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París, negocio y arte

Dior y Chanel deslumbran en una semana de la alta costura en la que la alcadesa Anne Hidalgo quiere invertir

CARMEN MAÑANA (Enviada especial)
Kendall Jenner, con el traje de novia de Lagerfeld para Chanel entre las mesas del casino llenas de 'celebrities'.
Kendall Jenner, con el traje de novia de Lagerfeld para Chanel entre las mesas del casino llenas de 'celebrities'.S. MAHE (REUTERS)

La semana de la alta costura de París es la más elitista de todas las manifestaciones que el sector del lujo conoce. Reunidas un puñado de marcas, presentan espectaculares prendas realizadas enteramente a mano y que solo se reproducirán por encargo y a medida. El precio de estas piezas resulta tan exorbitante que reduce su número de compradores a unos cuantos miles en el mundo. Aun así, las firmas aseguran que supone un negocio rentable, y no solo para ellas sino también para el sector servicios y el comercio local. Tanto es así que la alcaldesa de la capital francesa, Anne Hidalgo, quiere implicar activamente al Ayuntamiento en la pasarela. Pretende que deje de ser una suerte de “jardín secreto para que toda la ciudad pueda vibrar con él”, según manifestó en un desayuno con prensa internacional celebrado este martes.

Entre sus planes, a partir de octubre, está iluminar la torre Eiffel con el eslogan "París ama la moda", facilitar la realización de desfiles en algunos de los edificios históricos más emblemáticos de la ciudad y aprovechar la repercusión mediática de estos eventos para organizar exposiciones y encuentros paralelos. Este proyecto se desarrollará al margen de los cerca de 57 millones de euros que la alcaldía tiene presupuestado invertir en el sector de la moda durante los cinco años de mandato que le restan a Hidalgo, y cuyas principales partidas están destinadas al museo municipal de la indumentaria Palacio Galliera y a las tres escuelas públicas de diseño de la ciudad.

Una prueba más de que para tener una pasarela seria el primera paso es no tomársela a broma. Dejar de entender estas citas como una alternativa de ocio frívolo y empezar a gestionarlas como el posible motor económico que pueden llegar a ser.

Colección de alta costura de Raf Simons para Dior.
Colección de alta costura de Raf Simons para Dior.Dominique Charriau (WireImage)

Para demostrar su compromiso, Hidalgo acudió ayer al desfile de Dior. Raf Simons entregó su colección más personal desde que fuera nombrado director creativo de esta casa francesa en 2012. Rendidos los honores obligados al fundador de la maison y su legado, el diseñador parece preparado para reivindicar el carácter conceptual que ha definido siempre su trabajo. Aún quedan en sus piezas trazas de la silueta creada por Christian Dior en los cincuenta: el New Look –cintura marcada, caderas redondeadas, hombros subrayados-, pero los patrones de 2015 comienzan a volverse etéreos. “Estaba intrigado por la idea de la fruta prohibida hoy en día. La idea de la pureza y la inocencia frente al lujo y la decadencia”, explica el creador. Para la colección bautizada como El jardín de las delicias, el belga dice haberse inspirado en un arco de referentes artísticos que van desde la pintura flamenca hasta el impresionismo, pasando por el estilo gótico, el renacentista e incluso el barroco. El resultado de semejante amalgama de influencias son abrigos Frankenstein de cashemira con solo una manga de piel, piezas de aire monacal recorridas por mallas metálicas que comienzan siendo tops y terminan cubriendo la práctica totalidad de la prenda, y dramáticos vestidos de chifón. Todo rematado por collares que emulan cadenas pesadas cual pecados. En este caso el hábito no hace al monje, sino a una suerte de juanas de arco existencialistas y dispuestas a demostrar que la alta costura puede y debe ir más allá de la alfombra roja y sus vestidos de princesa preñados de incrustaciones. No está demás apostar por santas y guerreras para semejante misión.

Reinterpretación del clásico traje Chanel elaborado, en esta ocasión, mediante una técnica de soldado de metales en 3D.
Reinterpretación del clásico traje Chanel elaborado, en esta ocasión, mediante una técnica de soldado de metales en 3D.Antonio de Moraes Barros Filho (WireImage)

Karl Lagerfeld, en cambio, prefirió rodearse de celebrities, casi igual de eficaces y mucho más efectistas. El director creativo de Chanel convirtió la pasarela en casino con sus máquinas tragaperras y sus crupieres. Y en vez de exhibir a las estrellas invitadas en la primera fila cual estatuas de cera decidió invitarlas a hacer juego y de paso una performance en vivo. Junto a la ruleta se dieron cita, entre otras, las actrices Kristen Stewart, Julianne Moore, Geraldine Chaplin  o Vanessa Paradis, que vino acompañada por su hija adolescente Lily-Rose Depp. Alrededor tenía lugar el desfile, donde destacaba la reinterpretación del clásico traje Chanel elaborado, en esta ocasión, mediante una técnica de soldado de metales en 3D. Una demostración de grandeur, que para eso está la alta costura.

