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Arquitectas de puertas adentro

Un puñado de proyectistas debaten si la mano femenina es más eficaz para la organización de la vida doméstica

Anatxu Zabalbeascoa

Al contrario que su célebre marido, Alvar Aalto –que dejó volar la imaginación para diseñar el mítico jarrón Savoy–, la arquitecta Aino Aalto se preocupaba de que las múltiples piezas de cristal que diseñó cupieran una dentro de otra en su pequeña alacena de Helsinki. También la primera arquitecta austriaca, Margarete Schütte-Lihotzky, ideó una cocina modular de superficies continuas para que resultara más fácil de usar y limpiar, aunque ella era rica y no tuviera que hacerlo. Han sido muchas las proyectistas que, al contrario de tantos autores de vivienda moderna, cambiaron más la vida en el interior de las casas que las fachadas que se ven desde la calle. Sería absurdo diferenciar entre buenos y malos atendiendo al sexo, pero puede ser oportuno averiguar por qué las mujeres están más cerca de las necesidades domésticas reales.

Las primeras arquitectas replantearon el funcionamiento de la casa y desarrollaron el concepto de economía doméstica. ¿Pero qué sucede hoy cuando el número de proyectistas iguala al de sus colegas? El País Semanal ha reunido a cinco para debatir qué aportan. “Es similar a pensar en qué te ayuda un dentista cuando te duele una muela; te la puedes arrancar tú, pero yo no lo haría”, sentencia Beatriz Villanueva.

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