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“La calle no entendería que IU y Podemos no se unieran”

El diputado defiende la unidad popular: "Por nosotros no se va a frustrar"

Alberto Garzón, ayer en Rivas-Vaciamadrid.
Alberto Garzón, ayer en Rivas-Vaciamadrid. JULIAN ROJAS

Alberto Garzón (Logroño, 1985) anunció el pasado viernes su candidatura a las primarias de IU, de momento la única, para salvar a la formación de su descomposición frente al efecto Podemos. Ayer se escenificó en Rivas-Vaciamadrid, bastión del partido, el futuro relevo de Cayo Lara. Tras el acto, el joven diputado contestó a EL PAÍS en el auditorio Pilar Bardem.

Pregunta. ¿Está IU en uno de sus peores momentos?

Respuesta. Estamos en una fase en la que hay un tsunami electoral que se llama Podemos que está afectando a las demás fuerzas. Las encuestas, que nunca han sido nuestra brújula porque hemos tenido épocas peores, no pueden servirnos para un repliegue. La oportunidad es salir a la ofensiva y solo así es cómo nos vamos a recuperar- Pienso que vamos a tener muy buenos resultados en las autonómicas y municipales, y que eso debe ser un influjo de ánimo. Creo que debe comenzar una nueva etapa.

P. ¿Cuál es su objetivo?

R. Este país está en un cambio de época y se merece por primera vez un Gobierno de izquierdas, y creo que una izquierda ideologizada y organizada como es IU es fundamental. Si no hay un cambio que no pase por IU no va a ser un buen cambio. El objetivo no es ganar, ese es el medio, el objetivo es transformar la sociedad. Y percibimos que somos el instrumento más útil para hacerlo. Otras fuerzas no tienen esa capacidad.

P. ¿La fragmentación de la izquierda es un reflejo de su crisis?

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R. La izquierda siempre ha tenido la tendencia a fragmentarse, en España y Europa. Sin embargo, estamos en un momento en el que la crisis económica ha derivado en una crisis de la democracia. La gente está perdiendo sus seguridades y certezas del pasado, y ahora es el momento de reubicarse identitariamente. Hay mucha gente que nunca había votado a partidos de izquierda y ahora quiere votarlos. Esta es una oportunidad, una brecha abierta en el sistema. Yo creo que el instrumento más útil es la unidad popular, que expresa no solo lo que ha sido IU siempre, sino que es un momento histórico en el que no podemos dejar que el PP y el bipartidismo sigan manteniéndose en el poder.

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P. ¿Tiene un plan concreto?

R. El de una nueva etapa que responde a un cambio generacional. Los jóvenes vemos la política de forma muy diferente, no es solo un recambio de caras, es firmeza en la defensa de nuestra historia. Aunque no creo que tengamos una mochila cargada de piedras, tenemos una llave para el futuro. Yo soy economista, y el valor añadido de una candidatura como la mía es el bagaje económico. Porque la salida de la crisis es económica.

P. ¿Cuáles son las claves de ese proyecto?

R. Los ejes son tres. El primero, trabajo garantizado: una propuesta de que con el 0,92% del PIB, que son 9.200 millones de euros, se puede sacar del paro a un millón de personas en un año no es una propuesta utópica, se ha llevado a cabo en otros lugares. El segundo es democratizar la economía, lo que significa que las empresas estratégicas tienen que ser propiedad del pueblo y no de unos pocos. Lo que hace que alguien como Villar Mir o la señora Botín pueda decidir por la mayoría de la gente. Las empresas energéticas deben ser nacionalizadas para impedir que ningún español pase hambre o miseria, como no poder calentar su casa. La tercera medida es que las empresas afectadas por casos de corrupción no puedan volver a tener contratos con la Administración pública.

Nuestro objetivo no es ganar,
es transformar la sociedad

P. ¿Es consciente de las resistencias que puede generar?

R. No me cabe ninguna duda de que nuestra candidatura es rupturista con el régimen político y económico. Asumimos que este poder económico no va a ver bien nuestras medidas, por eso es fundamental tener movilización social en la calle. Sin presencia social, aunque ganásemos las elecciones, no seríamos capaces de transformar el país.

P. ¿Cómo ve la convergencia con Podemos y Ganemos?

R. Nosotros somos partidarios de la unidad popular y por nosotros no se va a frustrar. Si otras fuerzas no van a participar, tendrán que explicar por qué cometen ese acto de irresponsabilidad histórica. Pero si esas fuerzas no quieren participar nosotros seguiremos. No vamos a cambiar nuestros principios por una táctica electoral.

Podemos no ha inventado nada nuevo

P. ¿Es una traba para IU?

R. Estamos viviendo una tormenta. Todo puede cambiar, y lo importante es estar fuertes con lo que uno defiende. Es una oportunidad muy buena para construir un proyecto de izquierdas, sólido y organizado.

