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Rajoy reclama a sus socios cumplir lo acordado para ayudar a España

El presidente: “Cuando se toman decisiones, que llaman recortes, es porque hay que hacerlo”

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el expresidente José María Aznar, en el campus de FAES.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y el expresidente José María Aznar, en el campus de FAES. ULY MARTÍN

Mariano Rajoy respiró tranquilo el viernes de la semana pasada por primera vez en muchos meses. La cumbre en Bruselas fue bien. Bajo el paraguas de Mario Monti y François Hollande, había logrado grandes avances en el intento por salvar a España de un rescate total. Y los mercados lo vieron así: la prima de riesgo bajó casi 100 puntos. Pero la alegría duró pocos días. Presionados por sus opiniones públicas, algunos socios clave —Finlandia, Holanda y sobre todo Alemania— empezaron a sembrar dudas sobre el acuerdo. Y la presión volvió.

Una semana después, la prima de riesgo cerró el viernes por encima de cifras anteriores a la cumbre. La rueda vuelve a girar contra España, que se enfrenta a una semana clave. Agobiado de nuevo, el presidente lanzó ayer un grito de auxilio y a la vez de exigencia a sus socios: hay que cumplir lo acordado.

Desde que está en el Gobierno, cada vez que sube la prima, en vez de hablar de la falta de confianza, como hacía en la oposición, Rajoy recurre a otro argumento: España está haciendo los deberes y aún hará más recortes, le toca a Europa actuar. Es su forma de descargar presión interna —si la solución es europea, la culpa no es suya— y a la vez preparar a los españoles, en especial a sus votantes, para nuevos sacrificios.

Pero ayer además lanzó un mensaje duro de presión a los socios: “Europa debe cumplir los acuerdos a la mayor celeridad posible. Avanzamos cuando los consensos no se cuestionan. Estamos en un momento decisivo. Espero que Europa esté a la altura de las circunstancias”, señaló junto al expresidente José María Aznar en la clausura del Campus FAES.

Rajoy teme una semana durísima, que arranca con un Eurogrupo muy complicado que debe negociar las condiciones del rescate bancario y concluye con un Consejo de Ministros lleno de recortes. Pero, sobre todo, teme un agosto complicadísimo. El año pasado, la presión fue tan fuerte que Zapatero y Rajoy pactaron nada menos que cambiar la Constitución para calmar a los mercados.

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En poco tiempo el sistema financiero español no le va a plantear ninguna duda a nadie”

“Hemos pedido un préstamo que espero se sustancie a la mayor celeridad posible”, dijo para exigir que cierren ya el rescate.

Aunque en medio del tono preocupado, lanzó un augurio complicado de cumplir: “No sé los de otros países, pero en poco tiempo el sistema financiero español no le va a plantear ninguna duda a nadie”. Rajoy está cada vez más descolocado. Los recortes que ya ha hecho, que él considera muy duros, según dicen los suyos, no han frenado a los mercados, al contrario. Y ahora le toca hacer más porque la recaudación se ha desplomado por la recesión, cuyo efecto profundizan los recortes. Atrapado, el presidente pide ayuda a Europa y promete que cumplirá. Aunque los socios no se acaban de fiar. Rajoy lleva semanas sin aprobar ningún recorte importante, porque pensaba que no serviría de nada antes de la cumbre. Ahora parece llegada la hora, aunque Monti se le ha adelantado de nuevo aprobando los suyos el viernes.

Claro que Rajoy no habla en tono de petición, sino de exigencia: “España y otros países han tomado en los últimos meses decisiones complicadas. Y van a seguir tomándolas. Lo que procede es que la misma energía y rapidez se vean en las decisiones de la UE”.

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Eso sí, el presidente no avanza nada de los nuevos recortes —no atendió a la prensa y no hubo preguntas—, aunque sí que son inminentes:

“Cuando se toman decisiones, que llaman recortes, es porque hay que hacerlo. Lo haremos en las próximas fechas. En julio habrá reformas importantes. No queda más remedio”.

El presidente cerró así los cursos de verano de FAES, un auténtico termómetro de la relación de Aznar y Rajoy, siempre compleja. Era la primera vez que subía a Navacerrada como presidente. En la oposición hubo mucha tensión entre ambos, desprecios evidentes por parte de Aznar y más de una lección mutua. Pero desde que se vio clara la victoria del PP, la tensión se disipó. Ayer hubo idilio. Ambos charlaron mucho en presencia de Ana Botella, alcaldesa de Madrid por decisión de Rajoy, ya que no se presentó como cabeza de lista. Las diferencias entre los dos personajes perduran, pero ya ninguno de los dos parece tener interés en que se note. No lo necesitan.

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