Los fracasos del G-8 han dejado de sorprender al mundo. El grupo que reúne a los siete países que un día fueron los más industrializados más Rusia sucumbió hace un par de semanas en la búsqueda de una respuesta rotunda ante la crisis alimentaria. Lo único destacable de la cumbre de Tokio fue una fastuosa cena con un menú de una veintena de platos.
Los periódicos del día llevaban malas noticias para la economía española y las que dio ayer el vicepresidente del Gobierno, Pedro Solbes, fueron todavía peores. Si el lunes se supo que la crisis ha provocado el primer agujero en las cuentas del Estado de los últimos tres años, Solbes avisó de que es muy posible que ese déficit se ahonde "ligeramente" en 2009.
Éramos pocos, y la abuela ha dejado de llamar por el móvil. La paráfrasis del dicho sirve para ilustrar que de esta crisis -la que no existía para el Gobierno hace unas semanas- no se libra nadie, ni siquiera la hasta ahora inmune telefonía móvil.