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La conversación vence a la gramática

La destreza oral es esencial para hablar un idioma. Con o sin profesor, lo importante es practicar con nativos para educar el oído

Ana Torres Menárguez
Practicar con nativos es básico para educar el oído.
Practicar con nativos es básico para educar el oído. Tara Moore (Getty Images)

En la enseñanza de idiomas, por un lado están las instituciones oficiales y centenarias como British Council o el Instituto Francés y por otro las plataformas online, que se multiplican a la velocidad de la luz. Aunque la metodología que emplean difiere en algunos aspectos, en algo están de acuerdo: la conversación se ha impuesto a la gramática. La comunicación unidireccional de profesor a alumno y las horas destinadas a memorizar ingentes listas de vocabulario y tiempos verbales ha pasado a un segundo plano para dar protagonismo a la destreza oral. El alumno debe ser proactivo y lanzarse a hablar. Equivocarse es una virtud.

Algunos expertos como Frank O’Connor, director del Teaching Center de British Council Somosaguas (Madrid), creen que algo falla en el sistema educativo español, en referencia a los jóvenes que terminan el bachillerato y no son capaces de mantener una conversación en inglés pese a haberlo estudiado durante más de 10 años. “Es como estudiar geografía durante 15 años y no saber ubicar un país”, señala. Los dos problemas principales son la falta de contacto con el idioma y la mala pronunciación como consecuencia de la falta de oído. “Aunque cada vez se consumen más productos culturales en versión original, todavía impera el doblaje. En países como Portugal la televisión respeta las lenguas originales. La exigencia no pasa por tener un acento 100% británico o americano, pero sí por poder ser entendido por un nativo”. Dominar la gramática y el vocabulario no es saber un idioma, añade.

España es el país de la Unión Europea -solo superado por Hungría y Bulgaria- con menor número de adultos entre 25 y 64 años que declaran hablar al menos una lengua extranjera, según un estudio publicado en 2013 por la oficina estadística Eurostat. Solo el 51% de los españoles conoce otro idioma, un porcentaje que se sitúa por debajo de la media comunitaria, el 66%.

La solución: que los alumnos no vean textos hasta los 13 años

Otra visión revolucionaria de la enseñanza de idiomas es la del estadounidense Richard Vaughan, que en 1977 convulsionó el mercado con el llamado método Vaughan, con canal de televisión y radio incluidos. El éxito de su programa no es la base tecnológica, sino "la talla técnica" de los profesores. Ni libro ni pizarra. "Esta metodología se basa en un 99% en la conversación entre los propios alumnos en la que el docente hace de director de orquesta", apunta Richard Vaughan. Contra todo pronóstico, el modus operandi de esta compañía consiste es escoger perfiles profesionales alejados del mundo educativo, gente "fresca y con energía". Tras un "entrenamiento" intensivo de 18 horas al día durante dos semanas, Vaughan les impregna su filosofía. Borrón y cuenta nueva. "Los profesores zarandean al alumno, no le dejan en paz. Durante el tiempo que están en clase, están activos", agrega. En el último proceso de selección, de 4.000 candidatos, 800 fueron entrevistados por Skype, 150 acudieron al training y solo 90 fueron seleccionados.

El foco está en la práctica. "La gramática básica constituye el 90% de todo lo que decimos. El 30% de todos los verbos son derivados del ser o el estar. En España uno de los errores habituales es que se enseñan muy pronto los condicionales o los phrasal verbs". Cuando llegan a sus centros jóvenes de entre 20 y 30 años a los que se les cierran puertas por no dominar el inglés, se les formatea el disco duro desde la base. "Para conseguir que sean capaces de defender un punto de vista con un discurso sólido necesitan entre 1.000 y 3.000 horas de clase", asegura Vaughan. Dentro del proceso de aprendizaje, el 40% se destina al trabajo individual (vídeos en YouTube, películas o entrevistas en inglés), el 20% a horas de clase y el otro 40% a hablar en público y sentir vergüenza. "Superar el miedo al ridículo y sentir nervios reales con un nativo como interlocutor es lo que mejor funciona".

