Ola de cambio en el mundo árabe
El Gobierno sirio aprobó ayer el levantamiento del estado de excepción. Lo hizo tras perpetrar una nueva matanza de ciudadanos en Homs y con el país sumido en una crisis excepcional, justo el tipo de situación en el que ninguna dictadura aliviaría sus leyes represivas.
Damasco la vieja intenta recobrar su pulso habitual en una semana plagada de festividades nacionales y religiosas, y con la incertidumbre de si el turismo llegará a la capital siria este año, a pesar de las revueltas, especialmente violentas en el sur del país.
Reino Unido, Francia y Estados Unidos rehúyen implicarse a fondo en la guerra aunque hayan declarado su objetivo de derrocar a Muamar el Gadafi. Rechazan el envío de soldados, algo que suscita unánime oposición en Libia, mientras admiten que las adiestradas tropas del dictador difícilmente serán derrotadas si la campaña militar prosigue por estos derroteros.
El accidente en la central nuclear de Fukushima no ha supuesto un empuje para terminar de arreglar el desastre causado en Chernóbil. El presupuesto para construir una estructura de protección para evitar fugas y un almacén de residuos nucleares se queda corto.
"Señor, bendice a los húngaros": un verso patriótico de 1823 abre una Constitución recién redactada y sancionada por un Parlamento de un miembro de la Unión Europea. La flamante Ley Fundamental de Hungría -actual presidente de turno de la UE- ha levantado ampollas en Bruselas y Berlín, donde un alto funcionario de Exteriores dijo ayer que "consolida un concepto de derecho difícilmente compatible con los principios de la UE".
Continuismo, sin duda: de los históricos, de los militares y del imaginario revolucionario y socialista. Y a la vez, el esperado respaldo del Partido Comunista Cubano (PCC) al proceso de cambios de Raúl Castro, que lentamente abrirá el país a la iniciativa privada y al mercado en el intento de hacer sostenible el sistema.