_
_
_
_
Tentaciones
_
modas

"Lo interesante es observar cómo un imperio se destruye"

Nos tomamos un café con Loïc Prigent, el director que filma en la sombra los ataques de ansiedad y las excentricidades de los diseñadores

Marc Jacobs y Yayoi Kusama en en documental 'Marc Jabos y Louis Vuitton', probablemente una de las escenas más extrañas de los documentales sobre moda
Marc Jacobs y Yayoi Kusama en en documental 'Marc Jabos y Louis Vuitton', probablemente una de las escenas más extrañas de los documentales sobre moda

Seguramente su nombre es menos conocido fuera del planeta moda, esa galaxia llena de situaciones inverosímiles y a su vez excitantes. Aunque dentro, este periodista es una referencia; lo apodan el Mediapart de la moda, en alusión a esa revista digital francesa de actualidad que, ojo, no admite anunciantes.

Loïc Prigent es el responsable de crear documentales sobre las casas de moda más famosas del mundo. Observa de cerca los procesos de Chanel, Marc Jacobs y Louis Vuitton, por citar algunos, justo antes de sacar sus respectivas colecciones. Vamos, le pone cara y ojos a la creación y al por qué de las prendas, aunque a veces los consumidores no tengan ni idea de qué van esos trapos. Filma desde París pasando por Tokio y de vuelta a Nueva York. Es, muy a grandes rasgos, un trotamundos que siempre está rodeado por toda esa tropa moderna y excéntrica de la industria. Sin ser él nada de eso.

“No he terminado de hacer documentales… ¡si apenas he empezado!” sentencia, mientras llega el café cortado que ha pedido, “¿Es café con Baileys?”, bromea. O no tanto (estamos en el festival de Hyéres. Y aquí el vino comienza a fluir desde el mediodía).

Prigent tiene una manía: preguntar a sus entrevistados -que pueden ir desde Donatella Versace a Sonia Rykiel o Alexander Wang- el motivo por el que trabajan en la moda. Lo lógico era sentarlo en el banquillo y preguntarle sin retórica: ¿de dónde proviene esa fascinación suya por filmarla y documentarla?

"Mmm, ¿por qué lo hago? Bueno, es como un gran show para la televisión ¿no? Tiene una parte de belleza. Y siempre hay nuevos episodios cada temporada. Las personas que conozco son algo excéntricas…. A veces, durante el proceso, aparece el típico personaje malo, luego los buenos y entre medias mucha gente creativa. Nada nunca es igual, es un ambiente un poco absurdo…bueno, absurdo en el buen sentido".

"La moda es muy machista. En televisión, el presentador da paso a la reportera como si dijera: 'Y, ahora, las noticias para mujeres'"

¿Como una ficción, como un cuento?

¡Claro, su lado dramático me parece increíble! La moda es como una obra de teatro: tienes nuevos actos cada temporada, incluso actos que sobreviven a través de las décadas; las carreras de los diseñadores, sus visiones sobre la creación... En mi trabajo, lo más interesante es presenciar cómo un imperio se construye o se destruye, desaparece. Desde el punto de vista ‘dramátológico’ me parece que mola mucho.

View this post on Instagram

La vie mode en 4 mots

A post shared by Loïc Prigent (@loicprigent) on

"La gente em pezó a tomarse en serio la moda cuando vio que era un dramón que movía muchos millones de euros"

Así que, principalmente, fue eso lo que me atrajo a este mundo. Poder ser testigo o entender esa idea de glamour que manejan. Esos fotógrafos de los años treinta y sus imágenes sofisticadas y su visión de la feminidad…(Se refiere a gente clave del periodo como George Hoyningen-Huene, Horst P. Horst, Man Ray, Edward Steichen…) Es un mundo muy artificial. Me llama la atención a mí y a cualquiera. Cómo podían crearlo, lo artificioso que podía ser y, a la vez, siempre partiendo de algo real, físico.

Te refieres a ese lado fantasioso y divertido de las publicaciones en los sesenta. La era de la editora de moda Diana Vreeland, por ejemplo, ¿ese tipo de construcción visual?

