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“España debería y podría hacer bastante más; es el momento de subirse al tren”

La oficina de la ONU para los refugiados condena las devoluciones en caliente y cree que el sistema de asilo español es insuficiente

María Jesús Vega, portavoz de Acnur en España.Vídeo: EL PAÍS TV

Pregunta. ¿Cómo ha funcionado estos años el sistema de acogida de refugiados España, sobre todo en Ceuta y Melilla?

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Respuesta. España tiene un sistema de acogida a través de centros gestionados por el ministerio de Empleo o por ONGs, que cumplen los criterios del ministerio, y en Ceuta y Melilla hay centros de estancia temporal para inmigrantes que tienen una calificación diferente a la de centro de acogida para refugiados. Y la verdad es que en los últimos años sobre todo en Melilla el centro, que tenía 480 plazas, estaba duplicando, triplicando o cuadriplicando su capacidad. En este momento la situación es bastante mejor, a lo mejor hay cien personas más, pero sin duda se trabaja mejor. ACNUR ha manifestado su preocupación en varias ocasiones por la sobreocupación, por la falta de claridad en los criterios para los traslados, en cuanto a las condiciones en el propio centro, porque hay familias y grupos vulnerables que están conviviendo en un centro sobreocupado, sin personal para poder identificar cuáles son los casos vulnerables, necesidades de protección, menores, víctimas de trata, casos de abusos… Nos parece que es importante que haya una serie de mecanismos en el Centro Temporal de Estancia de Inmigrantes (CETI) que permitan tener una claridad en cuánto a cuándo se hacen los traslados y quién hace qué tipo de tareas.

P. Muchos de los refugiados a los que habéis entrevistado no tenían un buen recuerdo del CETI. Su primer impacto con España no era bueno.

Hay un número muy importante de refugiados que se han marchado de España

R. Ha habido muchas personas, sobre todo de Siria, o palestinos, incluso subsaharianos, que han permanecido en el CETI muchos meses en algunas ocasiones y cuando han pasado a la península sí han trasladado su intención de marcharse de España porque han vivido una experiencia muy difícil y muy dura en el centro de acogida. No podemos olvidar que el CETI es un centro de estancia temporal y para inmigrantes, ni siquiera para solicitantes de asilo, con lo cual la función que debería llevar a cabo es la de un centro de tránsito, con una identificación rápida de las necesidades de protección y donde se pueda hacer una derivación a los diferentes canales disponibles: vía asilo, sistemas de trata, extranjería, menores no acompañados y que la gente salga de ahí a centros especializados en la península. En ese sentido sí nos preocupa, y se ha comentado, que no cumple las directivas europeas para acoger a solicitantes de asilo.

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P. En los últimos dos años han llegado casi 10.000 sirios a España para pedir asilo, pero ¿dónde están? Parece que la mayoría han llegado aquí y se ha ido.

R. El perfil de la población que ha ido llegando a Melilla ha variado. Desde finales de 2013 hemos visto que ese perfil de personas que llegaban más bien por razones económicas se ha ido sustituyendo por personas que huyen de persecución. No solo sirios, aunque son la gran mayoría, con palestinos de origen sirio, sino también de África subsahariana de países en conflicto, como eritreos, somalíes, de Sudán del Sur. También hay de otros países no necesariamente en conflicto que también pueden necesitar protección internacional, porque el derecho de pedir asilo es para todos y luego hay que estudiar si encaja dentro de los supuestos de la convención. Este cambio de perfil y este número tan importante de personas que utilizaba la vía de Melilla, esa frontera sur, la única terrestre de Europa con África, ha sido el motivo por el que ACNUR ha abierto una oficina y decidió enviar un equipo porque nos parecía reforzar todos los aspectos del sistema de asilo allí.

