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Los nuevos medios nutren a los tradicionales, y viceversa

'Caos digital y medios comunes' analiza la transformación digital de la comunicación

Rut de las Heras Bretín
Una familia usando todos sus dispositivos.
Una familia usando todos sus dispositivos.Getty Images

Una noche cualquiera, un telespectador cualquiera enciende la televisión y zapea. Va de una cadena a otra: serie, tertulia política, película, reality, fútbol... En la pantalla, siempre un común denominador, el hashtag del programa para incitar al público a que participe y el espacio entre en la lista de lo más comentado en redes sociales. El mismo televidente puede estar a la vez zapeando en su tablet. Navegando entre las noticias del día, piensa en poner algún comentario, no lo hace pero se la manda por Whatsapp a un amigo para que la lea, comienza la multiplicación...

La manera de comunicar ha cambiado y está cambiando. Los medios se interrelacionan unos con otros, todos están dentro de un ecosistema y para mantener su equilibrio ambiental se necesitan. A la vez, viven un momento evolutivo totalmente desconocido, del que no se sabe qué esperar ni dónde llegará. "La apertura del público consumidor a cambios bruscos y rápidos a la hora de adquirir nuevos productos y servicios es más amplia que nunca antes en la Historia", así lo expresan Alberto González Pascual y Rafael Rodríguez Prieto en su libro Caos digital y medios comunes (Dykison, 2014), en el que hacen un exhaustivo y académico análisis de los medios de comunicación, los históricos y los nuevos.

Una de las primeras ideas que desarrollan los autores es el protagonismo que adquieren todos los sistemas de comunicación en la construcción de la democracia, en la igualdad de oportunidades. Esto implica difundir la cultura, la educación cívica, trabajar con total libertad de expresión e información. Pero, ¿se cumple? El caso español es flagrante.

La televisión es el medio más extendido, está presente en la práctica totalidad de los hogares. Al igual que los programas entran en las casas de los espectadores se intenta que ellos entren en los platós, compartiendo comentarios, contestando a preguntas en el momento o variando el contenido del espacio televisivo a petición del público. ¿Eso es velar por el que está al otro lado de la pantalla? ¿Eso es hacer la televisión más accesible y democrática? Complicada manera de responder a la pluralidad del público cuando en 2012 el Partido Popular cambió la manera de elegir el Consejo de administración de RTVE por decreto ley. Antes se necesitaba un consenso de dos tercios del Congreso para aprobar los cargos, ahora, con la mayoría absoluta es suficiente. Mayoría absoluta que poseen los populares. Algo similar ocurre con las cadenas autonómicas, muchas de ellas han dejado de ser una televisión regional para pasar a ser el altavoz del Gobierno autonómico.

Con la llegada de la TDT tampoco se ha ampliado la oferta privada, que es muy reiterativa. Algunas cadenas solo repiten programas, otras no solo vuelven a poner lo mismo infinidad de veces, sino que, además, lo segregan en contenido para hombres o para mujeres, lo que le hace un flaco favor a la sociedad.

Internet no es competencia para los medios de comunicación. No resta, suma. Hay que saberlo utilizar y tener en cuenta que cada uno tiene su segmento de público. La radio ha sabido adaptarse y usar en su favor la web. La prensa escrita está dirimiendo la batalla. La destrucción de empresas en el sector del periodismo desde 2007 ha mantenido un promedio de un 1% anual (una media de 15 cabeceras cerradas cada año). Hacia 2017 se prevé que la inversión publicitaria en la prensa diaria en papel solo cubrirá los costes de la impresión de dos días a la semana, y aunque según SNL Kagan (empresa que analiza los datos de los medios de comunicación), la inversión de publicidad en periódicos digitales creció en 2011 un 6,8% más que en 2010, no es suficiente para cubrir las pérdidas del papel.

Se prevé que hacia 2017 la inversión publicitaria en la prensa diaria en papel solo cubrirá los costes de la impresión de dos días a la semana

La televisión es otro claro ejemplo. La web y las redes sociales le dan una segunda vida a programas, vídeos, entrevistas. Incluso logran que series como El ministerio del tiempo cuya audiencia ha sido modesta tenga una presencia social que solo con la emisión no hubiera logrado. ¿Quién no ha encendido el televisor buscando un programa del que ha visto comentarios en tuiter?

Esta convivencia de medios tradicionales con nuevas maneras de comunicar ha fomentado fenómenos que son protagonistas de los derroteros políticos de España. ¿La omnipresencia de Podemos se debe a las redes o a la archipresencia de sus líderes en la televisión? A los dos, porque aunque hay usuarios comunes, no todos lo son. Hay que trabajar todos los flancos. Uno de los graves problemas de los medios según González Pascual y Rodríguez Prieto es la falta de inversión en I+D, el miedo al riesgo, a generar contenidos diferentes, a crear y a dejar tiempo de reacción. El sistema es tan rápido que si algo no funciona difícilmente encuentra una segunda oportunidad.

Habría que tener en cuenta que los medios construyen y forman a la sociedad. El caos digital no hace más que conformar y acercar la información a todos. Esta publicación insiste en que si se habla de democratización, de educación, de creación, que sea de verdad. Ya lo dijo Stendhal en su Historia de la pintura en Italia: "Nunca ha habido nada tan original y creativo como la reunión de 28 millones de personas riéndose de las mismas cosas".

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