¡Sí, ese tipo de tontería! La desvergüenza y el atrevimiento de Diana Vreeland…Me gusta mucho esa idea de poder inventarte tu propio mundo y tener la libertad de hacerlo todos los días. Es decir, elegir que hoy se lleva el azul y que dentro de una semana sea amarillo. Y si sigues llevando todavía azul parecerás súper estúpido porque eso ya no es guay o ya no se lleva.

Bueno, es que todo este mundo es muy arbitrario…

Me encanta ese sin sentido. Me parece fascinante que alguien como Karl Lagerfeld pueda decidir algo y seis meses después esté dando la vuelta al mundo como una imposición global. Y luego dos meses más tarde será desplazado por alguna otra cosa diferente.

"En la sala de edición tenía que decirles a mi compañeros: '¿pero habéis visto eso? ¡Están histéricos!"

Así es como retrata Pingent este mundo: vertiginoso, caprichoso, estandarizado y, al final, perecedero. En sus documentales encontramos presupuestos de millones de euros para diez minutos de desfile, vidas extravagantes, clientela que compra piezas valoradas en cantidades obscenas y decisiones que afectarán el trabajo y la salud mental de quienes están subidos a un carrusel que no se detiene.

Sin embargo, algunas de sus mejores secuencias no suelen incidir en esta vida a todo tren. Por el contrario, se adentra de forma sutil e íntima en personajes que son la antítesis de este circo de celebridades en primeras filas: las costureras, las jefas de taller, los proveedores, los chóferes, las pruebas con modelos al borde del colapso por cansancio.

Siempre logras inmiscuirte en los rincones más humanos y simples de las historias que filmas. ¿Es porque es más accesible al público general o es tu sello como documentalista?

Sencillamente, soy mejor con el fuera de foco, me siento más cómodo. Odio esas secuencias que sólo se basan en hablar, hablar y hablar como si la marca estuviera emitiendo un comunicado; rollo Power Point. O esas historias tipo ‘ el ADN de las firmas de moda’... Es decir, puede ser interesante tener un documental que navegue hacia lo corporativo, pero siempre intento que mi trabajo sea más orgánico y divertido. Por ejemplo, cuando hice la serie The day before con Jean Paul Gaultier, él se explicaba directamente mientras rehacía un vestido una y otra vez, era natural y aprecio el hecho de que sucediera sin filtros… no había un crítico o un fotógrafo de moda. Era su propia visión capturada en la cámara. Por eso me gusta grabar directamente al diseñador cuando dibuja o a las costureras teniendo ataques de ansiedad...

Hablando de ataques, ¿ esos sonidos que insertas en las secuencias? Las sirenas, las alarmas al aparecer Anna Wintour, los títulos sobre la imagen con frases como “Peligro”, “Catástrofe”,…

Si, si, porque la moda de hecho es muy cómica. La idea de los títulos nació porque estaba haciendo para Canal + unas historias muy cortas, por lo tanto si pasaba algo gracioso podía pasar desapercibido. Tiempo después pensé que, efectivamente, la gente no se daba cuenta de que había pasado algo súper cómico. Pensaba en edición, “¿Pero habeís escuchado?, están histéricos, ¡escuchad todos!” y como a veces nadie presta atención, pues tienes que hacerles leer. (risas) Se me ocurrió la idea de poner frases como “AAAAAHHHGGGGG” e ironizar, como en los típicos subtítulos de las canciones de rap de los ochenta.

Bueno, eso. Es como una manera de alzar la voz.

O sea que incluyes acentos en situaciones donde todo va muy rápido o hablan su propio idioma codificado… ¿eres en la moda como el ojo vigilante de Orwell?

(Risas) ¿Que si soy el Gran Hermano?

Sí. Antes los procesos internos de la moda no estaban ventilándose en los medios, y hoy forman parte de la industria del entretenimiento…

Sí, tienes razón…

Entretenimiento en sí mismo…

Creo que la moda era vista bajo un prisma muy superficial, pero no creo que haya sido su elección ni que la gente que trabaja en la industria sea evasiva o solitaria. Creo que la perspectiva era de extrañeza por no entender la moda o no respetarla lo suficiente. Cuando veo muchos de los reportajes sobre moda en la tele… el presentador siempre es un hombre y da paso a la sección Moda con un toque de machismo del tipo, “ahí van las noticias para mujeres”, y entonces vemos en pantalla reporteras hablando sobre tendencias con un enfoque superficial.