Hay un número muy importante de estas personas que han cruzado que se han marchado. En unos casos el motivo han sido las condiciones de acogida y en otros porque tienen familiares en otros países de la UE. Hay personas que han conocido a otros refugiados que viven aquí, de otras nacionalidades, pero sobre todo sirios, y que les han contado los plazos para reunificaciones familiares, para resolución de documentación, dificultades de trabajo, de integración, para alquilar pisos o tener una casa tras los seis meses de acogida y en muchos casos han pensado que casi prefieren irse a otro país europeo con mejores condiciones.

P. ¿Cuál es el papel de Marruecos y Argelia, los países que deben atravesar para llegar a pedir asilo a España? ¿Hacen de filtro?

La población subsahariana ni siquiera pueda acercarse a la frontera

R. A nosotros nos preocupan los testimonios que nos han estado llegando de familias que han entrado y pedido asilo en el puesto fronterizo de Melilla y que han tenido muchas dificultades para llegar allí y pedir protección. Sin duda están operando mafias que se aprovechan de personas de esta nacionalidad, y evidentemente también nos preocupa que la población subsahariana ni siquiera pueda acercarse a la frontera y pedir protección. Quedan relegados a la posibilidad de saltar la valla, para lo que debes tener una perfecta forma física, y mental, para aguantar el tiempo que aguantan en el monte hasta que saltan. Su situación es especialmente preocupante. Desde ACNUR estamos pidiendo para quienes huyan de persecución el acceso al territorio y a la protección, son personas que en caso de ser retornadas podría su vida o su integridad física correr peligro.

P. ¿Marruecos qué responde cuándo ACNUR dice esto, que estas personas no pueden estar escondidas en el monte y se debe dejar que se acerquen a la frontera española si quieren?

Las rutas han empezado a cambiar: hay sirios que hacen el viaje hasta Mauritania

R. La situación con Marruecos es como con otros países del norte de África. En algunos casos han firmado la convención del 51, en otros no, tienen procedimientos de asilo o procesos en marcha, o legislaciones relativamente recientes que necesitan todavía un desarrollo y no están consolidadas. Se está trabajando con las autoridades en formación para que determinen directamente el estatus de refugiado. No podemos olvidar que Argelia, por ejemplo, impuso visado de entrada a los sirios a comienzos de 2015 y ha sido uno de los motivos por las que las rutas han empezado a cambiar: hay sirios que hacen el viaje hasta Mauritania y luego hacen el camino por Mali y por el desierto con un gran riesgo para poder llegar a España y a Europa.

P. ¿Cuál es el papel diplomático de España en todo esto? Porque es absurdo que Marruecos se esfuerce por impedir salir a inmigrantes y que Argelia de repente les pida el visado. ¿Hay una presión diplomática española, europea, para que estos países ejerzan de filtro aunque sea de forma no declarada?

R. Creo que es una pregunta que deberías dirigir a las autoridades españolas y europeas: cuál es la función que quieren que desempeñen estos países en cuanto a derechos humanos y cuestiones de asilo.

P. Esperando para saltar la valla ahora en Marruecos hay sobre todo personas de Guinea Conakry y Camerún. ¿Son países cuyos ciudadanos son potenciales solicitantes de asilo?

R. Que un país esté en conflicto no quiere decir que todas las personas que salen de ese país vayan a necesitar protección internacional y sean refugiados, y a la inversa, que un país no tenga ningún conflicto no quiere decir que no haya algún ciudadano que no pueda estar perseguido por alguno de los motivos de la convención, como raza, religión, opinión política, pertenecer a un grupo social determinado, y entre estos las personas perseguidas por motivos de género e identidad sexual... Lo importante en este momento es que quien necesite protección y asilo pueda acceder a él, y lo que está ocurriendo por ejemplo en la valla de Melilla o de Ceuta con esas devoluciones en caliente, automáticas, sería una violación del derecho internacional y de la legislación nacional, cuando no se está permitiendo que haya un procedimiento individualizado, no se está dando la oportunidad a esas personas de que manifiesten su intención, en caso de tenerla, de pedir protección, asilo, y que no haya un procedimiento administrativo como estipula la ley. Y la legislación que se aprobó en marzo y modificó la ley de extranjería establece que cualquier retorno automático se va a hacer con las debidas garantías y con pleno respeto a la legislación internacional y eso en los últimos meses estamos viendo que ha habido retornos esporádicos de personas que están en la valla, han entrado y son devueltas a Marruecos y desde ACNUR denunciamos esta situación.

