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Infecciosas y Urgencias serán especialidades médicas

Illa anuncia un real decreto que reconocerá una formación concreta a estos médicos

Vista de la sede del Servicio de Urgencia Médica de la Comunidad de Madrid (Summa 112), situado en el distrito de Arganzuela de Madrid.
Vista de la sede del Servicio de Urgencia Médica de la Comunidad de Madrid (Summa 112), situado en el distrito de Arganzuela de Madrid.FERNANDO VILLAR (EFE)

Todo el que haya ido a un hospital español habrá visto que hay un departamento de enfermedades infecciosas y un servicio de urgencias. Lo que probablemente no sepa es que los médicos que le atienden en ellos no han recibido una formación específica como si han hecho los de cardiología, anestesología o neurocirugía. Tampoco un recién egresado de la universidad puede escoger formarse específicamente en esos temas. La situación lleva más de una década anquilosada, con promesas que no se concretaban. El miércoles el ministro de Sanidad, Salvador Illa, confirmó que ya tiene listo el decreto para reconocer esas especialidades.

“Estoy doblemente feliz”, dice José Miguel Cisneros, expresidente de la Sociedad española de Enfermedades Infecciosas y Microbiologia Clínica. “Primero porque hoy en mi hospital, el Virgen del Rocío de Sevilla, hemos dado el alta al último ingresado por la covid-19; y, segundo por esto”. Y resume así las razones por las que debe existir su especialidad: “Primero, porque está demostrado que los pacientes con infecciones graves y complejas mejoran si son atendidos por especialistas en infecciones, como el que tiene una dolencia cardiaca grave y compleja mejora si le trata un cardiólogo”. La segunda razón es porque podrá atenderse la demanda de formación de médicos jóvenes en el MIR. La tercera, por justicia con los profesionales actuales, que han tenido que formarse por su cuenta, muchos en el extranjero. “Faltaba una formación reglada”. Y también “es bueno para nuestro país”, dice, que “también en esto converge con Europa, donde prácticamente en todos los países está reconocida la especialidad”.

Infecciosas y Urgencias han sido dos de los servicios que han estado en primera fila contra la covid. “No hay datos del impacto que ha tenido en otros países que existiera la especialidad”, admite Cisneros, “pero estoy seguro de que los especialistas se habrían integrado en los equipos multidisciplinares y habrían contribuido de manera sobresaliente”.

Juan Juan González Armengol, presidente de SEMES (Sociedad española de Medicina de Urgencias y Emergencias), coincide con su colega en su alegría. “Creemos que esta vez va en serio”, dice en referencia a que otras veces los distintos ministros de Sanidad —la última vez, Leire Pajín, del PSOE— les han prometido la regulación pero luego no lo han llevado a cabo. “El contexto técnico, social, administrativo, jurídico, político, sindical, profesional, internacional (Europa, la OMS, resto del mundo) avala esta decisión”. Hay que tener en cuenta que “en el 70% de los hospitales de la geografía española, que es muy dispersa, los únicos médicos que hay sí o sí durante tres cuartas partes del tiempo son los de Urgencias. Deben tener una formación integral”, añade González Armengol.

“No es de recibo que se espere que tengamos preparación porque nos la hemos buscado por nuestra cuenta, como así ha sido, y la hemos aplicado. En el mundo normal esto no es así. No se improvisa, y no se deja a la providencia estar preparado”, dice el urgenciólogo, quien admite que la crisis de la covid-19 ha demostrado su valía. Pero “en esta tragedia hay compañeros nuestros que han fallecido o tienen graves convalecencias. No necesitábamos que algo así ocurriera para ser reconocidos”. Y resume: “Urgencias deberá formar parte de la prevención futura de brotes y de la prevención futura de otras emergencias. Ya llevamos varias”.

Pero no todo han sido parabienes al anuncio. Las sociedades de medicina interna (Semi) y tres de médicos de familia (Semfyc, Semergen y SEMG) han acordado un comunicado en el que creen que estas nuevas especialidades “supondrá más fragmentación del sistema sanitario y una mayor rigidez en su estructura organizativa y funcional que dificultarán la respuesta de nuestro sistema a las futuras crisis sanitarias” y proponen que la formación correspondiente se ofrezca mediante un área de capacitación específica, una formación que se obtiene después de la especialización (es decir, el médico debería ser primero internista, por ejemplo, y luego cursar esta especie de subespecialidad).

“Consideramos que no existe un criterio científico que sustente la necesidad de la creación de estas nuevas especialidades y no existe, en absoluto, un consenso en la comunidad médica y científica sobre este respecto. Por tanto, entendemos que existe una falta de justificación científica que motive la decisión de crear estas especialidades”, concluye el comunicado.

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