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Nosotras parimos, pero ¿dónde?

Reino Unido acaba de recomendar el parto en casa como el más seguro mientras otros países europeos lo prohiben o desaconsejan

Una embarazada de bajo riesgo y no primeriza quiere parir en su casa acompañada por una matrona. Si es británica, su médico se lo recomendará, según la nueva guía de Sanidad, publicada el 3 de diciembre y basada en un estudio de la Universidad de Oxford. La decisión es suya, le dirán, pero sepa que, según las estadísticas, parir en casa es más seguro para usted e igual de seguro para su bebé que hacerlo en el hospital. La seguridad social británica correrá con los gastos.

El año pasado parieron en casa unas 800 españolas el 0,2% de las gestantes

Sin embargo, si la embarazada es checa, sus médicos le explicarán que no puede ser. La ley prohíbe a los profesionales sanitarios planificar y atender un parto domiciliario. El pasado día 11, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, ante la denuncia de dos madres que querían dar a luz en casa, corroboró que República Checa no violaba su derecho a decidir dónde parir si consideraba que la infraestructura sanitaria del país no cumplía las condiciones para hacerlo con seguridad. A pesar de esta decisión, la Corte apuntó que, bajo ciertas circunstancias, el parto en casa no es más arriesgado que en el hospital y criticó el “dudoso” respeto por las decisiones de las madres en la mayoría de los hospitales checos, recomendando que trabajen para “evitar intervenciones médicas innecesarias”.

Si la embarazada del supuesto es española, es probable que su médico le desaconseje parir en casa, pero podrá hacerlo pagando unos 2.000 euros (incluido el seguimiento del embarazo) a un profesional independiente. El año pasado lo hicieron unas 800 españolas (el 0,2% de las gestantes, según una estimación con datos del INE de Educer para su observatorio del parto en casa).

Una maternidad distinta

"El descenso de la mortalidad perinatal del 50 al 3 por mil en los últimos 60 años no ha sido un milagro", dice el Presidente de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, José María Lailla. "La tecnificación del parto ha salvado muchas vidas, pero llegó un momento en que se hizo excesiva". La Guía de Práctica Clínica sobre la Atención al Parto Normal 2010 del Ministerio de Sanidad intenta frenar esa medicalización rutinaria. Es decir, menos tactos vaginales, roturas de bolsa, inducciones e intervenciones que no sean necesarias... Y más información y respeto para las gestantes. También más autonomía para las matronas. "La guía no se cumple en todas partes", dice Nuria Otero de El Parto es Nuestro. "El problema es que son recomendaciones y deberían ser protocolos", dice "Esto propicia que las mujeres busquen alternativas a los hospitales".

Es decir, en Europa, dependiendo de dónde viva la embarazada podrá o no elegir dónde puede parir. Las regulaciones y recomendaciones son dispares. Hay países que lo fomentan y lo financian, otros lo ofrecen (aunque no necesariamente lo aconsejen), otros lo toleran y unos pocos ponen trabas explícitas.

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España lo tolera. El Ministerio de Sanidad “circunscribe sus recomendaciones a la atención en el Sistema Nacional de Salud”, según explican por correo electrónico. “Es decir, no se contempla nada de la atención domiciliaria al parto, ni de apoyo (sabemos que está teniendo auge en mujeres sanas, bien informadas y con poder adquisitivo medio-alto), ni de prohibición (las matronas que ejercen esta práctica son muy expertas y los resultados son excelentes)”.

¿Y qué dicen los estudios científicos? La sentencia del Tribunal de Derechos Humanos cita 10 informes, presentados por ambas partes, y concluye que “la mayoría de los estudios internacionales no sugieren un mayor riesgo de los partos en casa, pero sólo si se cumplen ciertas condiciones”. Son tres: que el embarazo sea de bajo riesgo, que sea atendido por una matrona profesional y que se asegure un rápido traslado a un hospital (según Oxford, acabaron yendo al hospital el 12% de las multíparas que empezaron en casa, y el 45% de las primerizas). Los estudios citados por el tribunal coinciden en que parir directamente en el hospital conlleva un aumento significativo de intervenciones en embarazadas de bajo riesgo (cesáreas, fórceps, laceraciones, inducciones...).

