Cumbre de las grandes potencias
Convertido ahora en campeón del medio ambiente, Barack Obama transmitió ayer a los líderes de los principales países en vías de desarrollo que, después de los avances hechos en esta cumbre del G-8, cree posible conseguir un acuerdo para la reducción histórica de gases contaminantes en todo el mundo antes de la conferencia mundial de Copenhague, convocada para diciembre.
El empeño del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, de reactivar el G-8 mediante el tosco método de añadir países como capas de cebolla a la cita del club de los más ricos, multiplica los gestos huecos, tan habituales en estas cumbres. Pero la reunión en LAquila de líderes de las economías avanzadas y emergentes obligaba al menos a revisar un asunto pendiente.
El Gobierno chino ha lanzado una contundente campaña de propaganda -incluido el lanzamiento de octavillas desde helicópteros y la pegada de carteles en la ciudad- para calmar el odio étnico que estalló el domingo en Urumqi y provocó violentos enfrentamientos entre miembros de las comunidades uigur y han, en los que murieron 156 personas, según Pekín, y más de 600 según los uigures en el exilio.
Irak vivió ayer un día sangriento: cuatro atentados, al menos 50 muertos y decenas de heridos. Se trata de la peor jornada desde que las tropas estadounidenses entregaran el 1 de julio a las iraquíes el control de la seguridad de las ciudades. Las tropas de EE UU tienen previsto salir de Irak antes de 2012.
Las autoridades iraníes cumplieron ayer su amenaza de "aplastar" cualquier intento de manifestación. La convocatoria de varias marchas para conmemorar el décimo aniversario de las protestas estudiantiles de 1999 y expresar el descontento por la reelección de Mahmud Ahmadineyad chocó con un amplio despliegue policial y de milicianos.