P. Estando en Melilla no se entiende la diferencia entre una persona que pasa por la frontera, pone el pie en España y ya está, se abre un procedimiento, le ponen un abogado y un traductor, va al centro de estancia, se le lleva a la península. Y otra que salta la valla, pone un pie en España pero le echan inmediatamente. ¿Cuál es la diferencia legal, cómo lo veis?

R. Lo que vemos es que desde se pone en marcha esa nueva legislación, que además afecta exclusivamente a Ceuta y Melilla, ACNUR propone un mecanismo para poder trabajar con estos casos, pero no solo ahí, sino en todas las fronteras de España. En todas debería haber un protocolo clarísimo de actuación para que las fuerzas de seguridad del Estado supieran qué tienen que hacer con una persona que ha entrado en España sin la documentación necesaria y que sepan las herramientas que tienen. La legislación marca que tienen que abrir un procedimiento administrativo, con un abogado, un intérprete, atención médica si es necesario y la posibilidad de pedir protección internacional. Con esto se estaría trabajando conforme a la legislación y lo que pedimos es que este proceso, en el que además podrían intervenir las ONGs que trabajan en este campo, se haga conforme a la ley. Quien no necesite esa protección pues es retornado si no hay ningún otro criterio que se pueda aplicar. Pero ese mecanismo no está en marcha todavía, a pesar de las seguridades que dio el Gobierno en su momento de que estaba en ello, pero en este momento la actuación sigue siendo la misma. Lo que pedimos es que Ceuta y Melilla no sean un coto particular, sino que esa legislación se aplique en todas las fronteras de España.

P. ¿Creéis que en Melilla se podría quitar la valla, o se debería?

R. No estamos hablando de suprimir vallas, aunque es verdad que los muros rara vez han arreglado los problemas, lo que hacen es trasladar al vecino de al lado el problema. Cuando tú taponas por un lado y hay una situación de desesperación de la gente, la gente va a buscar otro camino, aunque sea más arriesgado y más costoso, y las mafias se van a organizar porque seguirán aprovechándose de ese caos de respuestas y de la falta de alternativas. Aquí la cuestión es poder tener alternativas legales para que la gente pueda llegar sin jugarse la vida por tercera y cuarta vez, como estamos viendo, con familias, con niños y ancianos, que huyen de la guerra de Siria, de otras guerras. Pedimos esas alternativas a todos los países, no solo europeos, sino industrializados, puesto que nueve de cada diez refugiados están acogidos en los países próximos a las zonas de conflicto. En este momento tenemos a 60 millones de personas desplazadas de sus hogares. No hay ningún país que pueda mirar para otro lado y que pueda dejar de echar una mano y asumir alguna responsabilidad, y en ese sentido el papel de España es importante dentro de la UE por la posición que ocupa y el número de refugiados que han llegado al territorio español hasta ahora es un 1% del total de peticiones de toda la UE, y a nivel de reasentamiento o reubicación dentro de la UE las cifras son ínfimas.