P. ¿Qué comparte con Podemos?

R. No ha inventado nada nuevo, ha cogido muchos elementos programáticos que tenían IU y otros partidos, y eso es una buena noticia. Tienen también una estrategia de calculada ambigüedad ideológica, muy medida, que no puedo compartir porque creo que hay que defender los principios por encima de todo. Ahora bien, creo que Podemos es una oportunidad, ha venido a romper con el bipartidismo también. Es verdad que todavía no ha dicho que sea un partido de izquierdas y, por tanto, hay que mantenerse con toda la cautela del mundo.

P. Muchas diferencias.

Somos partidarios de la unidad popular y por nosotros no se va a frustrar

R. También es verdad que si compartimos una mayor parte del programa político es posible la convergencia, es posible la unidad popular. Al final no nos pueden importar los egos, los elementos de despacho, nos tiene que importar la preocupación de la gente, y a mí en la calle me piden todo el rato que nos unamos, todo el mundo. La calle no comprendería que fuerzas que tienen capacidad de transformar juntas el país no lo hicieran.

P. ¿Cómo se lleva con Pablo Iglesias?

R. Tengo una muy buena relación desde el respeto, con diferencias ideológicas que nos llevan a proyectos políticos distintos, pero compartimos muchas reflexiones y tenemos la buena educación para debatir con seriedad y con rigor sobre aquello en lo que no estamos de acuerdo. Incluso he ido a su programa de televisión para debatir con él, no hay ningún problema porque el debate es sano.

P. ¿Cómo afrontará el caso de las tarjetas de Caja Madrid?

R. Tengo muy claro que mi candidatura va a ayudar a limpiar todo, porque no quiero representar a una IU que tenga una sombra de corrupción. Por tanto, aquellos que hayan sido corruptos o hayan tenido responsabilidades políticas ya pueden salir corriendo porque los voy a perseguir hasta el final.

Las empresas energéticas deben ser nacionalizadas

P. ¿Cómo abordaría el conflicto en Cataluña?

R. Dejando votar a la gente, legalizando la consulta, una consulta no vinculante dentro del ámbito de la Constitución, y, en función de lo que salga, sentándonos a hablar. Como ocurrió en Escocia.

P. Pedro Sánchez quiere liderar la renovación del pacto del 78. ¿Ve posible un acuerdo con el PSOE?

R. El PSOE debería hacer una catarsis y convertirse en un partido de izquierdas. La modificación del artículo 135 [ocurrió en verano de 2011, para establecer el principio de estabilidad presupuestaria, que pone un corsé al gasto público] de la Constitución es la manifestación más clara de que el PSOE comparte con el PP un proyecto destituyente. Nuestra Constitución ha sido vaciada. Quienes se han cargado la Constitución y el pacto del 78 no pueden venirnos a decir que lo van a arreglar. Pedro Sánchez pretende cambiar la Constitución reuniéndose con Mariano Rajoy en un despacho y arreglarla en dos días. La Constitución necesita ser modificada desde abajo, desde la gente. Tenemos que ir a un debate público.

P. ¿Cree que se ha apagado el debate sobre Monarquía y República?

R. La Casa del Rey está en una estrategia de cosmética para evitar verse golpeada como se ha visto golpeada en los últimos años. Pero es una vía muerta, porque la Monarquía es el vértice del régimen político y económico del 78. Yo pienso que una vez abramos la llave de la Constitución y las puertas de las instituciones, la Monarquía caerá por su propio peso.

P. ¿Comparte el acuerdo alcanzado sobre los viajes de los diputados?

R. Es ampliamente insuficiente. Nada más llegar al Congreso lo denuncié. Vi que se podía hacer fraude, particularmente con respecto a las tarjetas de Renfe que no son nominales. No había control, dependía de la ética de quienes votan en el Congreso a favor de los desahucios. La solución adecuada sería transparencia y control. Los viajes como representantes de la soberanía popular tienen que estar financiados, pero no se puede permitir el fraude por una ausencia de regulación.

P. ¿Y con respecto a los diputados que viajan para participar en actos de partido u otras actividades?

R. Ese es un debate interesante, pero complejo, porque la frontera entre lo que es político y partidista es muy difusa. Cuando voy a un acto organizado por IU en una provincia acuden centenares de ciudadanos que vienen a contar sus problemas, luego yo voy al Congreso y planteo propuestas. Estoy dispuesto a debatirlo, pero tiene una complejidad importante.

P. ¿Cómo interpreta el gesto de Cayo Lara?

R. Cayo es un hombre honrado, tiene una altura política, sabe el momento en el que vivimos y tiene una conciencia de lo colectivo. Es un gesto que le honra, que todo el mundo está agradeciendo y que es muy anormal en política.

P. ¿Cómo se ve dentro de un año?

R. Pienso que vamos a tener un grupo parlamentario muy potente. Hemos tenido grupos de 11 diputados en los que hemos hecho verdaderas maravillas. Es un clima muy ilusionante de fragmentación del bipartidismo en el que yo soy incapaz de predecir lo que va a pasar, pero confío en que tengamos como mínimo un grupo parlamentario muy potente que tenga capacidad de gobernar. Pero es imposible predecir lo que va a pasar, tanto que le podría decir que incluso vamos a ganar las elecciones. Es posible cualquier escenario.

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Sobre la firma

Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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