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13 años (más dos) de una gestión infausta en manos del PP

Blesa administró el despilfarro en Caja Madrid sin oposición

Miguel Blesa llegó en 1996 a la presidencia de Caja Madrid por decisión personal de José María Aznar, su amigo de juventud. Durante sus 13 años de mandato logró dejar la cuarta entidad financiera de España por clientes y depósitos al borde de la quiebra. Fue sustituido a la fuerza por Rodrigo Rato. Este, elegido por el dedo de Mariano Rajoy, acabó de rematar en dos años el desastre y fue despedido de urgencia por quienes le nombraron.

Caja Madrid tocó las cumbres del éxito durante el mandato de Blesa. Llegó a ganar 2.860 millones en un solo año (2007) gracias en parte a una operación bursátil con las acciones de Endesa. En el último suspiro de su gestión, compró un banco en Miami por 917 millones que se vendió cuatro años después por 682.

Acomodado en el éxito, Blesa metió a Caja Madrid en una tóxica espiral inmobiliaria con una política descontrolada de concesión de créditos a promotores y particulares. Y eso pese a los reiterados informes del Banco de España que avisaron del peligro. Consejeros de Caja Madrid aseguraron que nunca conocieron esos informes porque Blesa los ocultó. Los préstamos del ladrillo, imposibles de cobrar, hundieron a la entidad.

Los mecanismos de control apenas funcionaron. Los distintos consejos de administración que presidió, integrados en su mayoría por políticos a los que sus partidos premiaban con un puesto bien remunerado en Caja Madrid, apenas plantearon oposición a los manejos de Blesa.

Durante su mandato se duplicaron las prebendas a consejeros mediante tarjetas de crédito con un límite mensual de gasto que no debían justificar ante nadie. En función del poder o la situación de cada consejero, Blesa instauró varias castas en la distribución de tarjetas. Los que formaban parte de la comisión de control podían gastar más que los consejeros rasos, pero menos que los vicepresidentes y ejecutivos. En sus tres últimos años se inflaron los sueldos de la cúpula que presidía por encima de lo legal con un quebranto de 14 millones, según la auditoría del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB).

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La correspondencia electrónica de Blesa, conocida a raíz de las causas abiertas por la compra del banco de Miami y los créditos concedidos al expresidente de la patronal Gerardo Díaz Ferrán, acabaron de probar el nivel de despilfarro y descontrol que alcanzó Caja Madrid. La entidad llegó a regalar al ayuntamiento un monolito de 14 millones de euros. Blesa negoció la compra de la colección artística de un amigo de Aznar por 54 millones. La operación se frustró por la crisis. El hijo del expresidente del Gobierno se quejó a Blesa, el amigo de su padre: “Con los pelos que se ha dejado por ti, es impresentable lo que has hecho”. Ya no era posible más despilfarro.

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