P. Da la impresión de que España es un país al que no le interesa nada la acogida, que no hay mucha voluntad política.

Nueve de cada diez refugiados están en países próximos a las zonas de conflicto

R. En este momento tenemos todos los ingredientes para poder hacer un verdadero programa de acogida, para poder cambiar la forma en que se está trabajando en asilo en el país. Es claro que con una situación de crisis económica, que azota también a los españoles, podemos imaginarnos cuál ha sido el impacto en estas personas, gente que no tiene familia, ni la pensión de nadie, ni amigos, no hay redes establecidas, porque son un número muy bajo de personas… Es el momento de plantarnos y decir: con esta solidaridad impresionante de la gente española, con la cantidad de instituciones, a nivel regional y local, que quieren echar una mano, vamos a cambiar la forma de trabajar para poder adaptar el sistema español de asilo y crear la confianza suficiente para que la gente que viene se quede y España deje de ser un país tranmpolín para irse a otros lugares, pero para eso hace falta voluntad política y es uno de los ingredientes que faltan en ese momento. Estamos viendo que a pesar de esas ofertas y de las aprobaciones de cuotas, de los 16.000 aprobados para reubicación solo han llegado 18. De las cuotas de reasentamiento, 10.400 por un lado, 130 por otro, todavía no ha llegado nadie. En Canadá, por ejemplo, en tres meses han llegado 25.000 personas. Brasil tiene unos visados humanitarios desde hace tres años para gente que huye de la guerra de Siria. En Portugal tienen becas para estudiantes afectados por la guerra para que pueda continuar sus estudios. España debería y podría hacer bastante más, y creo que es el momento de subirse al tren, y contar con el apoyo de la ciudadanía.

P. ¿Ves paralelismos entre lo que se ha acordado con Turquía y la colaboración que ha tenido en las últimas décadas España con Marruecos, pero sin que se sepa a cambio de qué?

R. Las fronteras, evidentemente, tienen que estar controladas y tiene que haber una protección y una seguridad, pero esa protección pasa también por proteger a la gente que llega a la frontera y a quienes huyen de la persecución, y es claro que los países que son firmantes de la convención de Ginebra de 1951 tienen una obligación, no solo política o moral, sino legal, de dar protección a estas personas, y si no lo ven así que renuncien a la convención y se salgan del club de países democráticos. Lo que vemos es que cada país debe asumir su parte de responsabilidad y tener muy claro qué haces con una persona y que cada medida que tomas sea conforme al derecho internacional y estamos viendo con el acuerdo de la UE que los mecanismos para llevarlo a cabo y las garantías legales, sobre el papel puede haber algunas, pero en la práctica no se están cumpliendo con los medios que hay tanto en Grecia como en Turquía.

P. ¿Cuáles son las carencias del sistema de asilo español?

El sistema de acogida
ha estado menguado absolutamente de recursos

R. El sistema de acogida ha estado menguado absolutamente de recursos, la capacidad era absolutamente limitada. Había solo 900 plazas disponibles hasta julio del año pasado y ha sido positivo que se hayan incrementado los recursos, humanos y materiales, para poder subir el número de plazas, ahora son en torno a 2.000. Ha habido un incremento de peticiones en los últimos tres años: hasta 15.000 en 2015, es cierto que muchas han salido del país, pero en todo caso el número de plazas no daría para atender a toda esta gente. A mediados del año pasado había gente esperando cinco meses para poder asilo, en una situación de desprotección absoluta, había gente que salía a los seis meses de estos centros de acogida y no tenían cómo ganarse la vida, cómo vivir y ser autosuficientes. Nos hace falta cambiar el sistema, tanto en materia de procedimiento de asilo como en acogida e integración para que España sea verdaderamente un país de asilo. Tras la permanencia en un centro la gente sale pero muchos no hablan el idioma todavía, no tienen recursos para poder alquilar un piso y es un triunfo alquilar una habitación, porque no tienen avales. Las ayudas son limitadas, son tres meses, a partir de ahí te tienes que buscar la vida, tienes que reciclarte a nivel profesional. Todo ese trabajo hay que hacerlo desde el primer momento en que llega la gente, es muy importante que aprovechemos toda esa solidaridad para asegurar que esta gente sale de estos centros y pueda valerse por sí mismas, que es lo que quiere cualquier refugiado. Son personas como tú o como yo, que ha vivido con sus propios recursos, y de repente dejas de ser el abogado de prestigios, el médico famoso, tus hijos ven que ya no te tratan de usted, vendes como puedes algo por la calle para llegar a una comida diaria. Y son personas que no pueden volver a su país, porque su vida corre peligro. Tenemos que hacer un esfuerzo todos y el ministerio debe liderar esa respuesta.

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