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De Trump a Podemos: qué es exactamente el populismo

El Brexit y las elecciones en Estados Unidos han llevado a la recuperación de un concepto confuso

El presidente electo Donald Trump saluda a los asistentes tras su discurso de victoria
El presidente electo Donald Trump saluda a los asistentes tras su discurso de victoriaCHIP SOMODEVILLA (afp)
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El populismo es un concepto muy repetido en 2016. Muchos parecen tener claro qué significa, pero no es tan evidente. El presidente Obama inició una reciente arenga sobre el populismo así: “No sé si alguien puede buscar en un diccionario la definición de populismo”, dijo. Sin que nadie le ayudara, terminó con una definición negativa: “Alguien que etiqueta nosotros contra ellos o usa retórica sobre cómo vamos a cuidarnos nosotros respecto a ellos no es la definición de populismo”, dijo Obama.

El presidente Obama se equivocaba. El consenso académico define el populismo exactamente así: “Es una ideología delgada que considera que la sociedad se divide en dos grupos homogéneos y antagónicos, la ‘gente pura’ y la ‘élite corrupta’”, dice Cas Mudde, profesor de la Universidad de Georgia. Este discurso presupone que “los dos grupos tienen intereses irreconciliables, lo que lleva a enfatizar la soberanía nacional o popular”, dice Luis Ramiro, profesor de la Universidad de Leicester. El político populista es entonces el único que representa la voz de todo el pueblo.

Con esa definición el populismo es un instrumento electoral o de poder. Su uso exitoso más reciente ha sido la campaña de Donald Trump: “La pregunta de mañana es: ¿quiénes queréis que gobierne América, la clase política corrupta o la gente?’”, se preguntaba Trump en la noche preelectoral.

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En Europa el Brexit o el auge del Frente Nacional en Francia son otros ejemplos. En el sur de Europa, dos partidos de izquierda como Syriza y Podemos han usado esta distinción entre pueblo y élites. “Podemos plantea la necesidad de una identidad política nueva, un nosotros, que es fundamental en política, que ya no es izquierda derecha, sino pueblo-oligarquía, arriba-abajo, ciudadanía-casta”, dice Jorge Lago, responsable de la Fundación de Podemos Instituto 25M.

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La estrategia del ellos contra nosotros sería la gran similitud entre los populismos: “Lo que Trump y Podemos tienen en común es su reivindicación de que las élites han fallado a la gente y han usurpado la democracia. Como resultado, dicen que el pueblo debe ‘recuperar su país’ votando por ellos”, dice Duncan McDonnell, profesor de la Universidad Griffith en Brisbane (Australia). En Podemos creen que este análisis es demasiado simple: “Desde el inicio de la crisis asistimos a un proceso incuestionable de oligarquización de la economía y la política. Pensar que solo por eso se es populista, es un análisis apresurado”, dice Lago.

Es posible por tanto hablar de un populismo genérico. Hay sin embargo dos grandes diferencias entre los populismos de derechas y de izquierdas. Primero, obviamente, las políticas: “Podemos y el Frente Nacional tienen en común que dirigen sus ataques contra una élite liberal que creen responsable de los problemas. Difieren en el tipo de problemas que identifican y enfatizan, y en las soluciones que ofrecen”, dice Benjamin Stanley, profesor en la Universidad SWPS de Varsovia (Polonia).

La segunda distinción entre populismos de izquierda y derecha es la definición de pueblo: “La manera en cómo se construye el pueblo es la principal diferencia entre ambos populismos”, dice Chantal Mouffe, que junto a Ernesto Laclau inició una corriente que reivindica el populismo y es citada repetidamente desde Podemos. El pueblo puede ser un sujeto cívico o étnico. La derecha tiende a centrarse en el concepto étnico, de ahí su retórica sobre la inmigración. La izquierda es más inclusiva. Rebaja su definición del “nosotros” a algo más etéreo: “En Podemos dicen que el populismo es una forma de retórica con la que construyes una forma de pueblo”, dice Guillem Vidal, investigador en el European University Institute en Florencia (Italia).

Aquí surge otra gran confusión sobre el concepto del populismo: ¿hay medidas populistas o solo las hay de izquierdas, de derechas, demagógicas o estúpidas? Los académicos no se ponen de acuerdo. Hoy por ejemplo la derecha populista ha abandonado la defensa del libre mercado en favor del proteccionismo. En ese aspecto su postura le acerca a cierta izquierda. El movimiento puede ser populista, ¿pero lo es también la propuesta concreta? Ramiro cree que no: “No está claro si el proteccionismo es de derechas o izquierdas. Decir que algo es una política fiscal o exterior populista es alargar el concepto de una manera excesiva o peligrosa. La demagogia no es populismo”, dice.

Entre los académicos consultados, hay uno que define el populismo como algo más que una mera retórica de campaña: “El populismo es iliberalismo democrático”, dice Takis Pappas, profesor en la Universidad de Macedonia, en Tesalónica (Grecia). El objetivo de los políticos populistas no sería tanto presentar una división social, como desmontar la democracia liberal: “Los partidos populistas se enfrentan a instituciones democráticas como la prensa libre, la división de poderes y especialmente la autonomía judicial”, dice Pappas.

Los ejemplos que aporta Pappas son Chávez y Maduro en Venezuela y el Perú bajo Fujimori. Si un líder es el único representante del pueblo, ¿qué necesidad hay de oposición y contrapesos del poder? La idea de que todos los adversarios pertenecen a élite corrupta los deslegitima: si el discurso populista se lleva al extremo, “proyecta una concepción mayoritaria de la política en la que los partidos en el poder sirven supuestamente al pueblo incluso en contra de la ley”, dice Pappas.

El populismo deja ver si es más que un discurso cuando toma el poder. En el discurso de Trump se ven detalles iliberales. Ahora en el gobierno se mirará con lupa. Pero no todos los populismos implican iliberalismo: “Hay populistas que no usan esos elementos de debilitar la separación de poderes o de intervención peligrosa sobre los medios de comunicación”, dice Ramiro.

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