Primer desfile de Bertrand Guyon desde que asumiera el mando de Schiaparelli.
Primer desfile de Bertrand Guyon desde que asumiera el mando de Schiaparelli.Pascal Le Segretain (Getty Images)

Otro de los focos de interés de estas dos primeras jornadas fue el debut de Bertrand Guyon al frente de Schiaparelli, la firma creada en 1923 por la modista que le da nombre y resucitada en 2013 por Diego della Valle, presidente del grupo Tod’s. En la procelosa industria de la moda, Guyon constituye uno de los escasos ejemplos de secundario de lujo aupado finalmente al papel de protagonista. Formado con Hubert de Givenchy –que a su vez trabajó para Elsa Schiaparelli-, fue la mano derecha de Christina Lacroix durante 10 años y de Maria Grazia Chiuri y Pier Paolo Piccoli, directores creativos de Valentino, durante otros siete. El pasado abril, y con 50 años, se ponía por primera vez al frente de una marca. El reto no consistía tanto en suceder en el puesto a Marco Zanini como en estar a la altura de la leyenda de su fundadora y de su maestro, Lacroix, que firmó, de manera excepcional, la colección con la que la marca volvió a las pasarelas.

La propuesta que Guyon presentó ayer no buscaba resucitar el universo dadaísta y extravagante de Elsa Schiaparelli, sino entregar una serie de prendas comprensibles con sutiles referencias al legado cultural de la marca. Como la presencia del emblemático color fucsia o el bolso en forma de dial telefónico, homenaje innegable a la polvera que la italiana diseñó en colaboración con Salvador Dalí.

El nexo de unión más fuerte entre Guyon y Schiaparelli resulta ser la investigación de materiales. Si la modista fue la primera en utilizar el látex, allá por 1933, el creador francés juega a mezclar el visón, con el tweed inglés, el terciopelo y el satén en una colección dominada por rigurosas siluetas años cuarenta.

El diseñador Giambattista Valli pasea entre los abultados vestidos de su colección de alta costura.
El diseñador Giambattista Valli pasea entre los abultados vestidos de su colección de alta costura.Dominique Charriau (WireImage)

A parte de pequeñas extravagancias, como pantalones compuestos enteramente por plumas, Giambattista Valli se volcó en sus best sellers. A saber: vestidos palabra de honor en tul, vaporosos trajes de noche y coquetas minifaldas años sesenta. El equivalente creativo a un macaron parisino: una propuesta deliciosa pero no por ello meno obvia. Para rematar su desfile, el italiano mostró una serie de vestidos con largas colas de volantes, tan espectaculares como aparatosos, ya que para abrirse paso a través de la puerta del backstage requirieron de cuatro costureros convertidos para la ocasión en porteadores: una tarta paulova de cuatro pisos.

Presentación de la colección de alta costura de Stéphane Rolland.
Presentación de la colección de alta costura de Stéphane Rolland.ETIENNE LAURENT (EFE)

Stephane Rolland es otro de esos diseñadores tan empeñados en mantenerse fieles a sus propios códigos que sus colecciones terminan describiendo un bucle infinito. El francés optó por presentar sus prendas para el próximo otoño invierno a la antigua usanza: las modelos, una a una, iban subiendo a una peana y daban vueltas sobre sí mismas ante la mirada de los espectadores, dispuestos por toda la sala y, en esta ocasión, de pie. Así pudieron contemplarse con más tranquilidad de lo habitual sus escultóricos corsés y clásicos vestidos túnica. Mientras, de fondo, se proyectaba un vídeo protagonizado por la modelo española y musa de Roland, Nieves Álvarez, y cuyos efectos especiales eran aún más antiguos que la fórmula escogida para mostrar la colección.

El arma secreta de Dior

La colección de Dior presentada ayer no hubiese sido posible sin la visión de Raf Simons, pero tampoco sin el oficio de Florence Chehet y Monique Ba illy, encargadas, respectivamente, de los dos talleres que componen el atelier de alta costura de la casa: vestidos y trajes. El documental Dior and I, estrenado en mayo en Canal +, reivindica su importancia dentro de la maison. No solo son unas manos mágicas sino también un elemento imprescindible en la relación de la marca con sus compradoras. La cinta recoge cómo Chehet viaja de París a Nueva York para atender personalmente a una compradora insatisfecha. "Si una mujer que gasta 350.000 euros por temporada en nuestra alta costura está insegura con un traje, le mandamos a nuestra jefa de taller para que se lo ajuste"; explica sin inmutarse Catherine Rivière, directora de la alta costura de la casa.

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