado compás reguetonero básico, tal vez el menos pegadizo de los temas del verano- o en casos más “sutiles” –por llamarlo de alguna forma- como Él no te da de Dasoul, el oído más europeo pide que sea la estrofa la que abra la canción.

- La armonía musical también se repite: Hay un caso extremo, sobre todo porque pertenece a dos canciones de un mismo artista, Enrique Iglesias, separadas solo por un año de diferencia. ¿Es posible que Iglesias se haya plagiado a sí mismo con solo 12 meses de diferencia? Bailando y El perdón son tan parecidas que parece que podrían cantarse una encima de la otra –no es algo nuevo, si no probad a cantar los pegadizos himnos del centenario del Real Betis y el Sevilla FC con la música del otro, y veréis cómo se puede perfectamente-.

Ambas canciones empiezan con un patrón rítmico obvio y seco en el que el protagonismo se lo queda la voz de Iglesias, luego un pasaje que antecede al estribillo en el que la cadencia se vuelve más melosa y después un patrón repetitivo de frases cortas que repiten la misma frase musical una y otra vez para cambiar solo en la última frase. En el caso de la “españolización” del reguetón de Iglesias, recurre en Bailando a los clásicos acordes de guitarra española como referencia universal de lo latino, y en El perdón ese toque foráneo lo pone un teclado que tira más hacia la música latina, influido obviamente por la presencia en esta canción de Nicky Jam.

- Recurrir a las mismas colaboraciones: Otro paralelismo es el que se encuentra entre Bailando de Iglesias y La gozadera de Marc Anthony. En ambas participa el grupo Gente de Zona. No podemos hablar de partes aflamencadas, pero sí de esa música que acude a la fórmula de pregunta-respuesta, en la cual los cantantes se van dando la réplica –nada que ver con Pimpinela, maestros de la réplica obvia hispana-. Además, comparten la saturación de palabras en cada frase de melodía muy lineal. Al ser simples, logran que se preste más atención a lo cantado que a la forma en que se canta. ¿Qué mejor manera de viralizar una canción que apelar a la unión de los pueblos aunque el mensaje sea complicado de entender? Aquí la fusión del grupo con Anthony parece más orgánica en la forma de la salsa, que nos transporta a lugares comunes ya conocidos y explorados –por Shakira o Ricky Martin- que recurren a tambores más sordos y naturales y a metales que rememoran a orquestas caribeñas y charangas.

- El origen tribal: Tras analizar musicalmente todas esta canciones, se concluye que en el fondo no son sino una interpretación primitiva del ser humano. Las antiguas civilizaciones creaban música ceremonial de los ritos que poseían el encanto de la repetición para alcanzar el trance que permitiese la conexión entre lo humano y lo divino, entre lo terrenal y lo etéreo e inalcanzable. Ahora ese trance se consigue en macrodiscotecas con la ayuda de espirituosos en busca de algo parecido a lo divino.

Tras el refinamiento y encorsetamiento de la música a través de la armonía occidental –que, eso sí, ha dado buena parte de las mayores obras de arte de la Historia- exprimida al máximo en el Barroco y el Clasicismo, Stravinski un día revolucionó al público parisiense con su Consagración de la Primavera, el regreso al tribalismo más salvaje. Desde aquel día, se abrieron las puertas a las vanguardias y a una música popular en la que el ritmo era la piedra angular para contactar con nuestra parte más instintiva y animal.

El ritmo que hoy vemos detrás de las canciones que hacen vibrar a miles de personas y bailar de manera a veces incontrolada –recordemos el perreo, hijo directo del reguetón- combinado con las partes habladas en este tipo de género, hacen que volvamos a ver en esos tambores un regreso a un tiempo ancestral en el que hay vía libre para las inhibiciones. Minimizamos lo racional para dar más espacio a lo animal. 

* Miguel Pérez es músico y periodista

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