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“Han cerrado, se están ahogando, se están matando entre ellos"

Voluntarios y vecinos de Etxauri rescataron el martes pasado a más de cien perros ante la crecida del río Arga, que corre a pocos metros del centro de protección animal

Rocky, uno de los perros del centro de protección animal de Etxauri
Rocky, uno de los perros del centro de protección animal de EtxauriAsociación Txikas de Etxauri

La semana está siendo dura en Navarra. Las previsiones de fuertes lluvias y bajas temperaturas se están cumpliendo puntualmente. El río Arga fluye crecido por encima de su cauce, también por Etxauri, una pequeña localidad de unos 500 habitantes a 13 kilómetros de Pamplona. Los habitantes estaban prevenidos de la posible crecida, pero a los 110 perros que acoge el Centro de Protección Animal de la localidad,el mayor de la comunidad foral, dependiente del gobierno autonómico, nadie les avisó. Es más, cuando llegó la crecida, las puertas de la perrera estaban cerradas con llave y nadie podía abrirlas..

Fueron vecinos del pueblo y voluntarios de la asociación que se vincula a la perrera quienes dieron la voz de alerta por las redes sociales y esa noche salieron al rescate de los animales. Danae Sánchez, que vive en San Sebastián, se enteró por la página de Facebook de la asociación Las Txikas de Etxauri de lo que estaba pasando. Se subió al coche y cuando llegó vio ante si un panorama dantesco. El ruido del río, los aullidos, los perros asustados, peleándose entre si. Y la puerta cerrada. La Guardia Civil, los bomberos y la DYA estaban ya en la zona, y alguien, nadie tiene muy claro quien, abrió la puerta.

Bakarne Azpillaga estaba allí desde el principio. Recuerda los nervios de la gente, el bullicio, los gritos de desesperación al no poder hacer nada con el agua subiendo ya por las rodillas. “Han cerrado, se están ahogando, se están matando entre ellos", recuerda que gritó alguien.

La solidaridad y las redes sociales consiguieron salvar a la mayoría de los perros; los números oficiales hablan de tres perros muertos frente a los 110 que acogía el centro. Esa noche se formó una cadena humana que, con el agua a la cintura, se fue pasando a los perros que iban sacando de la instalación.

Asier Gascón, trabajador de la DYA, estuvo esa noche allí. Confirma que a su llegada la puerta de la perrera estaba cerrada. “Fue una noche horrible”, recuerda, “se hizo un gran trabajo, aunque por suerte no hubo ningún accidente, porque los voluntarios estaban tan atentos de los perros que estuvieron en peligro”.

La indignación de los voluntarios es palpable. Irene Astiz llegó a la mañana siguiente a la perrera. Entre los charcos había fuerzas de seguridad y una furgoneta del gobierno de Navarra. Rescató de las jaulas dos perros que habían pasado toda la noche en el agua. Bart, un podenco al que sacó aterido del iglú, tuvo suerte, se fue a casa con ella. “Se sabía que el río iba a subir”, acusa Astiz, “cada vez que llueve, los sumideros rebosan, porque la perrera está demasiado cerca del río. Si nos hubieran avisado por la mañana habríamos evacuado el edificio sin problema”.

Daniel Aranaz es el gerente de la perrera. Se hizo cargo de ella en febrero de 2010. Se defiende de las acusaciones, según cuenta fue el primero en llegar y el último en irse, e insiste: “cuando la gente empezó a llegar estábamos haciendo la primera evacuación de unos 25 perros, los que estaban más enfermos. Obviamente, cerramos la puerta, porque en la instalación hay perros peligrosos y sería una irresponsabilidad dejarlos sueltos”. Para este veterinario las acusaciones esconden más intereses. “Ha habido más perros muertos en otras inundaciones, pero entonces la concesión de la perrera era para asociaciones protectoras de animales y nadie lo publicó”. Tampoco ve factible que se hubiera hecho una evacuación preventiva, porque, ¿dónde se podrían quedar todos esos animales?

La perrera de Etxauri la mañana siguiente de la inundación
La perrera de Etxauri la mañana siguiente de la inundaciónB.A.

En lo que coinciden tanto el gerente como los voluntarios es en la solución a este problema. La perrera, que depende del Gobierno de Navarra, está en un terreno inundable, no edificable. No es la primera vez que sucede algo así y que el Arga se lleva por delante la vida de varios perros. Hace unos años ya murieron unos 50 animales en una inundación. La solución, coinciden, sería reubicar el centro en otro paraje.

Sin embargo, el mal trago que pasaron en esta perrera está teniendo un beneficio para los animales. Gracias a la movilización por las redes sociales, están apareciendo familias dispuestas a acoger a muchos de estos perros. Familias de Alicante, Murcia e incluso Holanda están interesadas en adoptar a los perros de Etxauri y las txikas de Etxauri no dan a basto. Las instalaciones de la DYA se han convertido en un almacén para las donaciones de pienso y mantas que están haciendo los vecinos.

Bart, el podenco, ha ganado una nueva vida en casa de Inés. Otros perros no han tenido tanta suerte. La solución está clara: mudar la perrera en un terreno más seguro. La pelota está en el tejado del gobierno de Navarra que, de momento, no ha contestado a las preguntas de este diario sobre si piensa reubicar la instalación.

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