¿En qué tendría que cambiar el sistema público español para que los jóvenes de 18 años fuesen capaces de hablar en inglés? En opinión de Vaughan, durante los primeros 10 años los alumnos no deberían ver ni un solo texto. Solo audios con voces de nativos y speaking (expresión oral). Una hora al día se traduciría en 160 horas al año y 1.600 horas desde los tres a los 10 años. "Al llegar a la pubertad, ya con una mente más analítica, se introduciría la gramática. Los niños no aprenden a leer hasta los cuatro o cinco años y hablan castellano sin ver las palabras sobre el papel. La ecuación es simple".

Aunque los expertos en lingüística consideran que en el aprendizaje de idiomas no hay revolución posible, Anxo Pérez, fundador de la plataforma para aprender chino 8Belts.com, defiende lo contrario. Desde que lanzó el site en 2011 ha registrado un crecimiento del 400% anual con miles de alumnos en más de 50 países. La metodología que ha diseñado, que le llevó junto a su equipo más de 40.000 horas de trabajo, solo requiere del estudiante 30 minutos al día durante ocho meses y un pago de unos 900 euros. Si transcurrido ese tiempo el alumno no es capaz de comunicarse en mandarín, le será devuelto el dinero.

Durante más de cuatro años Pérez y su equipo destriparon este idioma, jerarquizaron las palabras por grupos y diseñaron un programa para acelerar su aprendizaje a través de un software inteligente. Ni gramática, ni ejercicios, ni profesores ni aulas. “Este método podría revolucionar la historia de los idiomas. Es rompedor. No habilita para sostener un discurso político ni para cerrar un contrato de arrendamiento en chino, pero sí para hablarlo”, asegura Pérez, lingüista con cinco licenciaturas y un dominio de nueve idiomas (español, gallego, inglés, francés, italiano, alemán, portugués, chino y ruso). En su opinión, el 90% de las academias no enseñan bien y los métodos que se emplean están alejados de la realidad. “El 99% de lo que se explica nunca se debería hacer al principio. Si concentras tu energía en el otro 1% se produce el milagro y se aprende más rápido”.

Más de 70 personas trabajan en la plataforma; matemáticos, ingenieros informáticos y hasta guionistas de cine. Además de ser ameno y útil, “tiene que enganchar”, defiende Pérez. Una de sus críticas al sistema tradicional es que nunca se empieza por lo más útil. Su metodología proporciona las expresiones más frecuentes y las más combinables para facilitar desde el primer momento la posibilidad de mantener una conversación. Otro de los grandes problemas es lo que él llama el “monopolio de los sustantivos”. “Centrar todo el aprendizaje en la gramática es erróneo y contrario a la eficacia en el aprendizaje. Nosotros incidimos en el uso de conectores para que el alumno gane autonomía”. En todo momento Anxo Pérez reconoce que su plataforma no habilita en ocho meses a nadie a hablar un chino avanzado. “Ser experto lleva toda la vida”. Pero en 8Belts no todo es inteligencia artificial; a medida que se van superando etapas los estudiantes pueden mantener conversaciones con chinos nativos a través de conferencias de audio.

Desde la Escuela Oficial de Idiomas de Madrid Jesús Maestro su vicedirectora, Caridad Baena, considera que cualquier método puede ser válido mientras dé resultados. Reconoce que durante décadas las escuelas oficiales españolas han seguido unos programas instaurados durante el franquismo que tenían como eje principal la memorización de la gramática y no la interacción entre profesor y alumno. El sistema ha cambiado. “Ahora tenemos un perfil de estudiantes distinto. Ya no vienen en busca de un título, sino con la necesidad de aprender un idioma para conseguir un trabajo o para marcharse al extranjero”.

