Big data para medir la salud al minuto

Vivir un problema de salud lejos del hogar puede ser duro. Ya no es solo la preocupación por lo inmediato, cómo estoy, sino también por quién me va a atender y qué sabrán de mí. La respuesta tecnológica del hoy es que, estemos donde estemos en el mundo, es que de mí lo sabrán todo y recibiré la mejor atención posible. Porque quién soy como paciente, cuál es mi historial, debe ser accesible en un solo clic.

Este paradigma no es un mero brindis al sol. Es una realidad con nombres y apellidos: big data. Ingentes volúmenes de información capaces de registrar nuestra salud al minuto no solo para saber cómo estamos hoy sino para predecir la hoja de ruta que nos hará estar mejor mañana. Oportunidades de gestión sanitaria que pueden salvar cientos de millones de euros a los gobiernos. Las aplicaciones del big data en la salud tienden al infinito e invitan a imaginar un nuevo paradigma para el sector con esta tecnología como fulcro.

“Hay una explosión de datos en la salud. Y todo este caudal sobrepasa a las instituciones y profesionales del sector. Pero al mismo tiempo hay la promesa de que esta información tiene el potencial de mejorar la atención médica”, afirmaba Frans Van Houten, CEO de Philips, durante una entrevista entrevista concedida a The Wall Street Journal en el marco del Foro Económico Mundial de Davos. Una promesa que tiene cifras. Por ejemplo, los 265.000 millones de euros que se podría ahorrar el sistema de salud norteamericano implantando correctamente esta tecnología , según la consultora McKinsey. O los 25.000 petabytes de información que se manejarán en el sector en 2020, un incremento del 5000% en los últimos ocho años, según un estudio de IBM.

  • 30.000 millones de euros es el tamaño estimado para la industria del big data en la salud en 2022, según el informe Global Big Data in Healthcare (Research and Market, 2016).
  • 1021gigabytes, o lo que se denomina en el argot informático un zettabyte es lo que generará la información del sistema de salud norteamericano, según un estudio del Instituto para la Transformación Tecnológica de la Salud. Un crecimiento del 666% respecto al volumen de datos generado en 2011.
  • 883 euros y unos días es lo que cuesta hoy en día secuenciar un genoma humano gracias a la mejora y abaratamiento en las técnicas big data. Completar por primera vez el genoma humano, hazaña que entró en la historia el 14 de abril de 2003, fueron necesarios 13 años de investigación y 2.600 millones de euros de inversión.

Toda tu salud cabe en tu bolsillo

Un monigote humano camina tranquilamente. De pronto, sufre un desmayo y se desploma. Rápidamente, otro monigote acude a su rescate. Es necesario aplicarle al desmayado una P.L.S., la posición lateral de seguridad para evitar asfixias. Y es el dedo de un usuario frente a la pantalla del móvil el que dirige al monigote que quiere ayudar al caído. Esta es solo una app (Primeros auxilios fáciles) de las más de 160.000 que pueden encontrarse en las stores de los smartphones con la salud como foco. Su creador, Joaquín Martínez, es un convencido de esta vía: “Han llegado para quedarse. Las usan ya 500 millones de usuarios en todo el mundo. Nos están haciendo más protagonistas de nuestra salud.”

Como mediadora entre paciente y médico estará la nube, otra de las grandes protagonistas en la implantación del big data. En los próximos cinco años, la industria que alimenta las soluciones cloud orientadas a salud se multiplicará por tres, superando los 9.000 millones de euros, según un estudio de Markets and Markets. Y el 83% de las principales compañías del sector ya utilizan esta tecnología en sus aplicaciones según datos de la organización sin ánimo de lucro HIMSS. Ejemplo del potencial de esta tecnología, plataformas como Healthsuite de Philips.

Healthsuite integra en su arquitectura la solución de una de las compañías líder de Silicon Valley, Salesforce, empresa que ofrece una plataforma en la nube para la relación entre los clientes y las compañías. Su uso en Healthsuite es múltiple: recopilación, integración y análisis de la información clínica del paciente llegue esta donde llegue. Da igual si el dato lo capta una wearable, un escáner radiológico o se trata del historial clínico. La meta de Healthsuite es que todos estos datos se centralicen a través de su plataforma de manera interoperable, es decir, que hablen el mismo idioma.

Como paso final, la plataforma es capaz de sacar conclusiones y tendencias sobre la salud tanto para un paciente como para el conjunto (anonimizando los datos para respetar la privacidad). Y la información que ven el paciente y el médico, a través de una app para smartphones, es la misma y puede ser personalizada a placer. Por ejemplo, si un facultativo desea comprobar cómo evoluciona una enfermedad concreta en un segmento de información, Healthsuite acude a su base de datos de esos pacientes en concreto y elabora el gráfico. “Pensamos que en el futuro la relación con el paciente en tiempo real estará en el centro de cómo gestionamos la salud y esta visión se sostendrá en nuestra plataforma”, afirmó Frans Van Houten, CEO de Philips, en la presentación de Healthsuite.

Una de las claves para aprovechar el potencial del big data en la salud es lograr que el historial médico de los pacientes sea interoperable. “Esto es, lograr que la información que circula entre sistemas informáticos no altere su significado sin que sea necesaria la intervención de un operador externo”, explica Montserrat Robles, directora del Instituto ITACA de la Universidad Politécnica de Valencia y Premio Nacional de Informática y Salud 2014. LinkEHR es la apuesta de esta institución, una plataforma que captura los datos sanitarios de un paciente en cualquier idioma y formato y los convierte a los estándares internacionales, como el openEHR o el CEN/ISO 13606, la norma europea para el historial electrónico.

Pero esta gestión de los datos transforma también a los profesionales de la salud. Su impacto se notará en la interdisciplinariedad de sus equipos, como ocurre con el equipo de Cambridge Big Data, que junta a investigadores de laboratorio con informáticos y matemáticos. Y se notará también en cómo gestionen su tiempo los médicos: qué atención será presencial y cuál será remota. Para Monserrat Robles, este es aún un problema “a resolver”. “En los casos que yo conozco que están haciendo servicios de telemedicina no se valora bien el tiempo que les dedica el médico. Y además se precisa de un salto tecnológico para que la información que recibe el médico sea completamente personalizable con un interfaz intuitivo”. Un salto que se dará con el big data como trampolín.