Lima resulta tan peculiar y atractiva porque en sus calles abarrotadas de vida se respeta un largo pasado lleno de historia (fue fundada en 1535) que ha ido dejando profundas y hermosísimas huellas por toda la ciudad: la Plaza Mayor; la Catedral; el Palacio Arzobispal, el Palacio Municipal... Y al mismo tiempo no renuncia a ser una ciudad moderna, en la que la arquitectura contemporánea (por ejemplo, el atrevido edificio de Interbank, diseñado por el arquitecto austriaco Hans Hollein) cohabita con las catacumbas de la Basílica de San Francisco; con el bohemio distrito de Barranco, con sus casonas de balneario de mediados del siglo XX; o con el centro, de porte colonial con impresionantes balcones. Además, es la única capital de América Latina ubicada frente al mar, lo que le confiere unas posibilidades turísticas inigualables: excursiones en barco, surf, parapente sobre el Pacífico... Por si eso fuera poco, el centro histórico de la Capital es Patrimonio Cultural de la Humanidad, desde 1991.