Es muy sexista. Y las caras B de la moda no estaban documentadas porque sencillamente a los reporteros no les interesaba filmar nada que no fueran los desfiles. Creo que la cosa cambió cuando empezó la guerra mediática entre el grupo Kering (dueño de Gucci, Balenciaga o Saint Laurent, entre otros) y el grupo LVMH (dueños de Louis Vuitton, Dior, Givenchy, Céline…) Todos en Francia se dieron cuenta que aquello era un dramón con mucho dinero de por medio. Después llegó el aspecto repulsivo que se suscitó en el lujo con el porno chic, la G y todo eso.

(Se refiere a la controvertida campaña de publicidad de Gucci con Tom Ford fotografiada por Mario Testino, donde la modelo Carmen Kass se bajaba la ropa interior y enseñaba el vello púbico en forma de G con un modelo masculino arrodillado ante ella contemplándola).

No creo que la moda haya sido tímida, más bien que los medios no estaban tan interesados en descubrir sus historias a fondo.

¿Cuál es el mensaje más poderoso en tu trabajo?

¡Pues que la gente se atreva! Tenemos todo el derecho a histéricos de vez en cuando y deberíamos hacerlo con más frecuencia. Para los diseñadores, no lo sé… vender la moto y hacer un desfile con dinero. La historia no debería constar más de tres mil euros y si eres talentoso podrás ser… ¡Saint Laurent!

(Creo que me está tomando el pelo a propósito)

Bueno, honestamente… que la creatividad fluya, abrir los ojos y divertirnos en el camino. Ese es el mensaje: divertirnos.

Creatividad, frescura y riesgo. Un distintivo esencial si queremos triunfar en un sector tan competitivo. Esta charla sucedió en el marco del trigésimo aniversario del Festival de Moda y Fotografía de Hyères, Francia, donde Loïc fue jurado. El festival es el favorito de los concoedores del sector y en él participan diseñadores jóvenes de todo el mundo. Annelie Schubert, franco-alemana, se alzó con el premio de Première Visión, y el catalán Guillem Rodríguez fue finalista. Un español no había estado en la prestigiosa lista de talentos en Hyéres desde hace más de veinte años.

Ya sea como jurado o entre vuelos intercontinentales, Loïc no deja de divertirse: mantiene una legión de seguidores en Twitter, donde escribe asiduamente frases oídas en el circuito de la moda y, en honor a la verdad, se burla de todo y de todos:

“No digas vulgar, di elegancia disruptiva "

“Qué te gustaría hacer cuando seas mayor.- Nada”

“La moda sin el cansancio, no es moda”

“Gisele Bundchen se acercó a Zaha Hadid para hablar, pero doscientas coreanas se montaron alrededor gritando: el selfieapocalipsis en Chanel”.

Prigent empezó su fascinación con la industria en aquel desfile de Dior de 2001, cuando pilló a Yves Saint Laurent diciéndole a Bernard Arnault (el dueño de la marca): “¡Sácame de esta estafa!”. Curiosamente, Loïc y su amigo Gildas Loaëc, el fundador de la discográfica indie Kitsuné, fueron los que elaboraron el fanzine Têtu, dedicado a la música electrónica. Tiempo después, ese nombre sería retomado por Pierre Bergé, el viudo de Saint Laurent, en formato revista LGBT.Desde entonces, no ha parado. Para la cadena franco-alemana Arte, ha filmado cada paso de diseñadores como Jeremy Scott, Proenza Schouler, Narciso Rodríguez, Lanvin o Balmain.

¿Es la ironía la reina de la moda?

Jajajajajajaja ¿Te refieres a la reina del planchado?

( Luega con el término “ironing”, que significa planchar en inglés)

Claro, al planchado…

Me encanta la ironía, sobre todo cuando es voluntaria. Pero a veces no lo es, aunque sea necesaria. Los mejores diseñadores saben de ironía y me fascina esa actitud, Karl Lagerfeld, por ejemplo…

¿Es el rey…?

Indudablemente… ¡el Káiser!

(Aquí ya no sé si ha empleado una ironía o simplemente cumple con el protocolo)

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_