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En España la mayoría de los médicos desaconsejan el parto domiciliario. “Yo no le voy a decir a una señora que se opere de apendicitis en la mesa del comedor. ¿Que se puede hacer? Seguro. Pero yo no lo recomendaría”, dice el presidente de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, José María Lailla. A la supuesta embarazada de bajo riesgo que desea parir en casa “intentaría convencerla, explicarle que los hospitales han acondicionado quirófanos para parir como si estuviera en casa... Las complicaciones surgen en cualquier momento. El tiempo perdido en el traslado puede ser vital. En el siglo XXI en el primer mundo no es de recibo arriesgarse”.

El médico defiende que los países que ofrecen el parto en casa como parte de su sistema público están preparados para hacerlo y han tenido en cuenta “factores legales y económicos” (en Reino Unido, un parto en casa cuesta al sistema 1.300 euros, frente a los 2.000 del hospitalario). “La clave es regularlo”, continúa, “haría falta establecer protocolos, requisitos, cadenas de responsabilidad...”.

Aun coincidiendo en que regular sería mejor, la Federación de Asociaciones de Matronas opina que también hoy en España “la mujer ha de poder elegir”. “Las enfermeras obstetras buscamos las máximas garantías”, dice su portavoz Cristina Martínez, “ni todos los embarazos, ni siquiera todas las casas, convienen”.

El Colegio Oficial de Enfermeras de Barcelona (COIB) publicó en 2010 la Guía de atención del parto en casa para establecer cómo y en qué casos hacerlo (nunca con gemelos o un bebé de nalgas, siempre que haya un hospital cerca...). “El Colegio no está a favor ni en contra de parir en casa; si se hace bien, es tan seguro como en el hospital, la mujer decide”, dice Isabel Salgado, portavoz de las comadronas del COIB, que insiste en que los traslados al hospital se hacen ante el indicio de la más mínima complicación, normalmente, de forma tranquila en vehículos privados.

En Europa, dependiendo de dónde viva la embarazada podrá o no elegir dónde puede parir.

“Entonces, ¿dónde debería dar a luz una mujer?”, se pregunta la Organización Mundial de la Salud en su Guía del parto normal. “En el lugar en que ella se encuentre segura”, se responde. “Para una mujer de bajo riesgo esto puede ser en casa, en una maternidad pequeña o quizás en la maternidad de un gran hospital”. La mayoría de las mujeres se sienten más seguras en el hospital, según los datos de Euro-Peristat. Incluso en Holanda, donde el parto en casa forma parte integral del sistema sanitario, solo el 16,3% lo elige (este porcentaje ha caído en los últimos años desde el 30%). En países donde se apoya (Reino Unido, Dinamarca o Islandia) apenas superan el 2%. En el resto, independientemente de que se tolere o desincentive, no llega al 1%.

“Muchos piensan que es una decisión egoísta, pero lo haces para ofrecer al bebé el mejor nacimiento posible y evitar prisas e intervenciones”, dice Cristina Triviño de la Cal, que parió en casa, es matrona y miembro de Nacer en Casa, asociación de 100 profesionales sanitarios de los 150 que asisten partos domiciliarios en España (la mayoría matronas y algunos médicos). “Nos gustaría que se normalizase como una opción responsable y segura si las condiciones lo permiten y la mujer lo desea”, dice. “En casa, aunque es excepcional, puede ocurrir una fatalidad que en el hospital podría haberse evitado; en el hospital pueden producirse intervenciones innecesarias con resultados fatales. La mujer debe decidir con qué se siente más en paz”.

 

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Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

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