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Adar, somalí de 28 años, llego a Dadaab cuando tenía cuatro. Sus padres eran pastores nómadas y unos bandidos robaron todo el ganado, así que se quedaron sin medios de subsistencia. La inseguridad y el hambre son dos de las principales razones por las que los ocupantes de este campo, el mayor del mundo, decidieron refugiarse en él.
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La vida contra viento y marea

Los refugiados de Dadaab, el mayor asentamiento del mundo, sufren recortes en alimentación, educación o sanidad

Lola Hierro
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