Las plataformas online deben incorporar videoconferencias para permitir conversaciones en tiempo real, opinan en el Instituto Francés

En la Comunidad de Madrid se refieren a la nueva metodología como método comunicativo, en el que el estudiante tiene que hablar desde el minuto cero y aprender a reaccionar ante situaciones reales: responder a un email de trabajo, solicitar una ayuda económica al Gobierno o exponer su opinión sobre un asunto polémico. No hay directrices para los profesores, cada centro marca sus pautas, pero las exigencias para superar las oposiciones han cambiado. “El candidato tiene que demostrar que es capaz de enseñar de un modo que no es el convencional”, indica Baena. Cada vez más los docentes emplean recursos audiovisuales como vídeos de YouTube o podcast de radio.

Otra institución histórica que reconoce un cambio en su manera de enseñar es el Instituto Francés, con más de cien años de vida. Su director de cursos en la sede de Madrid, Sylvain Pradeilles, afirma que aunque la estructura es la clásica por su apuesta pasa por las clases presenciales, la esencia ya no es la gramática. El eje principal es ahora la capacidad comunicativa. “En 2001 el Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas ya fijó un mayor énfasis en la destreza oral, pero la implantación es lenta y progresiva”. La crítica de Pradeilles a las nuevas plataformas online es la falta del factor humano. “Para obtener resultados, estas webs deben incorporar un sistema de videoconferencia para permitir conversaciones en tiempo real. Ese aspecto es irrenunciable”, zanja. Pese a ser un centro tradicional, el Instituto Francés también ofrece la posibilidad de seguir los cursos online.

Algo falla en el sistema educativo español cuando los jóvenes que terminan el bachillerato no son capaces de hablar en otro idioma

Dentro de las plataformas virtualesde nueva creación están las gratuitas y las de pago. Duolingo, lanzada por el guatemalteco Luis Von Ahn a finales de 2012, funciona sin pagar. Con 85 millones de usuarios registrados en todo el mundo, fue elegida como la mejor aplicación (App) del año por Apple en 2013 y es la que cuenta con más descargas en Android (30 millones). Hay otro dato del que presume Von Ahn: en Estados Unidos hay más personas aprendiendo idiomas en Duolingo que en todo el sistema educativo público (8 millones). “Los gobiernos de algunos países como Costa Rica y Guatemala lo están empezando a incorporar a su sistema educativo, de forma que se usa como complemento a las clases presenciales”, explica desde Estados Unidos Von Ahn.

¿En qué se basa su método? Un software inteligente registra y analiza todos los movimientos de los usuarios y en función de las dificultades se modifican y personalizan los programas. “¿Qué es más efectivo enseñar primero adjetivos o plurales? Probamos las dos opciones con dos grupos distintos y medimos cuál ha aprendido mejor y comete menos errores. Hacemos este tipo de pruebas constantemente”. Los hispanoparlantes pueden aprender cinco idiomas en esta plataforma: inglés, francés, alemán, italiano y portugués.

Babbel es otra web en la que se pueden cursar 13 lenguas (inglés, alemán, francés, italiano, portugués, sueco, holandés, polaco, turco, indonesio, noruego, danés y ruso). Impulsada en 2007, es una de las Apps de idiomas con más descargas en Google Play, cerca de 100.000 al día. Su peculiaridad es que un equipo de docentes y traductores ha diseñado la metodología para cada uno de los idiomas en función de la nacionalidad del usuario. “Un británico y un alemán aprenden de forma distinta francés. Cometen diferentes errores, tanto a la hora de hablar como de estructurar las frases”, señala el fundador de Babbel, Markus Witte. Esta plataforma es de pago: entre cinco y diez euros al mes. A diferencia de otros sites, Babbel no ofrece la posibilidad de hablar en tiempo real con nativos. Eso sí, dispone de un sistema de reconocimiento de voz que obliga al usuario a repetir hasta cinco veces una palabra. La pronunciación debe ser óptima para pasar de pantalla.

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Sobre la firma

Ana Torres Menárguez
Redactora de Juventud. Antes, pasó por las secciones de Educación y Tecnología y fue la responsable del espacio web Formación, sobre el ámbito universitario. Es ganadora del Premio de Periodismo Digital del Injuve (dependiente del Ministerio de Derechos Sociales). Fue redactora de la Agencia EFE y del periódico regional La Verdad.

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