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Bruselas propone una reducción del 30% en el consumo energético hasta 2030

Los ecologistas tachan de "poco ambicioso" el objetivo de eficiencia de la Comisión

Ignacio Fariza
Torretas eléctricas entre San Fernandio de Henares y Madrid.
Torretas eléctricas entre San Fernandio de Henares y Madrid.Uly Martín

La Comisión Europea propone un objetivo de ahorro energético del 30% de aquí a 2030. La meta, dada a conocer este miércoles, es la última pieza que faltaba por encajar en el rompecabezas del Horizonte 2030 —el plan que Bruselas elabora cada 10 años y que fija los límites medioambientales—, tras la propuesta de recorte del 40% en las emisiones de gases de efecto invernadero y la cuota de renovables del 27% decididas con anterioridad. Con este nuevo objetivo de eficiencia, recibido con duras críticas de las organizaciones ecologistas, Bruselas pretende reducir la dependencia energética de países como Rusia, con quien Europa mantiene en la actualidad una dura pugna diplomática a cuenta de la implicación del Kremlin en el conflicto ucranio. Para que los planes de Bruselas se concreten definitivamente, aún han de recibir el visto bueno de los jefes de Estado y de Gobierno en la cumbre de octubre.

La cifra del 30% ya había sido mencionada por el próximo presidente del Ejecutivo comunitario, Jean-Claude Juncker, en su discurso de investidura ante el Parlamento Europeo y supone una vuelta de tuerca adicional sobre las cifras de ahorro que maneja el actual colegio de comisarios. Al igual que en anteriores discusiones, cuando se fijaron los límites de emisiones y la cuota de renovables—, el debate ha abierto una brecha entre los Estados miembros. Los países del Este, capitaneados por Polonia y temerosos del efecto que la nueva normativa pudiera tener sobre su obsoleta industria, proponían un objetivo cercano al 27%; Reino Unido y un ramillete de Gobiernos cercanos a sus postulados se decantaban por el 29% y el resto abogaban por el 30% finalmente propuesto. El anterior objetivo, fijado para 2020, persigue un ahorro del 20% sobre el nivel de consumo de 1990.

Aunque la meta perseguida por Bruselas será, de momento, meramente indicativa, la Comisión Europea ha fijado una primera revisión en 2017 y podría convertirla en vinculante a lo largo de la recién inaugurada legislatura si algunos países no logran adaptarse a los requerimientos. El Ejecutivo comunitario calcula que los nuevos edificios de viviendas consumen la mitad de energía que en 1980 y la industria, un 19% menos que en 2001, por lo que considera que una mayoría de Estados miembros podrán cumplir con holgura.

El comisario de Energía, Günter Oettinger, ha calificado los objetivos de "ambiciosos pero realistas" y ha subrayado que envían un "mensaje de apoyo" a la inversión en nuevas tecnologías de eficiencia energética. Oettinger también ha mostrado su confianza en que los Gobiernos de los 28 Estados miembros apoyen "por unanimidad" las metas propuestas por la Comisión Europea. Bruselas es consciente de que la tensión entre los Veintiocho y Rusia, exacerbada tras el derribo del avión de Malaysia Airlines en el que viajaban centenares de ciudadanos europeos, podría complicar el suministro energético a medio plazo y, por ello, dice apostar por el ahorro en el consumo.

Menos optimistas se han mostrado las organizaciones ecologistas, que han tildado de "poco ambicioso" el nuevo objetivo de eficiencia energética planteado por el Ejecutivo comunitario. WWF ha mostrado en un comunicado su "decepción" con la propuesta de Bruselas. "No hay ambición real", apunta la ONG. Greenpeace, por su parte, califica de "regalo para los oligarcas" el plan de la Comisión y ha reiterado que la meta europea debería situarse en el 40%, en línea con las exigencias del Parlamento Europeo. Además, la organización ecologista se ampara en razones geopolíticas para defender un objetivo más ambicioso. "Recortaría drásticamente las necesidades de importación de combustibles desde Rusia y ayudaría a la UE a plantar cara a matones como Vladímir Putin", defiende en una nota.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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